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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 21 de julio de 2014

Saint-Vincent-de-Tyrosse (Francia). Presentación de EL Pana que bulló en su propia salsa y oreja para Paco Ureña




Plaza de toros de Saint-Vincent-de-Tyrosse (Francia)

 "...A Escribano le debieron dar una oreja del segundo con el que anduvo muy valiente, variado y eficaz al matar. Y a Paco Ureña las dos del tercero – cortó una -, un toro de gran clase y templadas embestidas con el que Ureña se nos destapó con maneras de elegido..."


Presentación de EL Pana que bulló en su propia salsa y oreja para Paco Ureña

Para quienes no lo sepan, Saint Vicent de Tyrosse es una población situada en la región de Aquitania,departamento de Landas, en el distrito de Dax y a muy pocos kilómetros de la villa de Hossegor, situada junto a la costa del océano Atlántico y circundante del lago del mismo nombre. Un lugar ciertamente paradisiaco en donde cada año pasamos unos días desintoxicadores de los Sanfermines que coinciden con la feria de Mont de Masan. Ayer muchos de los habituales del ciclo montois, nos acercamos a Saint Vicent para ver la presentación en Francia del veteranísimo y pintoresco diestro mexicano Rodolfo Rodríguez, más conocido como El Pana. Lo hizo junto a los jóvenes matadores españoles Manuel Escribano y Paco Ureña ante una corrida del miembro más joven de la familia Buendía llamada Rehuelga. Fue una tarde de pequeñas tormentas y sucesivos e intensos aunque breves chubascos, característicos en esta región durante este mes de julio tan taurino en España como en el sur oeste francés. Pese al mal tiempo, la plaza se cubrió en más de dos tercios de su aforo y seguro que, de no haber llovido tanto, se habrían agotado las localidades.

La plaza de toros de Saint Vicent es un bonito reciento ovalado al que da sombra una frondosa arboleda de grandes plátanos. Coso ciertamente singular que en su fachada figuras dibujos en hierro forjado del gran pintor y natural de esta zona, Jean Ducasse, hace poco tiempo en el otro mundo tras cubrir una vida fecundísima. Quizá algunos de mis lectores recordarán que fue quien ilustró mi libro “Ojeda, el último revolucionario”.

Fue el morbo que desde hace años acompaña a El Pana lo que despertó el interés de los aficionados para ver qué hacía o no podía hacer el casi anciano personaje. Y ciertamente que no defraudó. Sin triunfar porque le cuesta un mundo entrar a matar, El Pana tuvo suerte con sus dos toros, ciertamente chochones y de suficientes aunque por nada inquietantes cornamentas, que le permitieron dar rienda suelta a dos actuaciones al mismo tiempo estrafalarias, por breves momentos torerísimas y desde luego cercanos a lo circense que hicieron las delicias de los presentes. Tiene mucho mérito El Pana en ponerse delante de reses bravas dadas sus escasísimas facultades físicas y en dar un espectáculo en cualquier caso divertido aunque, en determinados momentos, resulte sonrojante. Y es que este señor carece totalmente del menor sentido del ridículo hasta el punto que, durante sus actuaciones, los olés alternan con las rechiflas. Sin apenas aquietarse, a parcos lances y a muletazos entrecortados, casi siempre ventajistas, unos arrugados y otros templados, de pronto se marca una revolera salerosa, un molinete subyugante, un recorte perfumado, un desplante enervante… Y ello adobado con carreras huyendo despavorido del toro que le persigue hasta frenarse repentinamente y saludar El Pana al público con gestos de que “!aquí no pasa ná¡”que levanta clamores.


A El Pana le trajo al fresco no poder cortar orejas. Y no le importó porque se marcó por su exclusiva cuenta unos saludos reverentemente palaciegos y unas vueltas al ruedo entre heroicas y limosneras. Tras mal matar al cuarto toro dio dos vueltas seguidas y se arrodilló gesticulante para besar la arena del ruedo. Por aquí se hablaba de que El Pana era un personaje flamboyant. Un torero en el mismo borde del abismo que toca la gloria con los dedos sin alcanzarla nunca. Su paseíllo despertó mucha curiosidad y provocó asombro verle hacerlo fumando un gran habano humeante, y, por ir descubierto al debutar, dejando ver una coleta natural tan canosa como larga anudada en el extremo con un lazo de seda negro, llevando sobre el hombro una manta mexicana en vez del capote de paseo. Todo un caso El Pana. Se nos dijo que este verano actuará en otros ruedos franceses y españoles. Tiene asegurada la asistencia de curiosos en todas partes para verle. Pero no podrá repetir actuaciones en cada sitio que comparezca. Una y no más será suficiente en cada escenario.


Toda la suerte del mundo no terminó en tragedia para El Pana porque en los lotes de sus dos compañeros saltaron un par de toros muy peligrosos. Sobre todo el quinto. Y el sexto por el lado derecho. Manuel Escribano y Paco Ureña se los quitaron de en medio con franca solvencia. A Escribano le debieron dar una oreja del segundo con el que anduvo muy valiente, variado y eficaz al matar. Y a Paco Ureña las dos del tercero – cortó una -, un toro de gran clase y templadas embestidas con el que Ureña se nos destapó con maneras de elegido. Nunca le había visto y la verdad es que me encantó este joven murciano recriado en Sevilla.

1 comentario:

  1. ¡Pues venga un mano a mano veterano entre los maestros El Pana y Frascuelo! Creo que mi voto sería por la torería y la clase de Dn. CEM. // Atte., Torotino.

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