2021, Año Berlanga, sería buen momento para que muchos de nuestros políticos se sosegaran, meditasen, se sacudieran tópicos y prejuicios, sacasen conclusiones, fundamentaran argumentos y alejasen el fantasma del toro que divide porque no es cierto, todo lo contrario, es el auténtico nexo que une todas las Españas en libertad.
Berlanga y el toro que une
Carlos Bueno
Avance Taurino / 6 Enero 2021
Las Cortes Valencianas acordaron por unanimidad declarar el 2021 como Año Luis García Berlanga para conmemorar el centenario del nacimiento del icónico director valenciano. El mito del cine español e internacional fue capaz de poner de acuerdo a todos los grupos políticos para reivindicar el legado de uno de los exponentes de la cultura más ilustres del siglo XX (De momento no hay noticias concretas de las actividades que el Ministerio de Cultura organizará por tal efeméride).
Berlanga retrató como nadie la sociedad española a través de una crítica satírica y humorística de la realidad de la época. Cineasta independiente y de alma libre, rebelde y comprometido, capaz de mostrar la cruda realidad con ironía, ingenio e inteligencia.
En su honor y memoria este año se llevarán a cabo homenajes, ciclos, rutas, conciertos, concursos, exposiciones y actos culturales a los que se ha sumado el sector taurino, faltaría más. No en vano Berlanga nunca escondió su afición por los toros y, además, hizo gala de ella en largometrajes memorables.
La tauromaquia siempre deberá estar agradecida a Berlanga, entre otros motivos por la significación que le dio al toro en “La vaquilla”, su legendaria película que demuestra que España está unida por el animal bravo, quizá el único símbolo en el que convergen nacionales y republicanos, pobres y ricos, sabios y analfabetos, los de derechas y los de izquierdas.
La película relata cómo durante la guerra civil española unos militares republicanos deciden infiltrar un grupo de sus hombres en territorio enemigo para raptar a la vaquilla que iban a utilizar en una fiesta taurina. Los protagonistas pasan por numerosas aventuras cómicas tratando de apoderarse del animal, el icono preciado por todos.
Los republicanos no consiguen llevar a cabo su plan y deben huir de vuelta a sus líneas. El plan fracasa y la vaquilla escapa del poblado para acabar muriendo después de ser toreada entre ambas trincheras por un matador por cada bando. Los buitres terminan devorando al toro, como un símbolo de España y de lo que le ocurría en aquellos años (y también ahora), indicando que en una guerra fratricida solo puede haber vencidos.
El mensaje es perfectamente extrapolable a la situación actual, con un ambiente político muy agraz a todos los niveles. Hay dirigentes que aplauden a Berlanga pero no entienden o no quieren entender sus mensajes, entre ellos el del toro que nos debería unir, nunca separar. Otra enseñanza que no ha calado la desprende la escena en la que los republicanos se lanzan desnudos a nadar en un estanque y se encuentran con soldados franquistas también bañándose desnudos. Sin ropa, ni uniformes, ni insignias, todos somos igual, el heroísmo guerrero es absurdo y las enemistades brutales son ilógicas entre individuos agobiados por idénticos problemas y dilemas.
Parece algo utópico, pero sería fabuloso que, además de ensalzar unánimemente la figura del aclamado cineasta valenciano, nuestros representantes políticos tuvieran la intención de aprender de sus lecciones. El Año Berlanga sería buen momento para sosegarse, aparcar odios, meditar con temple, reflexionar, sacudirse tópicos y prejuicios, sacar conclusiones, fundamentar argumentos y alejar el fantasma del toro que divide porque no es cierto, todo lo contrario, es el auténtico nexo que une todas las Españas en libertad.
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