la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 5 de diciembre de 2013

Chaves Nogales, adelantado del reporterismo moderno, no era aficionado.



"Manuel Chaves Nogales, un sevillano que no era aficionado a los toros ni mostraba jamás el menor interés por los toreros ni la vida taurina, buscó escribir la vida de Belmonte guiado sólo por el interés que despierta en el escritor un tipo humano de carácter excepcional", escribió Josefina Carabias en el epílogo a "Juan Belmonte matador de toros" en su edición de 1969. Sin embargo, aquella colosal obra de quien no era aficionado rezumaba tal calidad literaria y humana que ha sido a lo largo del tiempo la que mayor presencia social ha dado a la obra del periodista y escritor, que hoy está de gran actualidad, cuando se reeditan sus trabajos hasta ahora menos conocidos.

En el epílogo a una de las muchas ediciones realizada de la obra “Juan Belmonte, matador de toros”, Josefina Carabias --una escritora y periodista, contemporánea y amiga de Chaves Nogales-- escribía: “Cuando, hacia 1935, se publicó el libro que acaban ustedes de leer, alcanzó un gran éxito. Pero muy pocos se dieron cuenta que estábamos en presencia de una obra que se mantendría viva a través del tiempo, ni de que su mérito consistía no sólo en la autenticidad y el brillo de la figura del protagonista, sino, sobre todo, en el talento del gran periodista que lo había escrito”.

En estos días Luis Felipe Torrente y Dani Suberviola acaban de rescatar la figura de Manuel Chaves Nogales en un documental, que han titulado “El hombre que estaba allí”. Por su parte, la editorial Almuzara ha recopilado en un nuevo volumen, titulado “Que pasa en Cataluña”, sus artículos escritos en 1936 y en los que hace referencia en cuanto acontecía en torno a Barcelona y al Gobierno de Lluís Companys. Y antes María Isabel Cintas había publicado en dos volúmenes toda su obra periodística. Son ejemplos del interés que hoy despierta la figura del periodista sevillano, cuya obra se agranda con el paso del tiempo.

Quién era Chávez Nogales

Manuel Chaves Nogales nació en Sevilla en 1897 y murió durante su exilio en Londres, por mayo de 1944. En el periodismo se inicio siguiendo el ejemplo de su padre, Manuel Chaves Rey, y de su tío, José Nogales, director de El Liberal en Sevilla. A la muerte de su padre, cursó estudios de Filosofía y Letras, a la vez que se iniciaba en el periodismo, primero en El Noticiero Sevillano y luego en La Noche.

María Isabel Cintas, lo que bien puede considerarse un verdadero modelo de biografía, trazó en “El oficio de contar” las claves vitales y profesionales del periodista sevillano, en un libro imprescindible para entender la figura de de Chaves Nogales. A sus 96 años, una de las hijas del escritor, Pilar, al describir los recuerdos de familia, explicaba que, sobre todo en su niñez y su juventud, las cosas fueron más complicadas. Recordó la marcha hacia Paris y la posterior huida de la ciudad dominada ya por los nazi: sólo muchos años después ella y su familia supieron, por la lectura de La agonía de Francia, cómo pudo él salir de ese país camino de Inglaterra.

De su padre destacaba que era "un hombre muy sociable, con muchos buenos amigos, bastante serio pero no severo", y que cuando tuvo que vivir alejado de su familia, en Francia, en Inglaterra, o de manera esporádica por sus muchos viajes de trabajo, se preocupaba siempre de preguntarle a su hija mayor si ella, si sus hermanos "reflexionaban", como se pregunta si llueve o hace frío. Y de sus libros declaraba su preferencia por La vuelta a Europa en avión, ahora publicado en una nueva edición por Libros del Asteroide. "Quinientas pesetas le dio el periódico, y él, que alquiló un avión, un piloto y un mecánico, vio que era poco y así se lo dijo a su director, que le decía que fuera pidiendo algo en las embajadas".

Su mujer, su hijo y sus tres hijas regresaron a España en 1940, huyendo de la invasión de Francia por parte de las tropas alemanas. Chaves Nogales vivió solo en Londres cuatro años luchando contra los extremos de la derecha y de la izquierda. Murió en mayo de 1944 de una peritonitis, con tan sólo 46 años de edad.

La historia de una voz libre

Pero la personalidad de un hombre que antes que otro cosa se sentía una voz libre, dio vida a muchas otras obras, nacidas siempre de su talento esencialmente periodístico. Desde A sangre y fuego a La agonía de Francia, pasando por la biografía del general Miaja. Y es que, como afirma la profesora Cintas, "Chaves Nogales escribió la historia del mundo al mismo tiempo que ocurría con la misma clarividencia que se hubiese escrito hoy".

