"...el de Velilla de San Antonio pegó otro patinazo más y van… Se fue de vacío tras aburrir bastante al personal y dando la impresión de llevar la negra..."
3ª de la Feria de San Jaime en Valencia
Parece que El Juli trae la negra y la contagia
- El Juli ya ha tenido bastantes disgustos con sus pretendidos y únicos gestos con los “miruitas” de Nimes y con los de La Quinta en Mont de Marsan, así que mejor será seguir con sus garcigrandes y sus victorianosdelrío que lleva bajo el brazo en la mayor parte de la treintena de corridas que sumará en la presente campaña.
Sin estar mal – a la par con su muy manejable primer toro que fue el único netamente agradable de los de Victoriano del Río y por encima del quinto aunque en ambos por debajo de sí mismo y fatal con la espada –, el de Velilla de San Antonio pegó otro patinazo más y van… Se fue de vacío tras aburrir bastante al personal y dando la impresión de llevar la negra. Miguel Ángel Perera sí que anduvo por arriba de su mal lote, pero en el tercero falló a espadas y al sexto tuvo que matarlo antes de lo que quiso a petición del público que estaba hasta el gorro del contagio juliano. La única oreja la cortó Pablo Hermoso de Mendoza del primero de Bohórquez que fue bueno. Pero aunque anduvo importante con el mucho peor cuarto, también terminó contagiado y, al descordarlo, perdió salir a hombros.
Valencia. Plaza de la calle Xátiva.
Viernes, 25 de julio de 2014. Tarde veraniega aunque no demasiado calurosa con preocupante entrada dada la categoría del cartel, dos tercios aparentes.
Dos toros despuntados para rejones de Fermín Bohórquez, aceptablemente presentados y de juego opuesto, bueno el que abrió plaza y deslucido el que medió el festejo. Cuatro de Victoriano del Río, de preciosas láminas y de juego muy desigual con solo uno bueno. Fue el débil aunque muy noble que hizo de segundo. Pésimo el tercero. Manso con ramalazos de nobleza escondida y muy rajado de media faena en adelante el quinto. Tardo y a muy parado el meramente manejable sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza (de casaquilla granate y sombrero calañés): Pinchazo y rejonazo, oreja. Descordó al cuarto, silencio tras petición de oreja.
El Juli (plomo y oro): Estocada muy trasera caída y descabello, ovación. Pinchazo, estocada trasera caída y cuatro descabellos, ovación.
Miguel Ángel Perera (verde musgo y oro): Dos pinchazos y estocada, palmas. Estoconazo tendido, palmas.
Finalizado el paseíllo, le fue entregada una placa conmemorativa de sus 25 años de alternativa a Pablo Hermoso de Mendoza.
A Pablo Hermoso le ha venido de perlas económicamente hablando la idea de su apoderado, Pablo Chopera, cuando propuso a la Junta Administrativa de la Plaza de Vista Alegre de Bilbao que, para celebrar el 25 aniversario de su alternativa, coincidente con el de Enrique Ponce, alternaran ambos en un mano a mano dentro de las Corridas Generales del próximo agosto. A Ponce no le agradó la idea en principio, pero sugirió que aceptaría siempre y cuando uno de los tres toros que tendría que matar fuera de Victorino Martín a fin de redondear la cifra de los 49 que lleva matados de este hierro. Chopera y la Junta accedieron de inmediato, Pablo también pidió otro de Victorino para él y, cuando se anunció el evento, no pocas figuras decidieron actuar junto al gran jinete navarro en algunas de sus corridas. Imitación en casi todo porque lo que ninguno de los “culo veo culo quiero” habló nada de torear uno de Victorino. Por Dios, eso jamás.
El Juli ya ha tenido bastantes disgustos con sus pretendidos y únicos gestos con los “miruitas” de Nimes y con los de La Quinta en Mont de Marsan, así que mejor será seguir con sus garcigrandes y sus victorianosdelrío que lleva bajo el brazo en la mayor parte de la treintena de corridas que sumará en la presente campaña. Otro que tal bailó con la imitación fue José Tomás que actuará mano a mano con Pablo Hermoso en Málaga y, por supuesto que, ni hablar del peluquín con un toro de su pariente. No sea que volviera a ocurrir lo de Madrid cuando le echaron al corral uno de su primo Adolfito…
En cualquier caso, el más favorecido de las imitaciones será el rejoneador porque ya se sabe lo que pasa con estas mixtas de a caballo y de a pie. Que la gente siempre se muestra mucho más condescendiente con los caballeros que con los que se la juegan a cuerpo limpio frente a reses en puntas. O aparentemente en puntas… que es de lo que se trata porque lo peor del afeitado es que se note. Un día me contó Rafael Ortega “El Gallino”, sobrino de Joselito y uno de los hombres más sabios y graciosos que haya conocido, que cuando fue veedor de toros bajo las órdenes de Manuel Benítez El Cordobés, tras actuar este una tarde en Las Ventas, el propio Benítez le preguntó muy intrigado: “Oiga, Rafael, yo miraba y remiraba a los pitones de mi segundo toro y, estando casi pegado a los cuernos, lo vi absolutamente limpio, vamos que no noté nada raro, pero que nada de nada…” Y El Gallino le contestó sonriendo socarronamente: “Qué quieres, mamarracho, ¿que se entere hasta el presidente?”…Se lo había hecho perfecto.
