En los últimos meses la mayoría de las televisiones dedican a los cotilleos --y cosas mas graves-- más de cien veces más que a la realidad del mundo del toreo. Se socaba sin reparo la privacidad de los toreros, se sacan a la luz –la mayoría de las veces sin datos comprobados-- sus vidas y andanzas. Y de paso unos cuantos se dedican a ganar dinero, incluso a costa del buen nombre sus familias. Quienes amamos a la Tauromaquia no debiéramos colaborar con este desmadre.
Nada se respeta, sobre todo la memoria de un histórico de la Tauromaquia como lo fue Francisco Rivera “Paquirri”. Hasta su viuda pone precio para dejarse entrevistar para explicar lo que no necesita explicación: que tiene un lío económico importante con la herencia y con más cosas. Y una gran falta de estima por la privacidad, la suya y la de toda su familia. Lo malo es que algunos otros también se prestan al mismo juego.
Este tipo de medios no se dan cuenta que ponen en evidencia su propia incapacidad para crear contenidos nuevos. En las Facultades de periodismo nos enseñaban que la finalidad de los medios se centraba en “informar, formar y divertir”. Ninguna de esos tres pilares fundamentales se cumplen con la telebasura.
¿Para qué informar de la vida privada de un torero y su familia?, ¿qué género de formación pretenden difundir?, ¿acaso puede llamarse diversión a mal tratar la memoria de una persona fallecida que no se puede defender?
Para mayor asombro, las teles se copian unas a otras sin recato. Mucho dinero o mucha audiencia tiene que haber en juego para dar por buena semejante fórmula de mimetizarse unas a otras. En el dichoso Covid y los toreros, todos han hecho su temporada invernal, hasta creando programas especiales fuera de su parrilla habitual. Un mimetismo que hace casi inútil el mando a distancia: pinches donde pinches, hay una alta probabilidad que todas anden en lo mismo.
En la parte que nos toca, el mundo del toro, que todo él es Cultura, no puede colaborar con este desmadre. Entre todos hay que poner los toreros y a la Tauromaquia entera en el lugar que le corresponde, que es bien distinto.
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