"...hoy se saca de la chistera el conejo de Haaland, mañana se marea la perdiz de Salah y el jueves se juega a las quinielas con Lewandowski, Raphinha, Azpilicueta o el que toque. Y se manosea el apellido Messi, agraviando al mejor jugador histórico del club catalán filtrando que quiere volver..."
Malabares Laporta
Eficiencia y transparencia. En una de sus primeras ruedas de prensa como presidente del Barcelona en sustitución de José María Bartomeu, Joan Laporta prometió eso mismo, eficiencia a raudales y transparencia a borbotones. Y, sin embargo, muchas de sus decisiones parecen encaminadas justo a todo lo contrario, a ensombrecerlas, a difuminarlas, a oscurecerlas. Por ejemplo, dejando sin efecto dos garantías del artículo 67 de los estatutos del club; una de ellas hace referencia a la compensación del importe de las pérdidas que deberá llevar a cabo la junta directiva con el resultado de la gestión de los dos ejercicios posteriores; en la otra, también en suspenso, se exige que la gestión de la junta no supere la cantidad resultante de multiplicar por dos el EBITDA, o sea los beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones.
Desde que Joan Laporta prometió transparencia le ha dimitido Jaume Giró, que estaba llamado a ser vicepresidente económico y que huyó antes de tomar posesión del cargo; también se ha ido el "Messi de los CEOS", Ferrán Reverter, que duró siete meses escasos; de la Comisión Espai Barça se han ido Jaume Llopis y José Elías, el principal avalista, y se ha destituido de sus puestos a Xavier Mas, Jordi Balsells, Juan Manuel Tabero, Guillem Grael y Paco Latorre. A cambio, en el club han pasado a trabajar su cuñado, Alejandro Echevarría, y, según El Confidencial, su hermana Maite y su prima Marta. A finales de mayo, y probablemente al objeto de hacerlo todo mucho más transparente, Laporta corrigió el artículo del Código Ético que se refería a la contratación de familiares, y añadió "salvo que la solvencia profesional de la persona a contratar, así como sus méritos y condiciones, sean contrastadas y justifiquen la conveniencia objetiva de contratar a aquella persona en lugar de otra". Ya está. Solucionado.
Este domingo se va a votar en una asamblea telemática el acuerdo de patrocinio de Spotify que consiste... ¿en qué? ¿En qué consiste exactamente el acuerdo con la famosa plataforma sueca de audio en streaming? Laporta dice que el acuerdo es buenísimo y asegura, por ejemplo en una entrevista del otro día con Mundo Deportivo, que la mayoría de sus socios llevan Spotify en el teléfono móvil, que cotiza en bolsa y que les vincula a la música, que son argumentos todos muy sólidos para dar el sí, pero sin embargo, a la hora de ofrecer detalles concretos del acuerdo, apela a una cláusula de confidencialidad exigida por esta empresa debido a una hipotética reacción que podrían tener en el futuro sus proveedores o los agentes del mundo de la música que podrían interferir en su política estratégica. ¿Alguien entiende algo?
En esa entrevista, Laporta dice que espera que el socio entienda que no pueda decirle absolutamente nada del contrato que se debe aprobar y, a renglón seguido, asegura que estará a su disposición. Y yo me pregunto, ¿para qué estará exactamente Joan Laporta a disposición de sus socios si no puede decirles nada acerca del contrato? ¿Para indicarles dónde tienen que poner la cruz? Dice Laporta que eso no es votar a ciegas pero, si no lo es, se le parece mucho. A ciegas a lo mejor no, pero a tuertas sí. El socio, por supuesto, votará lo que el prestidigitador quiera que vote y cuando el prestidigitador le diga que vote porque si de algo hay precisamente constancia a lo largo de estos últimos años es de la inexistente conciencia crítica de los propietarios del Fútbol Club Barcelona, que son los socios del club y, desde este próximo 3 de abril, también Spotify.
Ayer le preguntaba a Marçal Lorente si se hablaba de esto en Barcelona y él, resignado, me decía que no, que no se hablaba. Tampoco del hecho de que Deco forme parte de la dirección deportiva culé y, además, sea agente de jugadores. Y es que, y para llegar a esta situación de quiebra económica y deportiva, es imprescindible la complicidad de los medios deportivos catalanes, que han mirado obedientemente hacia otro lado y, curiosamente, se han encargado de purgar desprestigiándolos (¡ellos!) a los pocos críticos que aún había con el laportismo. En Barcelona no se habla de nada de esto pero, a cambio, hoy se saca de la chistera el conejo de Haaland, mañana se marea la perdiz de Salah y el jueves se juega a las quinielas con Lewandowski, Raphinha, Azpilicueta o el que toque. Y se manosea el apellido Messi, agraviando al mejor jugador histórico del club catalán filtrando que quiere volver. Malabares Laporta. El malabarismo es el arte de manipular y ejecutar espectáculos con uno o más objetos a la vez volteándolos, manteniéndolos en equilibrio o arrojándolos al aire alternativamente por lo común sin dejar que caigan al suelo. Y, si caen, no pasa nada porque ahí estarán siempre fieles Mundo Deportivo, Sport, RAC1 o TV3 para recogerlos ipso facto. Eficiencia y transparencia. Y a luchar por la Liga. Y luego a Canaletas. Y a sobrevivir un día más con diez pelotas a la vez. Pelotas de pelotas y de las otras pelotas.
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