De seguir así, terminarán por ganarles a los mansos o que se lidien estos un día
Consiguió la oreja Talavante, pero lo cierto es que era a repartir entre todos los asistentes que llenaron la plaza. Si mérito tuvo Alejandro, no digamos el del público tras dos horas y cuarto en la sufrida piedra.
La feria de San Isidro se está convirtiendo en una competición… una competición para ver quién manda el peor encierro, el más manso, el más descastado, el menos bravo, el que menos se merece la afición de Madrid que, por encima de todo, piensa en el toro como el eje de la Fiesta.
Hoy nos ha tocado el de Fuente Ymbro, que si en otras plazas puede lucir precisamente un ganado encastado, aquí y hoy se ha puesto a la cabeza de la clasificación de lo peor de la feria.
Con ese material poco se podía hacer, teniendo como han temido tres tauromaquias diferentes a aplicar por la terna, y poco se ha hecho. Es más, alguno que haya tenido algo de prisa se habrá perdido las dos series de naturales que Talavante administró al último manso de la corrida.
Fue en chiqueros, el terreno elegido por el toro, tras un trasteo insípido tras de intentar sujetarlo. Allí se fue el extremeño y allí administró esos pocos momentos que emocionaron a la gente, era fácil emocionarles tras del aburrimiento sufrido durante más de dos horas, y que tras la estocada pusieron sus pañuelos al viento pidiendo esa oreja que les redimiera de la penosa tarde. Consiguió la oreja Talavante, pero lo cierto es que era a repartir entre todos los asistentes que llenaron la plaza. Si mérito tuvo Alejandro, no digamos el del público tras dos horas y cuarto en la sufrida piedra.
Se llenó la plaza de nuevo ante el reclamo del cartel. Tercera actuación de Talavante y presentación en la feria de Urdiales y Perera. Urdiales pechó con el sobrero de Buenavista que tuvo algo más de nobleza que los de Fuente Ymbro y construyó un trasteo lleno de altibajos pero siempre con algún muletazo marca de su forma de interpretar el toreo. Fue ovacionado en ese y en el que mató de la ganadería titular obtuvo un respetuoso silencio tras intentar lo que se veía que era imposible.
Perera ha querido, brindó sus dos toros al público aunque no sabemos por qué ni qué les vio para hacerlo, y salvo el pase por la espalda de inicio de la segunda faena no somos capaces de recordar nada más.
Así está esto, que bastan unos muletazos para que la gente entre en éxtasis aunque sea en el último minuto. Hoy los toreros poco podían hacer con lo que tuvieron y ese poco sirvió para que Talavante se marche de la feria con otro trofeo a sumar al del viernes pasado.
La pregunta es ¿dónde vamos a llegar? si persisten en doblegar la resistencia de los aficionados con ganado impropio de la primera feria del mundo.
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