Otoñear en Madrid con el toreo
El otoño de la capital dicen que es muy bueno pero se ha dejado ver poco durante mucho tiempo. El de este año, superior, lo que le ha venido muy bien a la de Otoño en Las Ventas. Una delicia otoñear en Madrid con el toreo. Primero se veranea y después se otoñea.
Esta feria se merece un artículo por un debate especial a consecuencia de las corridas de Fuente Ymbro y Puerto de San Lorenzo. Alguno de estos toros con peligro asustaron al público y voltearon a Juan del Álamo, Román, Curro Díaz y José Garrido, los dos últimos además heridos.
Dos corridas en las que pasaron muchas cosas, en las que no hubo momentos para bostezar, en las que se siguió todo con muchas atención y donde ocurrió el milagro, en las dos, de una duración de dos horas (también en la de Adolfo). Un milagro, lo repito.
Y viene esto a cuento por un debate del peligro de ciertos toros ymbros y lorenzos y que esto no es lo que debe ser. A mí me encanta que todas las tardes se pudiera ver toreando sublime al Talavante del 2016 y salir como una moto al emergente y ya consolidado Roca Rey, pero con estas corridas otoñales de Madrid el público vió que este espectáculo tiene fuerza y no se aburrió y volverá porque hubo alma y peligro en el ruedo y pocos espectadores pensarían que era fácil bajar al ruedo y estar allí. En cambio les pesaría la novillada del jueves, tan sosa y tan larga, mención aparte de la paliza a Pablo Aguado, que arriesgó mucho porque estaba donde estaba.
Las corridas de ymbros y lorenzos ponen a la tauromaquia en lo que siempre ha sido y llevan el peligro de las cornadas. También se ve si los matadores cometen fallos. A los aficionados nos desagrada ver una voltereta y sentimos los percances como si lo sufriéramos nosotros, pero esto es el toreo. Lejos la Tauromaquia Light, lejos las corridas del Gran Aburrimiento, lejos de las que no se ve el peligro y no pasa nada. Y aquello es un bostezo y con la manía de tantos de torear hasta que te avisan por primera vez.
Y además hubo dos ymbros buenos, primero y segundo, y toreable el sexto. El tercero fue malísimo e intentó coger a Román con una rapidez y sorpresa inusitadas y a una velocidad tremenda, con giros de cabeza que no se ven. Y como Román quiere ser torero estuvo hecho un tío.
La cogida de Del Álamo, con un volteo repetido varias veces, acabó bien porque el cuerpo del torero bajaba de los aires para darse con la cara del toro. Muchos pitones con los que los toros no aciertan G. a D. Una tarde del torero salmantino que creo es la peor que le he visto.
De los lorenzos hubo uno que embistió, el primero, otros sosos y alguno con peligro. A Curro Díaz lo frieron a volteretas secas y tremendas. Y a Garrido le persiguió un toro –a toda velocidad- y lo alcanzó pese a su juventud y fuerza física. Pocas veces se ve este tipo de carrera. Curro haciendo carteles de toros y Garrido con voluntad de querer ser y poco más (de momento).
En total, toros buenos, malos, sosos, muy malos etc y con esta variedad los tendidos tenían argumentos para seguir la corrida con interés. E insisto que si hubiera muchas como éstas, con peligro, habría más gente en los tendidos. Y con toreros que saben torear. Con éstas no desaparecerá la Tauromaquia. Con la Light, por supuesto.
Y después de veranear –con un verano taurino interesante- el otoñear en Madrid ha puesto sobre la palestra el tema de que este es un espectáculo diferente muy atractivo, en el que pasan cosas en el ruedo.
Lo malo es llegar de la plaza y que la familia te pregunte ¿qué? Y tu respuesta sea : nada, no ha pasado nada, unos señores intentando que embista un marmolillo.
No es cuestión de divertirse o aburrirse. Insisto en que ir a los toros a divertirse es una aberración, sí a emocionarse y a admirar el valor, el arte y la técnica.
Esos son los espectáculos que hacen falta : veraneando, otoñando, invernando o primaverando. Y que nos vengan más otoñeos madrileños como el del 2016 porque el público lo agradecerá.
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