“Fue un cronista del siglo XX –ha escrito la profesora Cintas-- , sin que escaparan de su interés ninguno de los grandes acontecimientos que conmovieron a Europa en esa primera mitad del siglo XX, desde la Revolución Rusa hasta la II Guerra Mundial, con la que concluyó su barrido de intereses periodísticos, que culminó en Londres en el año 1944. Justo una semana antes del Desembarco de Normandía murió”.

Un periodista formado en la literatura española, con referentes como Galdós o Baroja. Por eso, Cintas considera que ”el de Chaves es más bien un periodismo narrativo. Lo que tiene de literario su periodismo es algo espontáneo, algo no buscado especialmente como recurso literario. Es producto de su formación literaria, pero fundamentalmente él las virtudes que persigue no son las virtudes literarias sino las virtudes periodísticas”.

Aunque ahora se viene produciendo, afortunadamente, un importante esfuerzo de investigación y de edición en torno a la figura de Chaves Nogales, en buena medida nacido desde la Universidad de Sevilla. Pero por mucho tiempo, su obra más popular, si nos fijamos en el número de ejemplares vendidos, fue la biografía de Juan Belmonte, probablemente uno de los trabajos más valiosos de la literatura taurina.

Un periodista que sólo quería ser periodista

Pero con este libro se comprueba algo que hoy s una evidente: Chaves Nogales era, ante todo, un periodista que sólo quería hacer periodismo. En el interesante epílogo que Josefina Carabias escribió para la biografía de Belmonte, en su edición de 1969, da algunas claves de esta realidad. “Manuel Chaves Nogales, un sevillano que no era aficionado a los toros ni mostraba jamás el menor interés por los toreros ni la vida taurina, buscó escribir la vida de Belmonte guiado sólo por el interés que despierta en el escritor un tipo humano de carácter excepcional”. Y más adelante precisaba: “El gran escritor prescindió de su brillantez propia –un sacrificio que no todos saben hacer--, resignándose a realizar, al menos en apariencia, una labor de notario de su tiempo, que es, en el fondo la principal obligación de todo buen periodista”.

Las observaciones de Josefina Carabias nos explican, aunque parezca una obviedad, el por qué hay que remarcar que Chaves Nogales fue mucho más que el biógrafo de Belmonte. Si nos ceñimos al testimonio de Abelardo Linares, Chaves Nogales "es el paradigma de periodista escritor con una gran capacidad para dar vida al material que toca. Retrata con viveza y sin adornos las cosas cotidianas, ya se trate de las fiestas andaluzas, la Alemania nazi, la caída de Francia o la situación de los braceros del sur español". Y entre otras notas, destaca una: "esa aparente naturalidad de su prosa, tan jugosa. No es una prosa literaria como la de Gabriel Miró o Valle-Inclán. En él destaca la inmediatez, la prontitud".

“Nunca pretendió – matiza la profesora Cintas-- ser un literato. El siempre decía literato a tus literaturas, a tus escritos. Porque lo mío es el periodismo”. Y en ese trabajo lo sitúa “más dentro de la tradición española y europea que de la tradición americana”.

La entera personalidad de Chaves Nogales

Con ocasión de una de las últimas ediciones de la Feria del Libro celebrada en Sevilla, expresamente dedicada a Chaves Nogales, entre otras facetas se analizó sus primeros escritos, dedicados a Sevilla --“cuna de hombres despreocupados que de su despreocupación hicieron normal"--, con la que el autor tuvo una relación singular, que con su “voz libre, crítica y heterodoxa que supo describir como pocas, con elegancia y contención, con su desprecio por cualquier tipo de sectarismo, el alma sevillana, si tal cosa existiera”.

Opina a este respecto el periodista Carlos Colón, de “Diario de Sevilla”, que Chaves Nogales "se fue muy pronto de Sevilla, muy joven, así que no le dio tiempo a que la ciudad lo maltratara". Sin embargo, su "absoluta carencia de prejuicios", sumada a su "capacidad de comprensión analítica", le permitió escribir obras maestras y aún vivas como La ciudad (1921), en ”Andalucía roja y la Blanca Paloma” conde compone "la visión más lúcida sobre el Rocío" y la religiosidad popular.

Por su parte, Rogelio Reyes entiende que en Chaves Nogales destaca "la calidad de su prosa, la galanura de su estilo nada artificioso" y "lo más distintivo", si se habla de sus primeros textos sevillanos: su visión "ni edulcorada, ni poética, ni laudatoria", sino una visión "solidaria, atenta a las enormes carencias sociales de la Sevilla de entonces".

