"...Sin deshacerse del desfile de cuadrillas al final del paseíllo, se guardó un emotivo minuto de silencio por la muerte del novillero limeño y veinteañero, Renatto Motta, en el ruedo peruano de Malco como consecuencia de una cornada gravísima. Fue rápidamente trasladado a Chola y de allí a Nazca, falleciendo en este último trayecto..."
13ª de San Isidro en Madrid. A la postre, Talavante coronó una buena feria
J.A. del Moral · 19/05/2016
Madrid. Plaza de Las Ventas. Miércoles 18 de mayo de 2016. Decimotercera de feria. Tarde medio calurosa entre nubes, claros, rachas de viento y con lleno total.
Cinco toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados aunque para nada dieron el juego característico de esta ganadería. Mansos con cierto poder en varas como los dos últimos, que romanearon y derribaron en varas en distintos grados de fuerza, escasa en su mayoría, y de manejabilidad hasta agotarse antes de la cuenta salvo el último que, pese a rajarse mediado el trasteo mulereril, rompió a noble en su postrer refugio junto a las tablas. Por devolución del flojísimo que abrió plaza, se corrió un sobrero de Buenavista, bien presentado y justo de fuerza aunque con excepcional clase en el último tercio. Fue muy aplaudido en su arrastre.
Diego Urdiales (cobalto y oro): Buena estocada, ovación con saludos. Estocada tendida desprendida, silencio
Miguel Ángel Perera (turmalina y oro): Pinchazo, estocada trasera desprendida y descabello, silencio. Sartenazo que sacó y estocada, silencio.
Alejandro Talavante (añil y oro): Estoconazo caído, petición insuficiente y gran ovación. Gran estocada, oreja.
Destacó en la brega Javier Ambél. Y en baderillas, sobremanera Curro Javier y Juan José Trujillo. Además del mismo Javier Ambél y Valentín Luján.
Sin deshacerse del desfile de cuadrillas al final del paseíllo, se guardó un emotivo minuto de silencio por la muerte del novillero limeño y veinteañero, Renatto Motta, en el ruedo peruano de Malco como consecuencia de una cornada gravísima. Fue rápidamente trasladado a Chola y de allí a Nazca, falleciendo en este último trayecto. Diego Urdiales brindó su primer toro al difunto alzando la montera al cielo. Los otros espadas no tuvieron este detalle en sus respectivos brindis al público.
Me cuentan que el “Faro de Alejandría” que alimenta a las alimañas del 7 continúa echando leña al fuego en contra de cualquier torero que guste a la mayoría de los aficionados venteños y, no digamos, si consiguen triunfar. Tanto el feje, que ocupa una de las principales tribunas de la prensa nacional como sus fieles en otros pulpitos, jamás se enteraron ni se enteran de la realidad que para ellos va por un lado y la de los más torvos y estultos por otro. Pero lo peor para estos sujetos y lo mejor para cuantos toreros condenan a la hoguera es que, cuanto más pretenden negarles categoría y futuro, más crecen. Sus juicios de valor y sus pronósticos van a la inversa de lo que pretenden. En la profesión, casi nadie les toma en cuenta. Pero cada vez que destrozan a alguno, lo levantan. ¡Enhorabuena¡. Son todo un caso porque críticos que supuestamente deberían amar a la Fiesta, son los antitaurinos más dañinos por estar dentro de la grey de profesionales que la engloban. Veremos a quienes de los tres actuantes les tocó ayer la china.
Mientras lo comprobamos, rememoro dos detalles que se me olvidaron comentar en mi crónica anterior. Fue la maravilla de traje de luces que estrenó Juan Leal para confirmar su alternativa. Un grana muy recamado en oro, copia casi exacta del vestido de Juan Belmonte que se exhibe en el museo taurino de la plaza de Acho en Lima. Cuando Juan Leal visitó el museo en su primera excursión a la capital del Perú, quedó extasiado al verlo y le hizo una fotografía. Al regresar a España y visitó a su sastre le enseñó la foto y le pidió que le hicieran uno igual. Bien por el espada francés.
La otra anécdota olvidada por un servidor fue el brindis que hizo Manuel Escribano a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Los espectadores le tributaron una gran ovación, sin duda en reconocimiento de sus continuos apoyos a nuestra Fiesta. Y ya van muchos porque esta señora nunca se calla y da siempre la cara ante cualquier estropicio de la inefable nueva – horrible vieja – alcaldesa de Madrid, antitaurina donde las haya, como también ante cualquier desmán de sus opositores de las izquierdas que gobiernan torpemente nuestro Ayuntamiento y nuestra Comunidad. Muchas gracias doña Cristina y a mandar.
