
'..El torero, hay que repetir hasta la saciedad, David Galán, estuvo colosal; muy de verdad, en una faena completísima de principio a fín. Y hasta con algunos y oportunos guiños a "lo otro", que al fin y al cabo eran obligadas concesiones con las que no iba a romper de la noche a la mañana..'
DAVID GALÁN AGOTA LOS SUPERLATIVOS EN LA TRIUNFAL TARDE DE SU REAPARICIÓN, INDULTO INCLUIDO
Por Juan Miguel Núñez Batlles
David Galán, sí, David Galán. Hoy vengo a hablar de él, aún siendo un torero casi olvidado prácticamente desde sus inicios; sin embargo, con apellido vigente por las heroicidades que cumplió su difunto padre, Antonio José Galán, que fue la pasión desbordada en los ruedos en los años "setenta"; un ejemplo de pundonor y temeridad.
Posiblemente quiso ser David en sus inicios heredero de aquel ardor y fogosidad que había en el toreo del progenitor; aunque se notaba que no estaba tan dispuesto al sufrimiento. De modo que aquellas ilusiones y esperanzas se desvanecieron pronto. El padre murió antes de que el joven vástago llegara al doctorado. Y tras pasar por la alternativa y la confirmación, paulatinamente se fue deformando el retrato torero de David.
Veinte años han pasado desde su alternativa en Málaga, el 15 de agosto de 2005, apadrinado por José María Manzanares y en presencia de César Rincón. Confirmó en Madrid el 15 de mayo de 2014, alternando con Enrique Ponce y Sebastián Castella. Y en esta última comparecencia se adivinaron en su estilo los atributos de una notable torería; no obstante, fugaces destellos opacados por la actuación de Ponce, todo un maestro, que esa tarde firmó una faena recia y de exquisito gusto.
A partir de ahí casi nadie se acordó más de David Galán, que en un par de años se retiró y luego volvió, para irse otra vez. Esporádicas apariciones en plazas sobre todo de Perú, país donde su padre fue muy querido. Una carrera guadiana, pobre de contratos.
Y ahora resulta que, según él, y tal se ha podido comprobar en la corrida que ha toreado este pasado domingo en Tarifa (Cádiz), David no ha dejado de torear en todo este tiempo. Su excelente puesta a punto no puede ser si no consecuencia de una completa preparación llevada a cabo en el campo, en su caso en su propia finca, toreando y matando toros a puerta cerrada. Una exhaustiva actividad que le ha hecho mostrarse como si no hubiera estado retirado. Y es más: aquellas "locuras" que le achacaban al padre, que no eran más que puestas en escena de valerosos alardes, y que en todo tiempo han querido atribuírselas también al hijo, parece que han sido aparcadas.
David ha toreado con el empaque, la prestancia y la enjundia de quien siente el toreo bajo los cánones del más puro clasicismo.
Todo esto vino a desembocar en una faena de indulto (orejas y rabo) y otra más tan ilusionante por los valores artísticos que encerró amén esta vez de su eficaz y contundente espada (dos orejas más).
Profundidad, aroma, sentimiento... Muy asentada la figura para enfrentarse a su primero, un extraordinario toro -y habría que subrayar lo de extraordinario- de Lagunajanda. De nombre "Tramposo" y marcado con el número 27. Un gran toro para un gran torero, de modo que a la postre se dió el indulto del animal.
Pero, ojo, que no fue un indulto cualquiera, y ello pese al ligero matiz de haberse rebotado en el primer encuentro con el caballo. Porque ya en el segundo empujó con fijeza, la cara abajo y metiendo los riñones; o lo que es lo mismo, bravura total. Y también a pesar de estar justo de presencia por esa falta de cuajo y volumen.
Un gran toro, por clase y fiereza, por ritmo y duración... porque siendo noble, muy noble, prestó mucha emoción, "comiéndose" materialmente los engaños.
El torero, hay que repetir hasta la saciedad, David Galán, estuvo colosal; muy de verdad, en una faena completísima de principio a fín. Y hasta con algunos y oportunos guiños a "lo otro", que al fin y al cabo eran obligadas concesiones con las que no iba a romper de la noche a la mañana.
Faena de mucha altura en la que acabó con el cuadro, que es como decir que agotó todos los superlativos del toreo tanto con el capote (¡qué suavidad y elegancia en verónicas, chicuelinas y remates!), como con la muleta. La mejor técnica, de distancia, altura y velocidad. Firmeza y absoluta seguridad. El gusto, y hasta regusto de la lentitud, el temple que modera la agresividad del astado. Y todo sin afectaciones, erguido y abandonado, en series ligadísimas por uno y otro pitón. El toreo en su más majestuosa expresión ¡Qué bien toreó David Galán!
Impensable la cantidad de atributos toreros que hay que aplicar a quien lleva seis años sin ponerse el vestido de luces. Esta vez David, digno hijo de su padre. ¿Premonición para volver a abrazar nuevamente el toreo, conforme se lo inculcó su padre desde la cuna?
Si fuera consecuente, mañana mismo debería seguir preparándose para que así sea.
Nadie lo podía esperar. Y quien no lo haya visto puede pensar, ¿indulto en Tarifa?
Pues sí, y con todo merecimiento. Esta vez, sin duda, ver para creer. Tantas pachangas y verbenas que se dan por ahí, hoy se vinieron abajo con este feliz encuentro de toro y torero. Un indulto, verdadero acontecimiento.
Y todo esto en un contexto de corrida absolutamente triunfal, que no triunfalista. Por los mismos toros de Lagunajanda -también el tercero fue premiado con la vuelta al ruedo- completísimos en cuanto a bravura y calidad. Y la inspirada actuación que completó igualmente David en el quinto, así como los otros dos alternantes en sus respectivos lotes. Manuel Escribano cortó una y dos orejas. Y Pepe Moral, dos y una. Y nada de "Palco" fácil. Inspirados y "arreados" los tres toreros. Tal fue el eco de la tarde.
Martes, 26 de Agosto de 2025
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