Aquí, en Valencia y sobre el papel, el trío de ases que actuaron ayer conformó el cartel más atractivo de la serie aunque nunca se sabe lo que pueda ocurrir. Me cuentan y lo creo que El Juli anduvo muy bien antier en Santander salvo con la espada, al punto de cortar dos orejas a uno de sus toros pese a la muy defectuosa estocada con que lo mató. Me alegré mucho al enterarme después del disgustazo de Mont de Marsan. Y es que, muchas veces, los fracasos espabilan aunque se trate de ocultarlos como sea. Pero ayer la suerte no le vino tan de cara a El Juli y salió de vacío en un compromiso bastante más trascendental que el de la capital montañesa.
Quien lleva bastante más que espabilado todo el año es Miguel Ángel Perera y eso no hay nadie que pueda negarlo ni ocultarlo. De modo que, todos fuimos a ver al extremeño con la total seguridad de que armaría un nuevo y contundente triunfo. Pero desgraciadamente, pareció que ayer se contagió de la negra que trae El Juli en esta su pretendida temporada estelar que, salvo pocas excepciones, está resultando francamente mala.
Como si fuera una funesta premonición – bastante menos espectadores de lo que esperábamos, la empresa y los actuantes sobre todo – comenzó este festejo mayor en edad, saber y gobierno con el gran jinete navarro Pablo Hermoso frente a un toro de Fermín Bohórquez que, de salida, persiguió al primer caballo, Napoleón, que utilizó su dueño y domador con la sencillez y el magisterio que le son propios, incluso en los gerebeques que introdujo en su recibo hasta clavar el único rejón de castigo. En banderillas montó a Disparate para quebrar con mucha templanza y llevar luego al animal cuanto y como quiso en dos pistas y al contrario extremando las cortas distancias y una soberbia doma hasta clavar las cortas que para Hermoso no dejan de ser una simple anécdota, lo mismo que el desplate del final haciendo el teléfono. Pero, como tantas veces, pinchó antes de agarrar un rejonazo con un detalle del jamelgo llamado Pirata verdaderamente histórico porque, cuando Hermoso echó pie a tierra para ver morir de cerca a su oponente, el toro hizo amago de querer cogerle y el famoso caballo se abalanzó sobre el burel mordiéndole la cola para evitar que cogiera al rejoneador. Se pueden imaginar ustedes el clamor con que el público puesto en pie acogió esta insólita escena propia de la mitología. Una oreja cortó Hermoso que paseó entre ovaciones que se reprodujeron con una enorme ovación cuando Pablo sacó al caballo para compartir el triunfo.
El Juli se explayó a la verónica en su recibo del segundo toro, un castaño obscuro listón de Victoriano del Río que desde el primer lance hasta las dibujadas medias con que remató la serie Julián, no cesó de embestir con bravura y con encastada nobleza. Lo mismo que al caballo en el primer puyazo, bien administrado. Feo el quite de El Juli por chicuelinas tomasianas con el compás abierto. En el remate, el animal amagó con perder las manos. Por eso no le hicieron daño alguno en el segundo puyazo. Me gustaron mucho más las gaoneras del quite que hizo luego Miguel Ángel Perera. Esa falta de fuerza del precioso animal, la evidenció al frenarse algo en el tercio de banderillas. Una vez brindar la faena, El Juli la inició en el tercio de sombra sobre las rayas con tanteos hasta abrir al toro más hacia los medios. Muy rebrincado embistió a los deslucidos redondos de Julián que, poco a poco, fue haciéndose con su oponente a base de mando, temple, hondura progresiva y ligazón incuestionables. Y lo mismo o mejor al natural porque el toro no planteó problemas por el pitón izquierdo. No quisiera repetir aunque tengo que hacerlo que, estéticamente, los muletazos de El Juli fueron deplorables por no decir horrorosos. Pero esto parece que ya no tiene solución. La prueba fue que no se oyó un solo olé aunque sí una gran ovación cuando culminó el inevitable arrimón que a El Juli no le va nada. El espadazo caído al salto resultó traserísimo y muchos lo protestaron. Descabelló a la primera y solo asomaron unos pocos pañuelos. Fue ovacionado. Eso sí.