Y dicho esto, comienzo culpando a los integrantes de los sectores más molestos de la plaza de Las Ventas de sus acostumbrados intentos de reventar a la mayoría de las figuras del toreo cada vez que asoman sus cabezas en el ruedo de la capital de España mientras que, a los que ellos prefieren que son infinitamente peores toreros les perdonan todo callando como muertos. Que fue lo que ocurrió ayer aunque no consiguieron su intolerable propósito.
La corrida de Fuente Ymbro nos decepcionó como imagino que también a su criador, Ricardo Gallardo. Ninguno de los toros lidiados alcanzó el alto nivel de fuerza, de casta y de agresiva nobleza cuando no la clase que tantas veces hemos celebrado. El primer toro fue justamente devuelto a los corrales y en su lugar, mira por donde, salió el que sería mejor de la tarde con gran diferencia. Un toro de Buenavista con clase infinita y muy larga duración al que debieron dar la vuelta al ruedo. Justito de fuerza, sí. Pero una maravilla de animal. Desde luego un toro para cortarle las dos orejas en esta plaza tan determinante.
Cayó en las manos de Diego Urdiales, uno de los diestros que los más intransigentes de la plaza tienen como favoritos. Pues bien, Uridales al que no se le puede negar tener un buen concepto del toreo, hizo una faena compuesta de muchísimos muletazos de correcta interpretación pero de ninguna manera a la altura de su oponente, pasándose de rosca y de tiempo porque el propio torero estaba dándose cuenta de que el triunfo se le estaba escapando. Como sería la cosa que, a pesar de matarlo francamente bien, el premio que obtuvo fue una ovación. Una pena de toro que fue arrastrado sin aprovechar como sin duda mereció.
En cuarto lugar, Urdiales ya no tuvo tanta suerte porque este toro llegó a la muleta muy tardo en sus noblotas por el lado derecho – había romaneado y derribado en la suerte de varas – y el riojano no logró nada que mereciera la pena elogiar en una faena absolutamente vulgar y en muchas ocasiones sucia porque se dejo enganchar la muleta varias veces. Citando por las afueras, incapaz de cruzarse, asustado en definitiva. Y los del 7, chitón. Callados cual difuntos. Eso lo mismo lo hace cualquier figura y, no digamos, los que más odian, y le arman la de San Quintín.
Los del 7 y sus adláteres, se parecen al partido Ciudadanos. Tienen dos varas de medir según sea quien está toreando y esto es manifiestamente intolerable.
El único triunfador de la tarde fue Alejandro Talavante que está que se sale por sembrado de valor, de imaginación, de creatividad desbordante y de toreo de muchos quilates. Poco faltó para conseguir salir a hombros por la Puerta Grande que fue lo que quería. La extremada debilidad del tercer toro impidió que su faena fuera redonda aunque en la misma llegó a torear maravillosamente bien y con exposición por su entrega hasta el punto de resultar cogido afortunadamente sin consecuencias cuando toreaba al natural que es la suerte que practica con mayor relevancia. Tras esta cogida, el toro se descompuso como ocurre tantas veces y la parte del trasteo que siguió hasta terminar con una buena estocada no tuvo la misma limpieza ni la impronta de todo lo anterior.
Pero con el quinto, un animal que salió muy distraído como todos los de Fuente Ymbro de ayer, un animal que se rajó enseguida, defendiéndose por arriba en viajes incómodos y que terminó yéndose a tablas, Alejandro se fue a este terreno y allí armó una segunda parte de faena pluscuamperfecta. El animal se halló más cómodo en su querencia y el torero también. Ambos se acoplaron en un soberbio final que desató la pasión del público, por fin feliz en tarde de tantas frustraciones. Una gran estocada rubricó la obra de Talavante al que se concedió una muy cara oreja que puso final feliz a la feria del extremeño que sale del ciclo como uno de sus triunfadores. Enhorabuena.
No tuvo suerte Miguel Ángel Perera con sus dos oponentes. Ambos muy huidizos de salida. Manifiestamente el segundo del envío al que no hubo modo ni manera de parar en un largo periplo por toda la plaza. Por débil fue cuidado en varas pero ni por esas… Pero Miguel Ángel le había descubierto un buen pitón derecho y lo brindó al público. En la primera parte de su faena logró imantar al animal con la mano derecha en tandas de gran firmeza, temple e intensidad, quizá demasiada porque el toro dejó de comportarse así inmediatamente después y todo se vino abajo. El toro y la faena que Perera no pudo coronar para bien con la espada.
Peor fue lo del cuarto porque este toro ni siquiera fue tan claro al final como el quinto de Talavante. Perera también lo brindó al público y no sé por qué. La faena careció de unidad y de la limpieza imprescindible para que tomara forma. Los sietemesinos chillaron inmisericordes al de la Puebla del Prior y la sensación fue lamentable. No había sido el intratable Perera de sus mejores campañas sino un torero debilitado y extraño. Con la espada, además, falló con un horrible sartenazo. En fin, que deseamos a Perera más suerte y mejores aciertos en las que le faltan por cumplir en esta feria.
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