la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 16 de febrero de 2012

Con faldas y a lo loco (¡la Tauromaquia!) / José Ramón Márquez

Cocherito
Otra cosa

Con faldas y a lo loco (¡la Tauromaquia!)

José Ramón Márquez

Disco Ibiza loco miaModa Ibiza loco miaLoco Ibiza loco miaSexo Ibiza loco miaLoco MiaPara el fin de siglo, para nuestros nietos, ahí queda la foto de marras. Dirán los que vengan tras nosotros, cuando ya ni estemos: “Ése era torero”. Y ahí quedará la cosa y nadie podrá desmentirlo y decir que no, que un tío que se aviene a dejarse retratar así ni es un torero ni nunca lo será; nadie podrá contar entonces que en una sobremesa de Sevilla se nos trató de vender a este figurín como si fuese la resurrección de Lagartijo, y que una semana más tarde los mismos que le proponen que se haga esa foto denigrante trataron de encumbrarlo, precisamente en Sevilla, la patria de El Gordito y de El Tato, con una faenita de pitiminí a un toro que nació muerto, en un triste y puro decadentismo del arte por el arte.
Luego, la temporada del maniquí fue lo que cualquiera podía esperarse. Ni de chicha ni de nabo para el toreo. En Madrid tuvo, además, la mala suerte de que le saliese un toro y ahí fue verle correr a él y a su esmerada cuadrilla, merecedores vaya usted a saber por qué de premios y galardones, que daba congoja verles tirarse de cabeza al callejón. Cosas del toreo moderno. Tuvo además el maniquí la mala suerte de que Mora y Fandiño trajesen las aguas a su cauce y enseñasen la patita del toreo de verdad para ayudar a desmontar al figurín, al fetiche, al icono emblemático de la sinrazón del toreo esteticista, con lo que el efecto Manzanares preconizado en Sevilla, la temporada galáctica, una y no más, del pequeño Dolls, se quedó en puritita agua de borrajas, lo mismo que su toreo, igual que su ridícula figura puestecito de puntillas y vestido con un faldullín.

Ahora, en el albor de la temporada se ofrece a la pública irrisión con una foto deleznable e innecesaria, negación de lo que siempre hemos entendido por torería. ¿Por qué hace eso? ¿A qué esa innecesaria ofensa? Vaya usted a saber. Quizás porque para él el oficio por el que se le conoce ha sido sólo el vehículo para crearse un nombre, y no le merece mayor respeto. O quizás porque su pensamiento vaya por otro lado, que lo que a él le gustaría ser es modelo de alta costura, figurín, relaciones públicas, camarero de bar de moda, golfista de tiros largos, ejecutivo agresivo o creativo de publicidad, vaya usted a saber. Cualquier cosa menos torero.

Los que pensamos, cuando se presentó Manzanares en Madrid con tanta fuerza, que aquí había un torero, hemos tenido ayer en la prensa la definitiva certificación de lo errado de nuestras ilusiones. "Para ser torero hay que estar loco" decía Antonio Bienvenida en vísperas de su reaparición en 1971; cuarenta años más tarde un matatoros nos llena el cuerpo de desolación a los que nos empeñamos en creer que un torero debería aspirar a ser un semidiós. Lo de la fotografía de las faldas será quizás un pingüe negocio para él, pero la verdad es que Dolls se ha pasado veinte pueblos; o sea, que se ha caído con todo el equipo que, como dijo el clásico, una cosa es estar loco y otra, ser gili...

Manzanares
No es esto, no es esto

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