Dada la particularidad del festejo por mixto, continuamos su relato por orden de actuación. Echando las manos por delante y las patas arrastras apareció en la arena el tercer toro, sin dejar lucirse a Perera con el capote. Fue bravo en el caballo, recargando mucho hasta que lo sacaron de su presa. Ni una gota de sangre en el segundo encuentro meramente simulado. Se dolió mucho en palos tras esperar bastante. Bien Juan Sierra. En las manos de Perera el toro pareció bastante mejor de lo que era. Su magia consiste en las toneladas de valor que soportan todo lo demás, la firmeza, el temple y la destreza en el manejo del engaño. Siempre a la alturas debidas en cada caso, las pausas que administra divinamente y la manera de presentar la muleta procurando siempre que el animal no la pierda con sus ojos. Lo enormemente tardo que fue este animal, fue lo que impidió que el trasteo resultara ligado y brillante. Se pasó Miguel Ángel tanto en su empeño, que resultó desarmado. Tampoco podemos ocultar que, al entrar a matar, se echó fuera y pinchó. Las miraditas del toro y los arreones sorpresivos fueron criminales. Repitió pinchazo y mató de estocada. Fue ovacionado.
El cuarto, como el primero, de Fermín Bohórquez salió rebrincadito por renqueante de patas. Lo que no fue óbice para que Hermoso volviera a mostrarnos su maestría sobre el caballo Duende para pararlo, colocar un rejón de castigo y poner banderillas. Ya he dicho más de una vez que Pablo es el Ponce del rejoneo y no exagero. Muy deslucido el animal, se frenaba mucho al llegar a jurisdicción, derrotaba alto y reculaba más de la cuenta. Todos estos defectos los resolvió Hermoso hasta casi hacerlos desaparecer. Continuo banderilleando sobre Habanero con el toro tan parado que, cuando Pablo pasaba despacio delante del animal, éste se arrancó fuerte por sorpresa y casi le alcanza. Pero después, llegaron las virguerías y las bordó. Otra vez sobre Pirata, el gran protagonista de la tarde, puso dos de las cortas a una mano y otro a dos sensacional. Entró a matar y descordó al toro que cayó fulminado. Tal cuestión, meramente casual y por nada intencionada, no debería desmerecer una labor tan magistral. Se pidió una oreja que no fue concedida. Bueno y qué, señor presidente. La pidió el público y debió concederla. Enfriados los ánimos de unos y de otros, Hermoso fue silenciado.
El castaño quinto, otro precioso ejemplar, salió emplazándose en el tercio y salió suelto de los lances de El Juli que tomó sin fijeza y flaqueando de patas. Fue picado haciéndole la carioca descaradamente. Por lo distraído del animal, El Juli renunció a su quite. También Perera al suyo tras el segundo encuentro. Persiguió mucho en banderillas poniendo en apuros a los rehileteros. El Juli tardó un poquito en hacerse con el animal, pero cuando se lo llevó a los medios, lo consiguió convirtiendo el agua en un buen Valdepeñas. No fue toro como para hacerlo parecer de La Rioja o de la Ribera del Duero Pero, en fin, también en Valdepeñas se crían ahora excelentes caldos. La tercera parte de la faena fue, en cuanto a destreza, superior por naturales aunque los amagos de rajarse el burel se convirtieron en reales. El toro llevaba algunas gotas de buena nobleza que El Juli supo sacar, incluso con el animal completamente rajado en tablas. Pero no haber triunfado con su primer toro, le llevó a ponerse un puntín pesado. Y como pinchó, al segundo envite la espada quedó otra vez trasera y caída teniendo que repetir descabellos, lo que habría sido una oreja quedó en nada con pititos incluidos aunque, arrastrado el toro, El Juli saludó una ovación. Muy pobre cosecha de Julián en otra tarde que para él era importante.
Cornidelantero y montado el negro sexto que salió huyendo de capotes hasta que Perera lo paró sobre las rayas aunque en plan de brega porque el animal no dio para más. Al relance tomó el aliviado primer puyazo, pasando al segundo sin quite aunque lo tomó en regla saliendo suelto al sentir el hierro. No tomó mal sino bien el capote de Juan Sierra en la brega de banderillas que se colocaron con acierto por Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero. Lo vio Perera mejor que nadie y lo brindó. Despacito y con buena letra lo pasó por alto con la derecha y lo empapó templando mucho por redondos que ligó muy bien a los de pecho aunque pronto empezó a racanear el animal. Perera sufrió un pisotón del toro al dar su primer natural pero luego cuajó algunos con notorio ajuste y sedoso temple girando el toro a su alrededor por obra y gracia de la muñeca del extremeño. Pero la gente estaba ya desde antes en contra del toro por lo que llevaba aguantando durante la en gran parte aburrida corrida y cuando Perera quiso seguir, no le dejaron, teniendo que matar de inmediato. Lo dicho, tarde de contagio y, en su mayor parte, para olvidar.
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