"...Regreso a Las Ventas desde la apoteosis de Enrique Ponce en Toledo y se cumplió el manido refrán: Días de mucho, vísperas de nada. Aunque este nada se produce en Madrid con excesiva frecuencia. Y todo o casi todo por culpa del ganado grande ande o no ande..."
Con pésimo ganado, David Mora mantuvo su pabellón en alto
Madrid, 27/05/2016.- Plaza de Las Ventas. Viernes 27 de mayo de 2016. Vigésimo segunda de feria. Tarde medio calurosa con rachas de viento y lleno.
Cinco toros de El Pilar, grandullones y con distinta arboladura. Dieron más juego en distintos grados de manejabilidad. Muy escasa salvo el quinto que cumplió mínimamente el refrán. Sobrepesados, algunos mastodónticos y en general mansos en los primeros tercios y complicados en la muleta. Algunos se defendieron por blandos. Otros se vinieron enseguida abajo. Los dos primeros regatearon muy inciertos. Por devolución del inválido sexto, se corrió un sobrero de Salvador Domecq que, desgraciadamente, dio parecido juego que los toros precedentes. Es decir, muy malo.
El Fandi (nazareno y oro): Estoconazo trasero tendido, silencio. Estocada muy habilidosa perdiendo la muleta, silencio.
David Mora (celeste y oro): Pinchazo y estocada, aviso y silencio. Gran estocada, silencio.
Alberto López Simón (grana y oro): Estocada caída, aviso y palmas. Estocada trasera, silencio.
Destacaron en banderillas Ángel Otero, Domingo Siro y Jesús Arruga.
Regreso a Las Ventas desde la apoteosis de Enrique Ponce en Toledo y se cumplió el manido refrán: Días de mucho, vísperas de nada. Aunque este nada se produce en Madrid con excesiva frecuencia. Y todo o casi todo por culpa del ganado grande ande o no ande. No vamos a ofrecerles otra vez los argumentos que nos han llevado a la situación ganadera que, salvo excepciones, padecemos en la plaza más importante del mundo.
Pero a algo nos tendremos que agarrar como percha para medio salvar esta crónica y hacerla entretenida pese a que en la corrida hubo muy poco entretenimiento puramente taurino.
Ya he dicho muchas veces que, desde hace años, la plaza de Las Ventas se ha convertido en el bar más grande de Europa. A los vendedores de refrescos y de copas ya no hay más remedio que aguantarles pese a lo mucho que molestan. Y los espectadores que abandonan su localidad para salir y volver con el gin-tonic en la mano abundan por doquier. La gente, en su mayoría, es de aluvión y durante la lidia hablan de sus cosas con los vecinos de asiento o por sus teléfonos móviles en vez de hacerlo toros y de toreo.
Queda, eso sí el largo momento del paseíllo que es algo así como la imagen de marca de este espectáculo que viene permaneciendo absolutamente fiel al rito, inamovible desde hace tres siglos. Esta es la señal de identidad que por ahora todo el mundo respeta. Y menos mal que nada ha ocurrido para que el rito se altere lo más mínimo.
Ayer fuimos a la plaza tan esperanzados como casi todas las tardes. Pero los toros fallaron y los toreros tuvieron que acomodarse al fiasco con mayores o menores aciertos.
El Fandi, como cada tarde en su ya larguísima carrera, se tapó del petardo ganadero gracias a sus dos tercios de banderillas, suerte en la que el granadino es infalible frente a cualquier clase de animales. Sus excepcionales facultades físicas y sus amplísimos conocimientos en cuanto a querencias y terrenos se refiere, logran el milagro de ofrecer dos largos momentos de brillante espectáculo en cada corrida que actúa. Y eso le mantiene aunque, de vez en cuando, se luce suficientemente con su tosca muleta – con el capote templa siempre con gran facilidad – y hasta logra indultar a los buenos toros cuando le tocan. Después de Ponce, es el torero que ha indultado más toros. Una cantidad nada despreciable. Creo que lleva quince o diez y seis. No es moco de pavo…
A quien mejor vi ayer fue a David Mora que completó su particular feria con mala suerte aunque manteniendo su pabellón en alto. Su natural valor, su proverbial empaque y su manera de torear clásicamente, le sirvieron para conseguir los momentos de toreo más hermoso de la tarde. Y eso sucedió en su faena al quinto toro que fue el menos malo. David sufrió ayer dos cogidas accidentales por fortuna sin consecuencias. La primera fue por apostar demasiado en dar naturales. La otra por un simple tropiezo. Pero en todo caso, el toledano se mostró tan digno como elegante.
En cuanto a Alberto López Simón, pasó en blanco y con más pena que gloria su segunda tarde en esta feria en la que solamente le queda la tercera para intentar salvarse de la quema que viene anunciando. Mucho está contrariando las grandes expectativas depositadas en él desde sus éxitos madrileños del pasado Otoño. Y ¿qué es lo que le pasa?, nos preguntan muchos. Y yo les contesto que ahora es el momento del aprobado o del suspenso y, por ahora, los exámenes suspendidos son más que ese aprobado alto que le falta por ganar.
Un caso curioso este de López Simón que en pocos meses está pasando de la cima a la sima. Ojala puede remediarlo en su última tarde isidril. Por el momento está siendo un torero en el que abunda el postureo y escasea el toreo. Y como ve que no le salen las cosas como él creía que le iban a salir, se pasa de rosca, de tiempo y se pone pesadísimo. Ayer se le pitó con fuerza al final de unas faenas que de por sí fueron tan anodinas como interminables. Razón por la que gran parte del público le recriminó pidiéndole a gritos que cortara los trasteos de una vez.
En fin, que nos vamos de Madrid por segunda vez. Hoy viajamos a Córdoba para asistir a la corrida con seis toros en solitario en la que Finito celebrará sus bodas de plata como matador de toros. Dicen muchos que tengo muy buen bajío. Ojala que lleven razón y pasado mañana pueda contarles que Finito hizo maravillas al menos con un par de toros. Y se lo contaré tal cual suceda. Vaya que lo comentaré.
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