19/05/2016 / Fotografías de Andrew Moore
S.I.16.- Hoy me he encontrado con el Rey Emérito, D. Juan Carlos de Borbón, en mi paso habitual por la sala de prensa de Las Ventas. Creo que es la tercera vez que viene a los toros en esta feria y nos felicitamos por tenerle como aficionado. Cuando los políticos le dan la espalda a la Fiesta, él no se avergüenza de ser aficionado.
Pero si D. Juan Carlos tiene tratamiento de Rey Emérito, otro que también puede tenerlo, aunque sea en minúsculas, es Enrique Ponce. Lleva casi tantos años reinando en el escalafón, aunque ya no sea el mandón (como D. Juan Carlos), que hay que darle un título. Tampoco eso significa que, a estas alturas sea el mejor, pero la solemnidad con la actúa, las formas, los modales, la representación que ostenta, le hacen acreedor a ese título honorífico.
El brindis de emérito a Emérito
Ponce ha estado hoy en Las Ventas, como Juan Carlos, y solo con su presencia hace que le aplauda el público. La formalidad con la que torea puede gustar más o menos, pero todo lo rodea, como decíamos, de la solemnidad de un rey. A punto ha estado de lograr trofeo en su primero, el que brindó a Juan Carlos, y sin embargo se ha tenido que conformar con una ovación que, curiosamente, ha recibido con la muleta en la mano, que no había cambiado por el percal, fruto de su despaciosidad para regresar a tablas tras la muerte y arrastre del toro. Yo no creo haberlo visto nunca, pero tampoco nunca le había dado el tratamiento de rey emérito del toreo actual.
No solo eso ha sido insólito, también, con Ponce en el ruedo, se ha devuelto el sobrero que le correspondía sin ni siquiera salir los picadores ni verle rodar por la arena al burel. Ignoramos los motivos pero no deja de ser curioso, cuando en otras ocasiones, y con toda la plaza en protesta, se quedan en el ruedo inválidos evidentes. Si alguien lo sabe, me gustaría conocerlo.
Venía a confirmar otro valenciano, Román y, otra curiosidad, se ha tenido que quedar sin hacer faena al toro de la confirmación por romperse en el primer muletazo una mano. Ya había tenido lugar la confirmación y ese será el toro con el que confirmó en Madrid, y al que no pudo torear de muleta.
Le quedaba el cartucho del sexto y se apresuró a no dejar escapar esa oportunidad de hacer cuanto sabe ante la afición de Madrid. Con el capote hizo más de un quite y con la muleta estuvo valeroso y hasta emocionó a los tendidos con el único toro vibrante que se trajo la ganadería del Puerto. Los pinchazos le hicieron perder la oreja que ya se veía en el horizonte, pero nadie podrá decirle que no ha estado en novillero, lo que casi es todavía, con la hierba en la boca, dadas las pocas corridas toreadas.
Daniel Luque pechó con dos toros deslucidos y estuvo intentando todo y abusando del pegapasismo que tanto aburre. Lo he dicho en días atrás y lo vuelvo a repetir: A Juan Mora no debieron verle sus compañeros, ya que ninguno ha aprendido la lección para Madrid.
En eso tampoco le imita Ponce a Mora y no siempre la reiteración conlleva mayor calidad, pero a lo que se ve cada uno es ca’uno y el público termina saliendo de la plaza casi a la hora de tener que volver. Los toreros no vuelven al día siguiente, pero los aficionados sí.
No tendrá el rey emérito del toreo la misma representación que el de la nación, pero ejerce perfectamente de los modales y solemnidad que corresponde al cargo.
Lo que si puso la plaza en pie, sin lugar a dudas y sin ser emérito, es la actuación de Raúl Martí en el tercio de banderillas del sexto. El mérito fue todo suyo.
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