
Dada la premura de los obispos españoles en la defensa de eso tan bonito de degollar ovejitas, existe la duda sobre si deberían seguir utilizando el título de pastores.
El silencio de los corderos y la Conferencia Episcopal
Miguel Ángel Loma
Sr. Director:
La aprobación de unas medidas del Ayuntamiento de Jumilla prohibiendo el uso de su Pabellón de Deportes para celebraciones no deportivas, ha producido el consabido revuelo de todo aquello que suponga una crítica a la comunidad islámica, ya que, al parecer, esta comunidad habría venido utilizando dichas instalaciones para festejar el Ramadán y la sangrienta ceremonia del degüello de tropecientos corderitos en un ritual que, al menos por ahora, no se considera modalidad deportiva; aunque todo se andará.
Apenas conocerse la noticia, los potentes resortes mediáticos del progresismo, tan respetuosos siempre con cualquier religión... no cristiana, se lanzaron a proferir lamentos de alarma, amenazas y denuncias por un supuesto ataque contra la libertad religiosa y de culto. Y una de las voces que más rápido se unió al coro de plañideras a favor del «cordericidio» musulmán, fue la de los obispos de la Conferencia Episcopal Española que, en esto, la verdad, no parece que estén mucho por la vida de los borregos. Esos mismos obispos que, sin embargo, guardan reverenciales silencios en temas que les afectan más directamente, así como ante las permanentes imposiciones del Gobierno que atacan los valores de la Iglesia en una sociedad que aún sigue siendo mayoritariamente católica.
Dada su premura en la defensa de eso tan bonito de degollar ovejitas, existe la duda sobre si deberían seguir utilizando el título de pastores.
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