"...Pundonor y temeridad. La primera porque Ureña fue digno de toda admiración al volver a salir en Las Ventas contra viento y marea en pos de triunfar otra vez pasara lo que pasase. Y la segunda, la temeridad, porque hubo momentos de verdadera angustia en los que se le vio totalmente a merced de sus enemigos..."
Otra oreja para Ureña, entre la temeridad y el pundonor
J.A. del Moral · 23/05/2016
Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo 22 de mayo de 2016. Tarde medio nublada y agradable con molestas rachas de viento y dos tercios de entrada muy repartidos.
Cuatro toros de Las Ramblas, bien aunque desigualmente presentados y de vario juego en los primeros tercios entre los que mansearon en varas y cumplieron, resultando en la muleta nobles en distintos grados de fuerza. El primero se dejó más por el lado izquierdo que por el derecho. Tan noble como blando el segundo. Y más o menos nobles quinto y sexto. Por devolución del muy débil tercero, se corrió un sobrero de Julio de la Puerta, bien presentado que manseó en varas aunque llegó muy noble a la muleta por el lado derecho. En cuarto lugar se jugó un sustituto de Buenavista, bravo y noble aunque a menos en brío.
El Cid (nazareno y oro): Estocada baja, silencio. Estocada, aviso y silencio.
Paco Ureña (rosa y oro): Estocada saliendo prendido y tres descabellos, aviso y gran ovación. Pinchazo saliendo por poco cogido y descabello, oreja. Pasó dos veces a la enfermería. Una tras matar al segundo y otra tras matar al quinto.
Fortes (obispo y oro): Estocada trasera, silencio. Estocada corta y descabello, silencio.
Curro Robles destacó en palos en el cuarto.
Ayer publiqué un artículo que vendría como anillo al dedo como prólogo de la crónica que nos ocupa sobre esta corrida aunque, dado el especial caso de Paco Ureña, quepa matizarlo respecto a la inconveniencia que supone para los toreros basar sus actuaciones más en los alardes que en el buen toreo por las fatales consecuencias que ello pudiera tener.
El diestro murciano está gustando tanto en Madrid y en tan buena lid que se ha convertido en favorito de Las Ventas. Ayer salió a torear muy mermado de facultades físicas sin estar totalmente repuesto de la cornada que sufrió en su anterior actuación. Lo hizo infiltrado al parecer y se notó. Lo notó él y lo notamos cuantos le vimos. Por esta inferioridad de condiciones físicas volvió a rozar la tragedia en sus dos intervenciones, salvándose de milagro de resultar herido otras dos veces en muy pocos días.
Su increíble aunque palpable gran presencia de ánimo, le salvó al mismo tiempo que le ayudó para que volviera a triunfar en el siempre comprometido escenario de Las Ventas solo que esta vez muy apoyado un tanto incondicionalmente por el público que celebró muchísimo sus aciertos y perdonó los naturales fallos que cometió, no porque se equivocara en el planteamiento de sus faenas ni por el mal uso de las telas, sino por lo ya dicho, por su lamentable falta de facultades físicas.
Por todo esto he titulado esta crónica con dos palabras que ayer vinieron como anillo al dedo: Pundonor y temeridad. La primera porque Ureña fue digno de toda admiración al volver a salir en Las Ventas contra viento y marea en pos de triunfar otra vez pasara lo que pasase. Y la segunda, la temeridad, porque hubo momentos de verdadera angustia en los que se le vio totalmente a merced de sus enemigos.
El recibo del quinto a porta gayola en su intención de dar una larga de rodillas, fue a la vez admirable y espeluznante porque tuvo que apartarse y desistir de dar el lance obligado por puro y natural instinto de la conservación. El toro salió al ruedo como distraído y ajeno al reto para, repentinamente, irse hacia a por el torero tan veloz como un disparo. Como para salir corriendo a la desesperada. Pero Ureña no abandonó para nada su incondicional propósito de triunfar, continuó en la lid como si nada malo hubiera sucedido y hasta se estiró templado en varios lances muy vistosos que fueron subrayados con suspirados oles de cuantos acabábamos se pasar largos instantes entre el susto y el miedo. La faena, brindada al cónclave, también transcurrió entre los ay y los olés. Tan pronto bellísima como lógicamente entorpecida y en medio de una moción realmente incontenible y desbordante.
Habrá quienes digan que esta faena ad-limiten de Paco Ureña no fue de oreja. Pero solo por el hecho de llevarla a cabo en las descritas circunstancias y por lo que ya había logrado con su primer toro, algo parecido a lo que acabo de describir y que, si no fue premiada con otra oreja, fue porque todo lo consiguió en una también cantada faena que se basó en estupendos muletazos en redondo sobre la mano derecha aunque estoy seguro de que, si hubiera actuado en plenitud de facultades, su labor se habría desarrollado a la altura de extraordinario ejemplar…
Sea como fuere, lo echó a perder con tres inoportunos golpes con la espada de descabellar. Había, pues, que premiar el conjunto de una actuación heroica hasta más allá del pundonor.
Tanta y tan grandísima disposición del murciano chocó con la impotencia de El Cid que, la verdad sea dicha y mucho que nos duele decirlo, ayer fue la viva imagen de una involuntaria derrota frente a dos toros que, en sus mejores tiempos, hubiera desorejado quizá y sin quizá hasta por partida doble.
Cada vez que veo a Manuel Jesús de tan mala manera, siento tanta angustia como desazón. ¿Por qué sigue empeñado en continuar, por qué no lo deja ya, por qué persiste contra toda razón?… Vaya usted a saber… Misterios sin descubrir… Pero hay que irse, Manuel, amigo, hay que irse… Tan excelente torero y tan gran persona que llenó varias temporadas con su gloria, no merece este final que parece una agonía interminable.
Tampoco me convenció ayer el que ahora quiere que le llamemos simplemente Fortes. Saúl Jiménez Fortes ha decidido prescindir en los carteles, primero de su nombre y después de su primer apellido. Pareciera que quisiera desprenderse de todos los gravísimos padecimientos que lleva sufridos en su todavía corta carrera. Esta situación es aún peor que la de El Cid porque el de Salteras lleva muchos, muchísimos triunfos celebradísimos en su mente y en su corazón… Pero Fortes solamente puede presumir de haber superado cornada tras cornada a cada cual más grave. No merece la pena entrar en los detalles de su desgraciada actuación. Bastante tiene el pobre con lo que hizo o, mejor dicho, con lo que no hizo o no pudo hacer. Voluntad sin resultados. Exposición gratuita. Entrega sin control de sí mismo. No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo…
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