Anegados en sangre sobre los mapas del mundo, los imperios capitalista y comunista, permeabilizados el uno en el otro a través de ideales antagónicos pero cada vez más compartidos por sus poblaciones esclavizadas, gracias a la propaganda y a la publicidad, al otro lado de sus respectivas fronteras geopolíticas, decidieron llegar a un pacto tácito para que ninguno de los dos perdiera nada de lo conquistado y ambos lo ganaran todo compartiendo el Poder Universal. Si los esclavos rojos quieren pantalones vaqueros, hamburguesas y Rock and Roll, démoselos a cambio de que tú, a tus esclavos capitalistas les des baratijas de ideología socialista desde tus elegantes púlpitos académicos y en tus formidables Medios de Comunicación.
Así empezó la fragua de la mazmorra universal que conocemos como Globalismo, construída por los ingenieros de almas y por los genios de Silicon Valley sobre las coordenadas del Eldorado político que, durante tantos años buscaron por separado, siempre enfrentados y a un coste hoy inasumible comunistas y capitalistas: la Democracia e Internet, que tanto monta.
De la alquimia de esa coyunda nace el Gran Leviatán del Globalismo que ha logrado imponer “la tiranía de la libertad” no sólo como un anhelo común, sino como una realidad que se fortalece y se engrandece a sí misma en cada una de nuestras voluntades cotidianas al aceptar sus dogmas sin necesidad de la presión física, torturante, de comisarios chequistas ni de sicofantes macartista. El Gran Leviatán Globalista no se somete, por supuesto, a sus tiránicas reglas. Su Poder no surge del sufragio universal, nace del dinero multinacional que sufraga la democracia de los esclavos, y tampoco está sometido al arbitrio de la opinión ni de las Redes Sociales, pues él es el alfarero de la opinión pública a través de la opinión publicada en el tapiz tejido por sus ingenieros de almas, la Red de Redes, Internet, el laberinto de algoritmos en cuyo centro habita el Tirano Universal, el Vodkacola, hijo del Capitalismo y del Comunismo, tal y como Hermafrodita era hija de la coyunda de los dioses paganos Hermes y Afrodita.
¡Qué sabios eran los griegos! En su Silicon Valley de Atenas inventaron la Tiranía y la Democracia, que nosotros hemos transformado en Oclocracia (el gobierno de la chusma) también inventada por ellos, y la coyunda de antagónicos complementarios, Hermafrodita, que nosotros hemos convertido en Vodkacola.
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