Frente al crimen y la ilegalidad no hay tolerancia que valga y Quito debe pasar la factura a políticos y partidos que votaron por el terrorismo de octubre, porque las reflexiones de Cicerón, luego de muchos siglos, cobrarán vigencia en las próximas elecciones, porque "...el que sufre, tiene memoria..." y porque "...el YO no existe sin el NOSOTROS...".
El reto no tendría más importancia de la que puede suponer el esfuerzo físico de dos jóvenes aventureros atravesando poblados y montañas; sin embargo, cobra un significado especial porque implica la convivencia durante algunos días y noches, de personas con pensamientos e inclinaciones absolutamente diferentes y esto es lo trascendente, el probar y comprobar si las mentalidades son suficientemente maduras y sólidas para crear nexos, extender manos y arrimar hombros, desde la diversidad y el antagonismo.
El torero con la mochila repleta de una cultura y tradición secular de muchos pueblos y el anti taurino con la visión de renovación y cambio cargado de post modernismo, los dos con el objetivo de encontrar el significado de la tolerancia, desde el respeto y la aceptación que se tiene hacia opiniones, creencias, sentimientos o ideas de otros, incluso cuando difieren de las propias.
Gran ejercicio de diálogo, óptima manera de gritar al mundo el anhelo de paz y libertad que tenemos los seres humanos, más allá de nuestras formas de ver y entender el mundo, sin acoso, sin insultos, sin prohibiciones, abriendo espacios de entendimiento.
La tolerancia a la diversidad de ideas es un principio inalterable que no está en discusión, que implica además la admisión y aceptación de individuos de todas las razas, religiones, posturas filosóficas y credos políticos que son muestras de esa amplia gama del pensar y sentir humano, obviamente esa admisión y aceptación debe sujetarse respetuosamente a la legalidad, ceñirse estrictamente al ordenamiento jurídico, lo cual en la historia de nuestro país es tristemente infrecuente, verbigracia el reparto indiscriminado, entre gallos y medianoche por parte de 99 asambleístas, de amnistías a quienes ultrajaron a la ciudad de Quito y sembraron terror y miedo en la ciudadanía.
Entre cabildeos y negociaciones, haciendo gala de una aviesa estrategia, se han transformado delitos comunes en delitos políticos, sin una valoración jurídica ni constitucional, tan solo la consideración de mezquinos intereses particulares y partidistas.
Frente al crimen y la ilegalidad no hay tolerancia que valga y Quito debe pasar la factura a políticos y partidos que votaron por el terrorismo de octubre, porque las reflexiones de Cicerón, luego de muchos siglos, cobrarán vigencia en las próximas elecciones, porque "...el que sufre, tiene memoria..." y porque "...el YO no existe sin el NOSOTROS...".
Propongo erigir en las calles aledañas a la Asamblea Nacional, un monumento a la auténtica honorabilidad y verdadera inteligencia, así no quedará ninguna duda que están fuera del recinto legislativo.
La placa de excepciones, que confirman la regla, deberá ser entregada a muy pocos.
--Publicado en El Telégrafo / Quito, Marzo/2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario