"...se cumple el aniversario de la célebre Corrida de los Quites, que tuvo lugar en la Monumental de Las Ventas, el 23 de mayo de 1996, entre José Miguel Arroyo y Enrique Ponce, en presencia de Francisco Rivera Ordóñez, a quien le tocó ser el invitado de piedra..."
RETAZOS TAURINOS (XIII)
EDUARDO SOTO
Mérida-Venezuela, 22 de Mayo de 2016.
Ciertamente ustedes conocen que se llama Quite cuando, tras el segundo puyazo, el diestro a quien corresponde el siguiente toro, realiza una tanda de pases, a los cuales tiene pleno derecho, el cual puede recibir réplica del matador en turno, lo que generalmente ocurre cuando el quite ha sido de calidad. Este contrapunteo con el capote, genera una rivalidad que mucho aviva la tarde, para mayor contento de la afición.
Pues bien, en unos días se cumple el aniversario de la célebre Corrida de los Quites, que tuvo lugar en la Monumental de Las Ventas, el 23 de mayo de 1996, entre José Miguel Arroyo y Enrique Ponce, en presencia de Francisco Rivera Ordóñez, a quien le tocó ser el invitado de piedra.
Esa tarde, a casa llena, con encierro de Samuel Flores, se escenificaron tres quites en el segundo toro, cuatro en el tercero y cinco en el cuarto. Una docena de quites, en los cuales Joselito y Ponce se alternaron, para proporcionar una lección de toreo de capa pocas veces vista.
Ello se facilitó porque a los toros, que fueron bien presentados, encastados, nobles y con fuelle, se les trató con inteligencia y temple, sin obligar ni abusar del animal. Así se explicaría por qué un toro, después de los puyazos, aguante tantos quites y la correspondiente faena de muleta.
En esta corrida memorable, ambos diestro se lucieron con un soberbio ramillete de lances de capa: Verónicas a pies juntos, delantales, tafalleras, navarras, chicuelinas de manos bajas, gaoneras, crinolinas y galleos, rematados con largas cordobesas y serpentinas afaroladas. Ojalá, algunos de ustedes hayan podido presenciar la singular tarde. Qué tiempos aquellos, tan cercanos y lejanos a la vez.
La Asociación Internacional de Tauromaquia, es una institución sin fines de lucro, cuyo objetivo es la defensa integral de la tauromaquia como patrimonio cultural de la humanidad y promover su inclusión en la lista de bienes culturales inmateriales que elabora la UNESCO.
Este proyecto, que además del apoyo popular requiere la decisiva participación institucional, ha venido sumando adhesiones y, por lo que a Venezuela respecta, le cupo el privilegio a Lizandro Morales, Alcalde de Tovar, de ser el primero en el país en declarar, en septiembre de 2010, Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo tovareño, a los espectáculos taurinos celebrados desde hace diecisiete décadas, con motivo de las festividades de la Virgen de Regla, Patrona de Tovar, los cuales ciertamente constituyen una de sus más arraigadas tradiciones.
Por su parte, a la Comisión Taurina de Mérida le correspondió el honor de ser la primera y única, hasta ahora, en Venezuela, en declarar Patrimonio Cultural Inmaterial y Bien de Interés Cultural, a todos los festejos taurinos que se presenten, por cuanto forman parte de la cultura, idiosincrasia, tradición y gentilicio del pueblo merideño. Así quedó consagrado en el nuevo Reglamento a la Ordenanza Taurina de la Ciudad de los Caballeros, redactado por la Comisión que, con el visto bueno del Alcalde Carlos García, entró en vigor para la Feria del Sol de 2015.
Por cierto, el venezolano William Cárdenas, radicado en España, pero tachirense, novillero, diplomático y abogado, es quien preside la Asociación Internacional de Tauromaquia desde su constitución en 2004 y, además, está al frente de la Plataforma Democrática de Venezolanos en España.
No podría terminar estos retazos, sin hacer mención a la reciente iniciativa del diestro tovareño Rafael Orellana, que ha dado un paso al frente en defensa de la Fiesta Brava en Venezuela, al ofrecer su actuación ad-honorem en una corrida, a celebrarse en cualquier plaza del país, para contribuir a financiar la defensa legal de nuestra Fiesta Brava. Iniciativa que ha sido secundada por otro torero del terruño, Tomás Martínez y, además, por el también coterráneo César Alarcón, presidente de una entidad pública, quien ha puesto a la disposición las dos plazas que maneja la institución: La Monumental de Mérida y el Coliseo de Tovar.
Al desear el mejor de los éxitos a esta iniciativa, no deja de ser significativo constatar que nuestro paisano Orellana, haya hecho este anuncio desde el Perú, país donde se celebran más de seiscientos festejos taurinos al año, desde los remotos villorrios de la Sierra, donde existe un verdadero sincretismo entre ancestrales ritos incaicos y costumbres traídas por los españoles, hasta la plaza de Acho en Lima, única plaza histórica de América, donde se celebra la famosa Feria del Señor de los Milagros, a la que tuve oportunidad de asistir en 2014, durante mi último viaje al Perú.
Por cierto, la plaza de Acho se apresta a celebrar sus dos siglos y medio de existencia en el corriente año, importante para ese país, con la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a principios de junio, actualmente embargado de luto taurino por la lamentable desaparición de un joven torero - a cuyos dolientes hacemos llegar nuestras expresiones de solidaridad - pero, por otro lado, complacido al observar a su diestro, doctorado hace solo ocho meses, cosechar triunfos en cosos importantes del nuevo y viejo continente.
No hay que olvidar que los toreros son figuras públicas y sus actuaciones son siempre objeto de comentarios y críticas de diversa naturaleza, los cuales contribuyen a alimentar su espíritu de superación, a que se mantengan en la palestra y a estar presentes en el ánimo de los aficionados. A los desempeños de Rafael Orellana me he referido varias veces en algunos escritos, con matices distintos, pero todos calzados con mi nombre y apellido, muy lejos del apelativo de baja estofa que se ha pretendido endilgarles gratuitamente.
Es oportuno recordar que los toreros se defienden solos, con su quehacer en el ruedo, donde tienen que demostrar su verdad y su valía, sin veredictos de paisanaje, ni negociaciones de trastienda para reasignar toros, ni recorriendo callejones incitando públicos a pedir recompensas no justificadas en la arena. También son contraproducentes para el torero los comentarios ramplones, salpicados en mala hora de afanes propagandísticos, los cuales, seguramente, hasta el propio matador desconoce, pues son ajenos a su personalidad que rezuma decencia.
Nadie ignora, como bien alude Rafael Orellana en su esquela, que los toreros se juegan la vida, pues en muchos lugares donde les toca actuar hay deficiencias para la atención médica. Añadiría, que los detalles de la tragedia de Malco entristecen el alma, pero no solamente las fallas existen en la serranía peruana, sino también en la coyuntura que estamos tratando de superar en Venezuela, donde el riesgo de sufrir un percance se ha potenciado, puesto que no se consiguen antibióticos ni medicamentos y los galenos se ven entonces imposibilitados para prestar la debida asistencia.
De todas maneras, es de agradecer que me hayan facilitado explicitar algunas ideas sobre el Perú, país que conozco desde hace cuarenta años y donde tengo muchos amigos, algunos ligados a la Fiesta Brava.
Proverbio: Hay que recordar siempre que la tauromaquia es un arte, pero a sabiendas que hay de todo en la Viña del Señor. ¿No les parece?
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