Albert Serra
“La expansión internacional de Albert Serra y Roca Rey: éxito de 'Tardes de soledad' en Nueva York y Montreal y una opción de Oscar”, extracta el impacto en la cultura que esta nueva “mirada inocente” al toreo reedita.
Una mirada inocente
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 2 XII 2024
Lejos de clisés, debates, moralismos, Albert Serra y su equipo han lanzado una visión íntima de la corrida. Provistos de última tecnología (sin lo cual hubiese sido imposible tanto, dicen). Durante cinco años, uno y medio de rodaje, han construido ese retrato con el que vuelven a poner de presente la fascinación que el más viejo de los cultos continúa ejerciendo sobre la humanidad.
La película, “Tardes de soledad”, premiada en el Festival de San Sebastián, se ha paseado solicitada por los más prestigiosos del mundo. La mayoría en países no taurinos: Canadá, Estados Unidos, Alemania, Austria, Japón, Francia…, e incluso se le ha considerado posible candidata para un Oscar. Y pese a que el gobierno español ha querido desterrar la tauromaquia de los premios anuales a las bellas artes, no pudo evitar que su director se les llevara una de las medallas de oro 2024.
Sin aún haber sido entregada al consumo público, los mass media se han ido tras ella prolijamente. Todos hablan, todos opinan, todos toman partido. Es el tema, seguro, ese misterio quizá tampoco develado esta vez, dice el celebrado cineasta catalán, la vida y la muerte, sin apriorismos ni concesiones.
Es una obra de arte, reconocen hasta los antitaurinos más feroces. Que sin haber ido nunca a una corrida, aclaran, la vieron en festival y juran no volver a verla, exigiendo su prohibición por “romantizar” la barbarie, y además proponen el enjuiciamiento de los toreros, a quienes tachan de “psicópatas” por las cosas “salvajes e inhumanas” que hacen.
“Pero qué dices, si son más humanos que tú”, contesta Serra a uno. Es cine, es arte, es símbolo, cómo se hace sobre la guerra…, los museos están llenos de imágenes de gente mala, que todos saben que fueron malos ¿por qué no los quitan? No soy muy inteligente, si lo fuese hubiese escrito un libro, ironiza.
Otro, pregunta, ¿por qué un protagonista peruano y no un torero español? Por sus características y las exigencias propias de la filmación; el dramatismo, el compromiso, el magnetismo personal, su soledad, la fotogenia…, no por otra cosa. Trabajamos también con Paco Aguado, pero seleccionamos a Roca Rey, contestan en conjunto los creadores.
—Tuvimos suerte además con la cuadrilla, la de él. Sus diálogos, su espontánea poesía, esa estética popular que son. Eso de, “la vida no vale nada”, “es el precio”, porque hay algo más grande que ella y la trasciende. Encarar cada día el miedo, ese que vive con todos nosotros y a veces nos impide actos necesarios o menos graves que no acometerlos. “En la filmación de las corridas yo era el más miedoso, hasta me tapaba la cara”, confiesa Albert, pese a que de niño lo llevaba su padre a la plaza.
Un titular de El País de Madrid: “La expansión internacional de Albert Serra y Roca Rey: éxito de 'Tardes de soledad' en Nueva York y Montreal y una opción de Oscar”, extracta el impacto en la cultura que esta nueva “mirada inocente” al toreo reedita.
Ahora, cuando el taurinismo y sus publicistas se devanan los sesos en hallar un camino a la vigencia, o al menos cualquier vía, la que sea, para salvar el negocio, la resonancia global causada por la versión de Serra, ofrece sin proponérselo, una pista. Mostrarse tal como se es. La autenticidad se defiende sola. Así es como desde el fondo de los tiempos han llegado hasta hoy los toros y así es como han de seguir. O no seguir.
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