Hoy se presenta en Las Ventas el novillero mejicano Diego Silveti
(Foto de archivo: Feria de Fallas de Valencia)
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LA FERIA DE LOS MEXICANOS
Jardinero de San Mateo.
México, 30 de mayo de 2011.-
Algunos entusiastas han denominado al serial de este año en Madrid como “La Feria de los Mexicanos”, ilusionados porque esta vez la empresa de Las Ventas ha incluido en sus carteles desde el 10 de mayo hasta el 12 de junio a cinco mexicanos:
Arturo Saldivar alternando con Morante de la Puebla y Alejandro Talavante en la fecha de San Isidro, Ignacio Garibay alternando con Serafín Marín y Sergio Aguilar, el novillero Sergio Flores, Joselito Adame alternando con Sebastían Castella y Miguel Ángel Perera, y el lunes próximo Diego Silveti con un novillero de gran futuro, Víctor Barrio. Además, por sus propios méritos el torero de Teocaltiche reemplazó a Curro Díaz, alternando con El Fandi y El Cid.
Es muy cierto que hace muchísimas primaveras, quizá tantas como las de la Feria de San Isidro, que no se había dado tan digna y numerosa presencia mexicana. ¿Significa esto que estamos al inicio de dos fenómenos íntimamente vinculados? Uno, el primer éxito de una generación de jóvenes fraguados muchos dentro de la escuela Tauromagia y muy bien preparados en ganaderías españolas que van a irrumpir con éxito en los carteles del verano y dos, el buen manejo de sus apoderados, algunos españoles, que han podido negociar satisfactoriamente lugares importantes en los carteles más fuertes del año como son los de Madrid, la plaza que da y quita en el mundo. No es hora todavía de tañer campanas y dar un juicio total porque los resultados han sido diferentes, a más de que no ha estado presente, quizá por disposición de la casa que lo maneja, una gran promesa nuestra, Juan Pablo Sánchez, ni El Payo y El Cejas que son allá conocidos.
Lo que sí es indiscutible es que algo se está componiendo en la relación bilateral. Las figuras españolas hacen aquí el invierno con extraordinario éxito artístico y económico en casi todas las plazas y se permiten caprichos y veleidades que el público mexicano observa con molestia.
Ahora estamos allá y por lo que se refiere a esta Feria, con marcado éxito en el caso de Arturo Saldivar que ha mostrado valor enorme en el mismísimo centro del ruedo, dando de rodillas varios derechazos y una decisión de triunfar reconocida por todos, y es por ahora la mejor carta.
Con valentía y arrojo solamente, Ignacio Garibay y una pisca de su arte con los naturales. Buen trazo con la capa y acertado con la muleta Sergio Flores y bien con la toledana pero la oreja no hubiera sido merecida.
Joselito Adame, que confirmaba alternativa, tiene mucho valor, carga bien la suerte con la muleta y dio espléndidos derechazos aún cuando repite el toreo que gusta en su ciudad, un tanto atrabancado.
Saldivar en su repetición, confirmó el halo de buen torero con un estilo muy suyo, tranquilo y variado, sabe muy bien lo que persigue y lo hace con una adecuada instrumentación de las telas , las que sabe extender por abajo y templado.
Hoy, será la presentación de Diego Silveti y después de su abrumador triunfo en Cáceres, estimamos que si le sale un novillo a modo hará cimbrar la plaza y el prestigioso nombre que porta.
Es decir, estamos de plácemes, era ya la hora de que se abrieran por justicia y por reciprocidad a los toreros mexicanos que anhelan repetir los éxitos de algunas figuras nuestras hace ya lejanas décadas. Al aludir a ellos debemos mencionar que hemos visto a Manuel y a Fermín Espinoza, hijos del Maestro de Saltillo. Concurren allá también para la presentación de un libro sobre su padre, escrito por Carlos Arévalo, que esperamos llegue pronto a estas tierras, precisamente en el centenario de su nacimiento.
Es decir, estamos de plácemes, era ya la hora de que se abrieran por justicia y por reciprocidad a los toreros mexicanos que anhelan repetir los éxitos de algunas figuras nuestras hace ya lejanas décadas. Al aludir a ellos debemos mencionar que hemos visto a Manuel y a Fermín Espinoza, hijos del Maestro de Saltillo. Concurren allá también para la presentación de un libro sobre su padre, escrito por Carlos Arévalo, que esperamos llegue pronto a estas tierras, precisamente en el centenario de su nacimiento.
Pero aparte de este tema mexicano que aquí tanto nos importa, deslicemos algunas imágenes grandiosas ocurridas en esta Feria. Iniciémoslas con una de las figuras cumbres hoy por hoy, Morante de la Puebla, sentando en el estribo, mirando la puerta de los sustos por donde saldría “Ventanero”; en caballos, el toro le echa un ojo a Talavante y éste enhiesto lo deja pasar; Saldivar se va a la boca de riego para aguantar de rodillas la embestida desde el tercio de su socio; un excepcional toro del Ventorrillo embiste humillado y con codicia a una muleta templada y heroica que porta en la izquierda el maestro Alejandro Talavante al que remataría con una espléndida estocada al encuentro. “Trapajoso”, de Núñez del Cuvillo, se entrega en larguísimos derechazos de trazo espléndido de la muñeca de Manzanares, agrega un cambio de manos que no tiene rival y lo fulmina luego con una histórica estocada recibiendo.
Sebastián Castella viene por sitio, habla con los toros e instrumenta una poesía con una res de Parladé, después de sus clásicos estatuarios y una mano derecha soberbia. El baño de Ventura a Hermoso, que como las tres orejas de Leonardo Hernández es otro capítulo. Julián recuerda que está en el trono y tumba dos orejas. En síntesis, Las Ventas no nos ha dado grandes novedades, los que están en su sitio se consolidan: Morante, Julián, Castella, Manzanares, Talavante, Perera va a la baja y El Cid demuestra el enorme arte que atesora.
El ganado, salvo muy pocas excepciones referidas ha sido la asignatura pendiente, pero la noticia que cimbra, que da esperanzas, por su arte y por la rivalidad que entraña es el retorno del diestro de Galapagar en un par de meses en Valencia. José Tomas y Enrique Ponce, del llamado G-10 apretarán en las jornadas venideras. Mientras tanto, que los elogios recibidos a los diestros mexicanos se conviertan en contratos, porque muy bien lo merecen, su valor, sus ansias de triunfar y en algunos de ellos los enormes quilates de su torería criolla.
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