Parece que la esperanza que buscábamos en el nuevo año tendremos que reforzarla a base de fe, de mucha fe. No nos va a ser fácil encontrar ayudas para hacer de nuestra vida algo más ligero.
La nieve se ha hecho la dueña de Madrid y ambas Castillas, lo que ha dificultado totalmente la movilidad. Pero siempre aparecen los más imaginativos para mandar ese mensaje de esperanza del que antes hablaba.
Han hecho posible, que ya que no entramos en la plaza de Las Ventas a ver los toros, proporcionarnos la ocasión para ver el toro fuera, en la puerta grande, como hacían antes aquellos maletillas para pedir una oportunidad. El toro, de esta manera, también pide una oportunidad. También reivindica su sitio en Madrid.
Un toro blanco encumbró, precisamente en esa plaza, al torero madrileño Antoñete y otro toro blanco quiere encumbrar la Fiesta, al menos recordarla, en la puerta de la plaza más importante del mundo.
El templo del toreo, que esa plaza representa, ha de abrirse cuanto antes. Que esta nieve purifique la Tauromaquia y podamos, que no ‘podemos’, sentirnos de nuevo miembros del rito taurómaco.
Si siempre se habla de ‘tirar del carro’ cuando de las figuras se habla, ahora, más que nunca, es esa plaza de Las Ventas la que ha de tirar del carro. Ninguna duda cabe de que es la máxima ‘figura’ de las plazas de toros en el mundo. Sin ella todo lo demás serán vanos intentos de poner de nuevo en valor la Fiesta.
Esa es nuestra esperanza y nuestra exigencia. Los aficionados ya ponen hasta el toro en la puerta, no dejemos que sean ellos mismos los que tengan que asaltar por dentro el ‘capitolio’ que supone. El pueblo para en la puerta, lo que tiene que suceder dentro es cosa de otros. Señores empresarios, señores políticos: ¿para cuándo ese cartel de la reapertura?
Te quedas helado... viendo cómo están dejando que se marchite la flor. Al menos no dejen que se derrita ese toro de nieve. Aunque solo fuera por decirle al mundo que sigue viva la Fiesta Brava, merece la pena hacerlo.
Ojalá sea pronto
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