"...Después de tres años difíciles y muy, muy complicados, por fin se pudieron celebrar las ferias de Valencia y Castellón sin problemas, restricciones ni alarmas. Con su final llega la primavera y en el humo de sus hogueras quedan señales que deben servir para marcar el rumbo de la temporada..."
Coincidieron en el tiempo -es lo que tiene el calendario litúrgico...- las dos ferias valencianas y en las mismas, con muy parecidos mimbres y estructura, se pudieron extraer conclusiones que si no definitivas sí que son orientativas de lo que puede dar de sí, o de no, el resto de esta campaña que ahora arranca.
En el serial fallero hubo más gente que otras veces -dos llenos, dos días de tres cuartos de entrada y el resto con una media, más o menos, de la mitad del aforo cubierto-, lo que es motivo de satisfacción e indica que las cosas parece que se hacen bien y que la gente vuelve a la plaza. Claro que si se repara en que en la ciudad del Turia hubo esos días más de dos millones y medio de personas, que ni cien mil -menos de un 5%- se hayan asomado por el coso de Monleón la cosa da que pensar. Pero ese es otro tema que, a quien corresponda, da la impresión que no interesa...
En Castellón la cosa flojeó más y sólo hubo un día de reventón, con la llegada de Roca Rey, que sigue siendo también en 2023 el que más gente arrastra. Y fue, en ambos seriales, uno de los triunfadores y diestros destacados, aunque no con la fuerza ni ímpetu que en la edición anterior. También influyó que el ganado a que se enfrentó no dio motivos para que el astro peruano pudiese brillar más. Ese capítulo, el del ganado, fue, claro, una de las claves de ambas ferias. De muy notable presencia en Valencia y perfil más bajo en La Plana, cosa lógica si se tiene en cuenta la categoría administrativa de ambos escenarios, aunque no debería ser tanta la diferencia.
En fallas destacaron la corrida de Montalvo, con un toro, “Ojovivo”, extraordinario, y la novillada de El Freixo, con dos ejemplares premiados con la vuelta al ruedo. De nuevo Fuente Ymbro dejó alto su pabellón en ambas ferias lidiando novilladas.
Luego, toros sueltos. El garcigrande que cerró el festejo del día 16 en Valencia y con el que Talavante firmó una gran faena que le valió ser tenida como la mejor del abono, varios de Jandilla y los de Bohórquez para los rejones falleros.
En los dos ciclos se dio cancha a los novilleros y en los dos hubo adecuada respuesta. Nek Romero se mostró en fallas como un diestro a tener muy en cuenta y se ha convertido ya en la gran esperanza de los aficionados locales. 70 kilómetros más al norte la sensación fue Daniel Medina, un novillero vallisoletano que evidenció garra y maneras, siendo uno de los grandes destacados del serial castellonense.
Ya se ha dicho que Roca Rey salió a hombros en las dos plazas, el único que lo hizo en ambas ferias. El Juli, con su ya asolerada capacidad, abrió la puerta grande en Castellón y en Valencia Manzanares, potente pirotecnia estética, salió a hombros, como también hizo Talavante, desapercibido en La Magdalena.
De los nuevos brillaron con fuerza Francisco de Manuel y Tomás Rufo, que aumentan su crédito y dejan claro de lo que son capaces, mientras que Daniel Luque estuvo sensacional ante una deslucida y complicada corrida de los Tornay en Castellón y se justificó, como Ureña, más que de sobra el día de San José ante unos victorinos que fueron masacrados en el tercio de varas.
Y con toros de Victorino, en el arranque magdalenero, Paco Ramos volvió a evidenciar valor, oficio y recursos más que suficientes para que no sólo se le ponga en la feria de su pueblo de año en año.
Guillermo Hermoso de Mendoza se lució ante su padre en la matinal fallera y Diego Ventura en el cierro de La Magdalena, y aún con secuelas de sus lesiones mejicanas, aprovechó sus dos toros de Los Espartales para ser de nuevo triunfador. Lo demás, humo, más o menos denso, más o menos negro, y como humo se fue, en el mejor de los casos, sin dejar recuerdo.
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