Llevamos más de cinco lustros con las mismas caras en todos los ruedos y, al final, uno acaba cansándose de tanta reiteración hasta el punto del hastío. Como dije hace pocas fechas, muy negro se presenta el panorama de todos los chicos que se doctoraron el pasado año, y no digamos las decenas de chavales que tenemos en la actualidad sin que les dejen ver un pitón.
¿Y el futuro?
Pla Ventura
Toros de Lidia / 23 marzo, 2022
Nadie pensamos en el futuro de la Fiesta que, como se presagia es muy negro por miles de razones pero, si para colmo, desde dentro de la propia organización taurina le ponemos todas las trabas a nuestro alcance, está clarísimo que estamos firmando su sentencia de muerte. Bien es cierto que, entre unas y otras razones a los toros, como fiesta, le queda un abrir y cerrar de ojos, son demasiadas las circunstancias que se dan cita como para poder pensar que esta fiesta pueda tener continuidad.
Pensemos que, por ejemplo, son demasiadas las lacras que sufrimos como para que nos sintamos esperanzados en un futuro mejor, cosa que dudo y, lo que es peor, ese futuro no existe. Como digo, son los propios profesionales de la fiesta los que deberían de velar por ese próximo incierto y, ante todo, luchar a campo abierto para enfrentarse a todos los enemigos que nos encontrásemos en nuestro camino pero, craso error porque la grey taurómaca piensa en el día de hoy sin esperar nada para el mañana; digamos que todo el mundo espera un milagro que jamás sucederá.
Tenemos una diversión que podría ser la más brillante del mundo por aquello del riesgo que conlleva pero, por ejemplo, en nuestras torpezas, le restamos esa brillantez haciendo desaparecer el toro en su grandeza para ser sustituido por ese bicorne medio muerto que, como es lógico y natural, le resta toda grandeza a este espectáculo otrora inolvidable. No contentos con ello, con la desaparición del toro, entre otras muchas trabas no permitimos que salgan nuevos valores para el devenir de esta fiesta maravillosa.
Llevamos más de cinco lustros con las mismas caras en todos los ruedos y, al final, uno acaba cansándose de tanta reiteración hasta el punto del hastío. Como dije hace pocas fechas, muy negro se presenta el panorama de todos los chicos que se doctoraron el pasado año, y no digamos las decenas de chavales que tenemos en la actualidad sin que les dejen ver un pitón. Recordemos que de toda la vida ha habido cambios en el escalafón, la cosa más lógica del mundo pero, en la actualidad, ese cambio no llegará jamás; es como pretender que cambie el gobierno y que Pedro Sánchez quede en la oposición, pura entelequia porque será presidente eterno en España.
Esas son nuestras figuras actuales que no quieren irse por nada del mundo porque, en su avaricia, sabedores de que a la fiesta le queda un telediario, lo poco que pueda quedar se lo quieren llevar ellos. Las pruebas son contundentes y, pese a todo, todavía quedan memos que anhelan que vuelva Enrique Ponce. De que los taurinos son malvados con sus acciones es algo que salta la vista por aquello de no dar oportunidades a nadie pero, los que informamos, si para colmo, en vez de proclamarnos adalides de la verdad, suspiramos porque vuelva Enrique Ponce, ello viene a demostrar que somos tan malvados como ellos.
Pensando en ese futuro, incluso en el cruel presente en que vivimos respecto a la fiesta taurina, como he dicho miles de veces, que todavía queden gentes –la gran mayoría- que defiendan y apoyen la avaricia de Morante con las “tres mil “ tardes que tiene firmadas, es como para ponernos a llorar. ¿En qué contribuye ese hombre sobre el futuro de la fiesta? No es que no contribuya, es que destruye todo lo que a su paso encuentra sin tener piedad ante sus compañeros que, por muy humiles que sean, merecen un respeto que pasa, justamente, en que tengan las oportunidades que siempre gozaron porque, toreros humildes los ha habido toda la vida pero, que sean ninguneados como ahora, eso no ha pasado jamás. Recuerdo los años setenta y ochenta del pasado siglo en que, por aquellos tiempos, muchos diestros de los llamados humildes o modestos, hasta se compraron una casa gracias a su profesión. Ahora, esos mismos toreros sin recursos, no podrán ni comprarse una barraquita para su perro en caso de que lo tengan.
Más que figuras del toreo, son avaros sin escrúpulos porque no piensan en sus semejantes; digamos que, lo ha conseguido todo, la gloria, la fama, el dinero y, no contentos con ello, para su propio regocijo, lo que pretenden es que no haya futuro, eso por encima de todo y, para mayor desdicha, que si sobraba alguna miajita con la que los pobres se sustentaban, que no quede ni eso. Con todo lo que estamos viendo, todavía quedamos ignorantes que nos preguntamos por el futuro de nuestra fiesta.
Al paso que vamos, no hace falta ser muy listo para pronosticar que, el futuro de la fiesta quedará en los recortadores, todo un modelo de personajes que se juegan la vida sin trampa ni cartón.
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