Otro periodista, estudioso de todas las cosas sevillana, como Francisco Robles, considera que es posible incluso hablar de Chaves como adelantado de "la tercera Europa", porque alertó pronto de la perversidad y la estupidez intrínseca tanto del nazismo como del comunismo estalinista. "Me gusta mucho ese Chaves Nogales que no se conforma con la apariencia, con el tópico, con la frase hecha", ha escrito.

Una biografía intensa

En 1920 publicó su primer libro, Narraciones Maravillosas y Biografías ejemplares de algunos grandes hombres humildes y desconocidos. Y dos años después se trasladó con su mujer, Ana Pérez, y su hija, Pilar, a Madrid, donde, como muchos otros jóvenes intelectuales, buscó salida a sus inquietudes y de hecho El Heraldo fue redactor jefe. En 1927, ganó el premio más prestigioso del periodismo español, el “Mariano de Cavia”, con el reportaje La llegada de Ruth Elder a Madrid, la primera mujer que cruzó en solitario el Océano Atlántico en un avión Junker y que se publicó en el diario ABC en 1928.

Entre 1927 y 1937, Chaves Nogales alcanzó su mejor momento profesional. En estos años colaboró en Estampa y en La Gaceta Literaria, y para El Heraldo realizaba grandes reportajes. De ahí nacieron varios de sus libros como La vuelta al mundo en avión, Un pequeño burgués en la Rusia roja o La bolchevique enamorada.

Años más tarde vuelve a recorrer Europa y su trabajo periodístico como reportero da paso a nuevos libros, como: Lo que ha quedado del imperio de los zares (1931) y la novela El maestro Juan Martínez, que estaba allí (1934). En medio de estos dos, había publicado con el título “Bajo el signo de la esvástica” su serie de reportajes sobre la Alemania nazi. Y en 1935 publicó su obra más famosa, Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas, considerado como uno de los mejores libros taurinos que se han escrito.

Pero ya desde 1931 era director de Ahora, diario entonces importante, ideológicamente, próximo a Manuel Azaña, de quien Chaves fue políticamente próximo. Desde este puesto, organiza una nueva red de reporteros a escala mundial, él mismo viaja mucho cubriendo acontecimientos que empiezan a convulsionar el mundo. Entrevista a Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, al que califica en un reportaje de “ridículo e impresentable”, y advierte de los campos de trabajo del nuevo fascismo alemán.

Al estallar la guerra civil, abandonó España para exiliarse en París, porque consideraba que ya poco podía hacer por su país. Desde Francia colabora en diarios hispanoamericanos y escribe en 1937 su testimonio de la guerra civil, con el título deA sangre y fuego, que en España no se publico hasta el año 2001. “Su prólogo –opina el crítico literario Andrés Trapiello-- , debería figurar, íntegro, en todos los manuales de historia, de periodismo y de literatura, como modelo de probidad y de tino, tanto más cuanto que fue concebido en medio del desastre, sin tiempo para componer la figura, corregir el tiro o enmendarlo, como luego se hizo a menudo”

Héroes, bestias y mártires de España --publicado en Chile en 1937--, que constituye otro alegato muy duro contra las brutalidades de la guerra, incluidas las del bando republicano. “La crueldad y la estupidez –escribe-- se enseñoreaba entonces de toda España”, como una consecuencia de “la peste del comunismo y del fascismo” a partes iguales. Hacia 1939, siguiendo en línea, aparece “La defensa de Madrid”.

Convencido demócrata, trabajó incansablemente contra el fascismo que amenazaba Europa durante su exilio en París. Por eso, se encontraba en el punto de mira de la Gestapo, por lo que en 1940, cuando las tropas alemanas se acercaban a París, se marchó a Londres, donde no tardó en retomar su actividad periodística. Dirigió The Atlantic Pacific Press Agency, escribía su propia columna en el Evening Standard y colaboró con la BBC en sus servicios extranjeros.

Pero como su trabajo periodístico fue tan intenso y tan amplio, muchos años más tarde de su muerte han seguido editándose libros con una selección de sus trabajos. Y así, recientemente a las librerías llegaron “Crónicas de la Guerra Civil”, con trabajos publicados entre 1936 y 1939, la recién editada “Qué pasa en Cataluña” o, sobre todo, la obra monumental de María Isabel Cintas en la que se recoge toda su obra periodística, un referente imprescindible para conocer no ya el trabajo de Chaves Nogales, sino sobre todo para acercarnos a las claves de lo que muy bien podríamos definirse como el periodismo moderno.

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