Alejandro Talavante / Fotografía de Andrew Moore
"...Gloria a Dios en las alturas y gloria en las plazas de toros a quien, miren por dónde, quizás esté destinado a ser el mesías verdadero de la Tauromaquia de este momento taurino. Magno Alejandro, el Alejandro Magno del momento..."
Alejandro Magno
Este San Isidro ha sido la Feria de Talavante. Hasta este momento, el extremeño es el gran triunfador del serial, el único que ha puesto en solfa aquello de “Ortega principio y fin, el que llevaba los toros por donde no querían ir”. Un torero que como el Quijote es capaz de luchar contra los molinos de viento, ha vuelto a imponer su ley en una empresa que parecía imposible. Es muy fácil decir como el rey de España tras la batalla de Trafalgar; “yo no mandé mis barcos a luchar contra los elementos”. Contra los elementos también se puede ganar la batalla con coraje y grandes dosis de confianza en sí mismo.
No se ha conformado con esperar a que le salga el toro colaborador. ¡Qué escarnio! ¿Quién ha dicho que los toros tienen la obligación de colaborar con quien pretende burlar sus embestidas y acabar con ellos de un espadazo? Los toros salen a la arena a vender cara su vida y, si es posible, a ganarle la partida al hombre vestido de luces. Pero Talavante, ya en su anterior cita isidril, luchó a brazo partido con aquel peligroso y despendolado toro de Núñez del Cuvillo y salió triunfador. Y hoy con un toro de Fuente Ymbro, por el que nadie apostaba un céntimo, ha hecho tres cuartos de lo mismo. Un toro complicado y difícil al que el torero ha sabido meter en su dinámica de triunfador, sacándole del cuerpo un faenón de bragueta, arte y torería, y ha vuelto a reventar Las Ventas con su concepto de toreo total.
Cuando los celajes de la noche comenzaban a adueñarse del ruedo por el que Talavante paseaba una oreja imposible para la mayoría de los que hoy por hoy se visten de luces, he tenido mis dudas de si los otros cinco toros de Gallardo no habrán muerto con gloria porque no han tenido la suerte de caer en manos del extremeño de oro del toreo actual.
Gloria a Dios en las alturas y gloria en las plazas de toros a quien, miren por dónde, quizás esté destinado a ser el mesías verdadero de la Tauromaquia de este momento taurino. Magno Alejandro, el Alejandro Magno del momento. Torero grande habemus.
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