"Para comprender a los vivos hay que entender a los muertos"
ABRAN PASO A SUS SEÑORÍAS
Aquilino Sánchez Nodal
Madrid, 26/02/2012.-En estos tiempos que sufrimos, la Fiesta es un laberinto situado en el jardín del bien y del mal. Por cierto, ese es el título de una peli dirigida por Clint Eastwood. En un momento del film una medium de nombre, Minerva, aconseja a un "matador" - "Para comprender a los vivos hay que entender a los muertos".
Al parecer los imprescindibles toreros del escalafón no han entendido lo que esta frase significa y no han aprendido las enseñanzas, las formas, el clasicismo, el pundonor, la profesionalidad, la liturgia y, en una palabra, la torería que demostraron los matadores de toros que los han precedido. Estos "derretíos" que torean más en los despachos que en los ruedos basan su programa para mantenerse en la cima del toreo en lograr toda la producción del negocio del toro. Los riesgos, el sentimiento, la perfección en la lidia con el toro íntegro y de diferentes encastes que no procedan e domecquismo, no saben o no contestan. Sin duda esta forma ventajosa del manejo taurino es un atentado contra la libre competencia, ya que, utilizan al medio toro para superar a posibles acosadores que amenazan su posición social y profesional. El principal valor del grupo GG lo muestran en sus amenazas a empresas, canales de televisión y compañeros para su propia seguridad económica.
Las gentes del toro tampoco deberíamos olvidar el favor que hicieron a los dictadores de Quito traicionando la fiesta y a su profesión de matador de toros. A pesar de estos "peseteros" antecedentes seguiremos haciendo cola en las taquillas con el máximo respeto, humildad y agradecidos de que nos traten como a "mindunguis" despreciables, ¡ya nos vale!.
Por la información que nos llega de los comunicadores oficiales, "de pan y melón", los carteles no se pueden rematar por las dificultades económicas que ponen sus señorías. La verdad es que ninguno de los protegidos pega pases de primera línea, es capaz, solo o en compañía de otros dos, de poner el cartelito de "no hay billetes" fuera de obligaciones del abono. Solamente hay una excepción, que el empresario sea gracioso y contrate al "divino gótico". Todos los demás, GGs incluidos son "carne pa lobo".
Sabiendo esto, lo viciada que está la fiesta, nos seguimos arrimando a estos personajes como los insectos que se pegan a las tiras, impregnadas con un moco que parece miel y colgaban del techo en las oficinas de las empresas taurinas. Por cierto, esa manera de ajusticiar moscas y moscardones fue inventado por un americano de nombre, Luther Drivers.
Los datos son funerarios a pesar o gracias a los GGs. En los últimos cinco años se han perdido 7.000 festejos en España.
Han cambiado de negocio o desaparecido, noventa y siete ganaderías de bravo y otras muchas están en huida.
La asistencia de público a las plazas se ha reducido en un 47%, han descubierto que el espectáculo es un camelo o que ha perdido el interés para ver a unos toreros más pendientes de sus finanzas que de ofrecer el arte y la emoción que surge del peligro. Estas estadística no son simples datos que atañen a la Fiesta, es un mal general para España. El negocio de los toros, que generaba dos mil millones de euros al año y era la mayor fuente de ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social siendo el que menos recibe a cambio.
Que la fiesta se despeña por un barranco sin fondo, todos los aficionados lo sabemos y también quienes son los culpables. Un ejemplo caótico del fin, ¿Cuantas alternativas se han concedido en el último año?.
Los amos del toreo quieren emular a los profesionales del balón pie. Pretenden imponer su fórmula mercantil de ingresos extras. Que equivocados están. No han pensado que no existe un solo punto de coincidencia en los dos negocios. El toro se mantiene por tradición, dirigido directamente a personas especiales con profundo sentido de que colaboran a la conservación de una especie animal única en el mundo y la cultural del pueblo. El aficionado a los toros no tiene pasión por ganar, "sea como sea". No se enfrentan a individuos con saña por vencer. El toro es su oponente natural criado y mimado para ello, Al torero se le juzga cada tarde de manera individual, se le ovaciona o abronca aunque sea el preferido del espectador. En el toro, no vale "como sea", no se espera a comprobar quien es el campeón al final de temporada. Comparar estos dos espectáculos es confundir a un pescador de caña y carpa con un ballenero japonés.
La historia de la exclusiva deportiva que han firmado los protegidos no es más que otro lío para desorientar. Resulta un chiste que los ilustrados toreros cobren por su cuenta los derechos de imagen y dejen de lado a "los productores ejemplares del escalafón".
El toro no es una tienda de venta por catálogo, o se es torero o se es otra cosa, las dos a la vez no tienen posibilidades de ser admitidas. Para algunos interesados la idea de la exclusiva les parece ingeniosa pero supondrá la fractura de las asociaciones profesionales y su desaparición. Esto podría tener una parte positiva, que salieran echando leches los directivos mafiosos y los "cuchareros" insaciables que gobiernan desde hace lustros el toreo.
Evitar que las corridas de toros desaparezcan depende del tiempo que tardemos en retornar al espectáculo clásico y puro, al toro íntegro, al toreo sin fraudes, ventajas o atajos. Necesitamos empresarios con espíritu taurino y comprometidos, que no acepten imposiciones de pijos soberbios o de camaradas poderosos del apoderamiento. Si entre todos los interesados conseguimos separar el grano de la paja volverá el clamor del público para grandeza de nuestra cultura popular e imprescindible para España como es su Fiesta Nacional.
Este legado no nos lo pueden arrebatar por cobardía aunque sea muy sólida en algunos gobernantes. Nos va la vida en ello.
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