Claro que, lo que el mundo de los toros no sospechaba era que de las ayudas que todo el mundo tenía acceso, de las mismas, ni un solo euro iría a parar a las manos de los artistas como son los toreros, banderilleros y demás personas afines al mundo de los toros que, por lógica, les correspondía ser atendido como al primer español que fontanero fuera, por citar un digno oficio. Ya, casi al final del 2020 el gobierno, según informaron a bombo y platillo, ofrecía una cuantía digna para todos aquellos profesionales del sector que, dicho sea de paso, por lógica les correspondía. Poco era, noviembre, diciembre y enero del año en curso; menos da una piedra, decían los resignados profesionales del sector.
Lo realmente dantesco, es decir, la otra pandemia la tenemos dentro de nuestro gobierno puesto que, a estas alturas, todos aquellos profesionales que se les prometió una ayuda lógica, cabal y certera porque la merecían, a estas alturas no han percibido ni un solo euro. Eso sí, al ministro de cultura, el gordito Uribes, lo hemos visto reunido con Victorino Martín, nadie sabe para qué puesto que soluciones no ha aportado ninguna. Dicen que es un hombre educado, cosa que no niego; pero en su cargo es un estúpido más que ha tratado al mundo de los toros como si fueran apestados; es decir, no hemos recibido el menor trato de favor de semejante personaje que, respecto a los toros, acojonado por el miedo que le mete el indeseable de Pablo Iglesias, no ha sabido pronunciarse en nada ni para nada.
Para colmo, la ministra de trabajo se ha lavado las manos y aquí paz y allá gloria. ¿Cabe mayor desfachatez en un gobierno maldito como el que tenemos que, dejan morir de hambre a cientos de personas que han cotizado toda su vida y nadie les ha atendido porque pertenecen al gremio de los toreros? Esta cuestión no la entiende nadie y, lo que es peor, la que se nos avecina si la maldita pandemia no se aleja para siempre de nosotros.
He sabido, de primera mano, la situación de algunos banderilleros y se me ha helado la sangre en las venas. Ver a decenas de hombres mendigando, trabajando en lo que fuere, pidiendo en Cáritas, con sus trajes de toreros colgados en el armario; y todo, con la finalidad de tratar de sobrevivir. Nada de nada. Y encima no les cae la cara de vergüenza. Hay que ser hienas, malas personas, crueles y criminales para dejarse a este colectivo sin pan y, lo que es peor, sin ilusión alguna puesto que, como digo, estamos a la espera de un milagro para que todo vuelva a la normalidad.
Es cierto que se organizó la llamada feria de la Reconstrucción de la que artísticamente prefiero no pronunciarme pero que, no es menos cierto que, algo palió, especialmente para los hombres que tuvieron la fortuna de participar en dicha feria; pero claro, fueron los menos, el resto, como digo, se quedaron compuestos y sin novia; es decir, no había pan para todos, el que había se repartió entre los afortunados que resultaron premiados en el “sorteo” y, los demás todos quedaron con la boca al sol.
Mucho ha sido el daño que nos ha traído la pandemia y, no hablemos de los ganaderos que, como es notorio, la mayoría de ellos han llevado cientos de toros al matadero al precio de la carne, es decir, a trescientos euros por toro. Dicha la cifra, ¿se imagina ya todo el mundo la hecatombe ganadera? Está clarísimo. La ruina la tiene encima de la mesa, está servida, veremos quien la resuelve. Por miles de razones, al mundo de los toros, al margen de la pandemia que ha matado a casi cien mil personas, que ha dejado en miles de personas lisiadas de por vida y que por dicha cuestión se han destruido cientos de miles de puestos de trabajo, la peor parte se la ha llevado el mundo de los toros. A las pruebas me remito. Es decir, la “otra” pandemia, la que no sospechábamos jamás que nos atacaría, nos ha producido una cornada de espanto, la del hambre y la desolación de cientos de familias taurinas que, en estos momentos no tienen para comer. Y, para colmo, tenemos que soportar al cara dura de Pedro Sánchez dando lecciones de urbanidad, equidad, civismo y todos los valores que ni sabe ni practica porque el sujeto aludido, como el mundo sabe, su oficio es mentir.
En la foto que mostramos, la auténtica pandemia que ha asolado España y, sin duda, el mundo de los toros. A las pruebas nos remitimos. Sobran las palabras porque los hechos han hablado.
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