L.D. Adame ha hecho de todo. Le vemos galleando por detrás para ir al caballo,
Hay quienes, yo uno de ellos, que llego a la plaza con más ilusión cuando son novilleros, se que me voy a encontrar con toreros con muchos defectos -por otro lado completamente lógico- pero que ellos no van a escatimar nada, pagando con su sangre si hace falta. Curiosamente no pasó esto en la novillada de la pasada semana, ya que la terna no llegó en novilleros, llegaron en figuras, los que hoy ya son matadores de toros.
VENIR EN NOVILLERO
España / Fotografías de Andrew Moore
S.I.16.- Con esta frase suele definirse a aquellos toreros que vienen a por todas, allá penas si tienen más o menos rodaje, más o menos técnica, más o menos oficio… porque lo que importa en esa definición es que vengan a dar todo lo que saben y tienen, a jugársela podría ser la otra acepción.
Hay quienes, yo uno de ellos, que llego a la plaza con más ilusión cuando son novilleros, se que me voy a encontrar con toreros con muchos defectos -por otro lado completamente lógico- pero que ellos no van a escatimar nada, pagando con su sangre si hace falta. Curiosamente no pasó esto en la novillada de la pasada semana, ya que la terna no llegó en novilleros, llegaron en figuras, los que hoy ya son matadores de toros.
Las sensaciones de hoy no han sido las mismas. El ganado de El Montecillo ha manseado en exceso, se han rajado en cuanto les han presentado la muleta y han tenido diferentes complicaciones, a salvo 3º y 5º que han mostrado bravura, y allí han estado los tres novilleros detrás de ellos para darles pases allá donde podían pillarles.
Filiberto mató a la última, tras dos avisos, al primero de la tarde, un manso al que hubo que perseguir por todo el ruedo. Alargó por ganas el trasteo y después se complicó para meterle la espada. El final fue el que menos le pudo gustar, pasó a la enfermería con fracturas en los dedos y corte en los tendones que le impidieron continuar la lidia.
Debutaba el mexicano Luis David Adame, mostrándose en todo momento valeroso y entregado, tanto con capote como con muleta. Le correspondió el mejor utrero y su faena resultó vibrante llegando mucho a los tendidos. Tras varias series muy logradas y ligadas, sobrevino el percance del que salió con una cornada con dos trayectorias de pronóstico grave. No quiso irse y pidió que le hicieran un torniquete, siguiendo en la misma línea de arrojo y decisión. Le concedieron y paseó una oreja, la primera a un novillero, ampliamente reclamada, antes de irse para la enfermería de la que ya no salió.
Ya ven, tres novillos y solo nos quedaba el colombiano Juan de Castilla en la plaza. Eso es propio de otra época, cuando los novilleros venían en novilleros. Perdón, me he repetido con el titular.
Juan de Castilla, ha matado cuatro novillos y si bien no podemos decir que ha cautivado con su toreo, si se puede afirmar que ha gozado del favor de un público entregado a su quehacer. No ha dudado en responder al reto que se le ha presentado, una papeleta, que ha resuelto con cierto oficio y dignidad.
Su faena al quinto, el segundo mejor del encierro, ha transcurrido entre altibajos notorios, pero siempre desde la entrega y disposición, en novillero -perdón nuevamente por reiterarme-. Se le pidió la oreja que el usía consideró petición minoritaria y dio una cariñosa vuelta al ruedo. No quiso dejar que el sexto se fuera con los dos apéndices al desolladero y ha puesto todo de su parte para ganarse definitivamente al público que se ha puesto de su lado. Matar cuatro novillos en Madrid con dignidad no es ninguna broma. Petición mayor de trofeo que el usía, en esta ocasión, no le ha negado. Un premio a la labor de toda la tarde.
Digamos que también le levantaron los pies del suelo al colombiano, pero con más suerte que sus compañeros. Una novillada, tres novilleros, novillos sin ser bombones, dos orejas y una vuelta al ruedo es un resultado mucho mejor que el del pasado lunes con quienes eran las máximas figuras de ese escalafón y... que otras muchas tardes con corridas de toros. Y es que viniendo en novillero hay más opciones de ganar, también de caer heridos, pero siempre gozando del respeto del público.
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