Padre, hijo y....¿...?
El verdadero problema de Juan Carlos I:
la monarquía española será católica o no será
"...Y, en el entretanto, el matrimonio de herederos no cae en la cuenta de que, tumbado Juan Carlos I irán a por Felipe VI..."
sábado, 25 de febrero de 2012
Escribo esta historia de crisis, de crisis dinástica, horas antes de que Iñaki Urdangarín, Duque de Palma, comparezca en un juzgado de Mallorca para responder sobre sus presuntos enjuagues económicos.
Esta es la historia de un aburrimiento, del tedio profundo que me produce la hipocresía reinante alrededor de los Duques de Palma.
Miren ustedes, si Urdangarín ha aprovechado su parentesco con el Rey de España para lucrarse con subvenciones públicas, que sea condenado y devuelva lo sustraído. Punto y final.
Pero mucho me temo que no estamos hablando de un caso de aprovechamiento de un nombre, cargo y distinción, sino de otra cosa, ahora que se ha abierto la caza del hombre y todo malnacido de la piel de toro disfruta haciendo leña del árbol caído. Pero de esta historia, y, sobre todo, de la reacción a esta historia, es bella e instructiva, y permite extraer varias conclusiones:
1.El pueblo español, de suyo iconoclasta se ha lanzado a cargarse, no a Iñaki Urdangarín o la Infanta Cristina de Borbón, sino a la Monarquía. Y antes de cargarse una institución con 1.300 años de historia, o si se quiere, 1.500, desde la conversión de Recaredo al cristianismo, conviene pensárselo dos veces.
2.El problema de Juan Carlos I no es su hija Cristina sino su hijo, el príncipe heredero, Felipe de Borbón. Y el problema es muy sencillo: en la Europa actual, los reyes son, antes que otra cosa, una referencia moral para el pueblo. Y si no son tal, entonces no son nada.
La monarquía representa la esencia de España y la esencia de España es la fe cristiana. Pero resulta que el heredero nos ha salido progresista, es decir, relativista. Y el relativismo, además de inconsistente, es anticristiano porque postula que “nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”.
Es decir, que, si me fuerzan, cambio las tornas: el problema de Juan carlos I no es un yerno Urdangarín sino su nuera, Letizia Ortíz, futura reina consorte de España.
El ambiente progre que reina en Zarzuela es el verdadero enemigo de la dinastía borbónica. Por eso el grupo PRISA está tan feliz: ha conquistado La Zarzuela como siempre se ha hecho en el ambiente monárquico: mediante un enlace matrimonial. Y miren ustedes, la monarquía española será católica o no será.
El fichaje de Javier Ayuso como jefe de prensa de la Real Casa no es sino un paso más en la ‘progresización’ de la Zarzuela. Ayuso, de la escuela PRISA, se ha estrenado con un comunicado en el que se niega, aunque sólo por elevación, que doña Letizia apoyara en Chile el matrimonio homosexual. Las conclusiones son demasiadas obvias como para redactarlas.
Ayuso fue antes portavoz del BBVA, el segundo grupo bancario español, presidido por Francisco González, fiel representante de la derecha pagana y progre-capitalista española. Probablemente, el banco que más dinero ha destinado a ganarse el favor de la prensa progre de izquierdas, El País, y da la prensa progre de derechas –El Mundo-. Más dinero que el Santander, que ya es decir.
3.Y hablando de El Mundo. La tercera reflexión es que la caída de Urdangarín tiene una pareja protagonista: Pedro J. Ramírez, director del diario El Mundo y doña Letizia. A Pedro José, el amigo Urdangarín le importa un pimiento. Lo que quiere, porque es de lo que vive, es que el Rey abdique en su hijo. Este matonismo periodístico es lógico: Pedro José ha fraguado toda su trayectoria personal en expulsar presidentes, ministros y empresarios a fuerza de escándalos económicos más o menos exagerados. Recordemos que para los progres sólo hay un pecado: violar la ley en materia pecuniaria. Si consigue que el Rey abdique, añadirá una muesca más a su revólver, probablemente la muesca más preciada. Él saldrá ganando pero todos saldremos perdiendo. Y, en el entretanto, el matrimonio de herederos no cae en la cuenta de que, tumbado Juan Carlos I irán a por Felipe VI.
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