Un oportuno juego de palabras, sí, pero también una verdad incuestionable. Ya vendrán los toros de segunda, aunque sigamos en plaza de primera.
Luego, la verdad, es que la corrida de Victorino Martín, lidiada en Valencia, no resultó de las mejores de primera, a las que acostumbra últimamente, con indultos incluidos, pero tampoco fue un encierro como para descalificar al ganadero.
El encierro tuvo de todas las características de la casa Albaserrada, pero sin destacar o despuntar especialmente ninguna. Por supuesto que no hubo facilidades para los toreros, como acostumbran a conceder las ganaderías que para el caso llamamos de ‘segunda’, pero mantuvo el interés del público precisamente por eso, porque un toro no debe dar nunca facilidades.
Los toreros, como debe ser, tuvieron que estar atentos a sus reacciones, algunas cambiantes, y proteger con celo su anatomía en más de una ocasión. Los tres opusieron delante de los astados sus condiciones y su experiencia, consiguiendo cierto tono de suficiencia -el más joven e inexperto en bastante menor medida-.
Sin llegar, como hemos dicho, a salir un toro de nota, sí hubo calidad y clase en las embestidas de mas de uno, así como cierto peligro en igual medida. Falta de fuerza en un par de ellos, uno devuelto, y algo más de casta no hubiera venido mal. Una corrida que sirvió para abrir boca a los aficionados en este año de la recuperación plena de la temporada.
Ya vendrán otras tardes en las que ni siquiera habrá que guardarse de los toros, bastará con que sus matadores aprovechen sus dulces embestidas. Aparecerán los triunfos facilitos y los aficionados echarán de menos la emoción que tiene que proporcionar siempre el toro. No así el público de aluvión, que para ellos ‘la tonta del bote’ es el mejor toro.
Con ello hemos dado la bienvenida a las ferias importantes, esas donde hay que juzgar a toreros y ganaderos con la mayor de las exigencias. Si en ellas se deja el listón muy bajo, imaginad qué será en el resto de plazas.
Empezar con ‘victorinos’ es mejor que con cualquier otra ganadería. Cuestión de buenos principios.
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