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Comportamientos y actitudes, que desdicen de algunos que se consideran consagrados aficionados taurinos y lo menos que tienen es eso, sus acciones, son el claro reflejo de los propios resentidos de la Fiesta Brava, a la que hacen daño y eso, que han vivido y convivido de ella, alcanzado posiciones que les desmerecen hoy día, su personalidad.
La Fiesta Brava en Venezuela, se la ha tenido super difícil y en estos tiempos de aguda crisis socio económica política y pandemia, mucho más, a lo que se suma el daño que le hacen ciertos elementos dentro de ella, más que los adversarios de toda la vida, tienen el ego de pedestal y ahora, que vienen resurgiendo tradicionales ferias pueblerinas taurinas, que las Escuelas Taurinas que tienen vida en el país, la de Mérida y Tovar en el Estado Mérida y San Cristóbal en el Estado Táchira, tienen buena matrícula de niños (as), adolescentes, ávidos de convertirse en profesionales del toro, se hace imperante, necesario, obligante, que entre los taurinos exista, prevalezca, respeto y unión taurina por encima de todo.
Desilusiona, para no escribir la palabra apropiada, por respeto a los lectores, saber que ciertos personajes se desgarran las vestiduras manifestando que son férreos aficionados pero por el contrario, como dirían mis extintos progenitores “son el diablo mismo metido en casa”, la socavan con sus malsanas actitudes, queriéndose ser más que los demás y en honor a la verdad, son unos pobres mediocres.
La unión de los taurinos en Venezuela, es vital para la permanencia, perseverancia, sostenimiento por siempre, de nuestra Fiesta Brava, por lo que hoy por hoy, el llamado a todos los aficionados venezolanos, sin distingos de clase y posición, es al respeto mutuo, unificación de esfuerzos y voluntades, deslastre de las malas semillas germinadas en todos los estratos taurinos, poder es querer, lo malo se desecha lo bueno se abona, a más ver y olé.
Foto arte: Carlos Raúl Lobo Díaz
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