"...La Undécima ya es pasado, ahora hay que esperar a que, otra vez contra todo y de nuevo contra todos, y tal y como marca la tradición, en la próxima final vuelva a salir la jota de diamantes..."
Volvió a sacar la jota de diamantes
El Real Madrid volvió a hacerlo. Como The Man, volvió a sacar la jota de diamantes. Llama la atención que, habiéndolo hecho hasta la fecha once veces en catorce partidas, haya aún por ahí quien le reste mérito o le falte directamente al respeto. Desde La Séptima para acá sigo siempre exactamente el mismo ritual para ver la final de la Copa de Europa, y visto el resultado voy a continuar haciéndolo: me aislo del mundanal ruido, tengo la mente ocupada hasta que llega la hora del partido, me encierro en casa y sufro en silencio. Y apago la radio, todas las radios. Mi amigo Pepe Herrero me informó anoche de que, tras el penalti marcado por Cristiano, los comentaristas de los principales programas radiofónicos se vieron poseídos por un insondable sentimiento de tristeza, un abatimiento generalizado. Me lo creo. Todos tenían su confianza depositada en Cincinnati Kid y en que, al menos esta vez, no saliera la puñetera jota de diamantes.
El periodismo deportivo español (y, al generalizar, cometo por supuesto una tremenda injusticia que ya veré de reparar luego, cuando tenga un rato) no habría tratado peor al Real Madrid si, por ejemplo, llegado el caso, sus aficionados se dedicaran a exigir a voz en grito la independencia en el minuto 17 y 14 segundos de todos y cada uno de los partidos disputados en el estadio Santiago Bernabéu. De dos semanas para acá, al once veces campeón de Europa se le ha tratado como si fuera un equipo holandés; miento, al PSV le habrían tratado con más cariño. En su afán por demostrar que el club blanco es un desastre, que carece de un modelo, que su presidente es un inútil, su entrenador un cero a la izquierda y sus jugadores unos vagos, volvieron a colocar todas las fichas en el sitio equivocado.
Como en 2014, cuando el Atleti iba a merendarse por primera vez al Real Madrid, ayer volví a echar de menos la preguntita de marras sobre el modelo. Tampoco hubo referencias a la inminente llegada de Unay Emeri al banquillo madridista. La oligarquía merengue que me encontré el sábado por las calles de Madrid, compuesta sin excepción por alegre chavalería, seguirá festejando hoy y mañana y pasado mañana sin tener probablemente conciencia de eso, de que son unos aristócratas degenerados que participan de los éxitos de un club desnortado y sin rumbo claro. Por cierto: en treinta y cinco años como presidente del club blanco, don Santiago Bernabéu ganó seis Copas de Europa; en trece años como presidente, Florentino Pérez ya ha conseguido tres. Pero no nos engañemos, La Undécima ya es pasado, ahora hay que esperar a que, otra vez contra todo y de nuevo contra todos, y tal y como marca la tradición, en la próxima final vuelva a salir la jota de diamantes.
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