la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 13 de agosto de 2025

México.- Murió el doctor José Francisco Coello Ugalde, historiador taurino / por Jorge Eduardo


 '..el legado de Francisco Coello es vastísimo. Sin embargo, los retos que nos deja su desaparición física son formidables. Hoy más que nunca, ante la estupidez de quien detenta el gobierno de la ciudad y que pretende eliminar todo rastro de la tauromaquia en ella, debemos reivindicar, salvaguardar y difundir la riqueza de nuestra fiesta brava..'

Murió el doctor José Francisco Coello Ugalde, historiador taurino

Por Jorge Eduardo
Opinión y Toros / México, 13 Agosto 2025
Su compromiso con la fiesta de los toros nos recuerda la importancia improrrogable de atender los vestigios de la grandeza taurina mexicana y su vulnerabilidad.

José Francisco Coello Ugalde, nació en San Juan del Río en 1962. Fue ingeniero electricista de profesión y encargado del archivo de la extinta compañía Luz y Fuerza del Centro. Cambió las herramientas y las botas de seguridad por un sueño harto peculiar que compartimos apenas un puñado de personajes no menos peculiares. A Paco Coello le apasionaban los libros y papeles viejos y amarillentos, amén de todo aquel objeto proveniente del pasado, a veces con secuelas terribles del agua, el viento, el abandono, el descuido… En resumen, del olvido.

Además del gusto por ellos, el doctor tenía el interés y las facultades para reunir toda aquella información y ordenarla de manera tal que esta tuviera sentido y pudiese explicar parte del contexto que la produjo y también del que vivía el propio Paco. A muy grandes rasgos, esta es la labor del historiador y es la que lo diferencia del coleccionista, del bibliófilo o del anticuario. Si bien dentro de cada historiador existe un ejemplar de los antes mencionados (excepto, quizás, por aquellos contadísimos colegas que han obtenido el oficio a la vez que conservaron a cabalidad de sus facultades mentales), aspiramos a metas disciplinares que sobrepasan tales ejercicios. Así se hizo maestro en Historia, después, y un tanto a consecuencia de los pedregosos caminos académicos, optó por el doctorado en Bibliotecología.

La otra peculiaridad del doctor Coello era su enorme afición por los toros, el más apasionante capítulo de ese complejísimo fenómeno ciudadano que es la cultura de masas en nuestra Ciudad de México.

Mucho, pero mucho antes de que nuestros caminos se cruzaran, él ya era un habitante destacado del mundo taurino y del académico. Especialista de cabecera de varias dependencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y colaborador asiduo de su Filmoteca; exmiembro de las comisiones taurinas del Gobierno del Distrito Federal, que enfrentaron con valentía a los intereses mezquinos que mataron a la fiesta brava en la capital, pero que no pudieron hacer faena al desinterés institucional; invitado constante de aquel maravilloso espacio de televisión que fue Toros y Toreros con el licenciado Julio Téllez; y, además, destacado bloguero que compartía frutos de sus investigaciones vertiginosamente, como desesperado, como si supiera que no tendría demasiado tiempo para hacerlo.

Al tiempo tuve oportunidad de tratar con él a iniciativa suya, a sabiendas de que yo andaba por ahí recién egresado de la licenciatura en Historia y con ganas de investigar de toros. A partir de entonces inició un intercambio que, si bien no tuvo la constancia del de un discípulo, sí consideraría que me convertí en su seguidor. Su amistad me llevó a conocer toda clase de sorpresas, desde el edificio en el que el célebre escritor William S. Burroughs ultimó a Joan Vollmer mientras residieron en México, hasta la impactante colección que perteneció a un ganadero de los de mucho abolengo en una misteriosa propiedad cercana a la Plaza México.

Además de esta calidez personal, su calidez intelectual le llevó a abrirme las puertas del impresionante acervo que poseía. Libros sobre libros, papeles sobre papeles, revistas sobre revistas, carteles sobre carteles, archivos digitalizados, manuscritos inéditos y un montón de cosas más me permitieron seguir trabajando en mis investigaciones, que mucho le deben a él y a otros generosos amigos aficionados. Atesoro con especial cariño un boleto de entre 1887 y 1890, un documento como nunca vi antes o después, que me regaló de buenas a primeras en una de nuestras reuniones.


En fin, que el legado de Francisco Coello es vastísimo. Sin embargo, los retos que nos deja su desaparición física son formidables. Hoy más que nunca, ante la estupidez de quien detenta el gobierno de la ciudad y que pretende eliminar todo rastro de la tauromaquia en ella, debemos reivindicar, salvaguardar y difundir la riqueza de nuestra fiesta brava.

Hasta ahora, el procedimiento habitual cuando algún taurino destacado fallece, es que sus materiales se dispersan entre los pocos comerciantes especializados. Son muchos los motivos, todos legítimos, que provocan estas situaciones. El propio Paco Coello era, muy seguramente, el mejor gestor de colecciones. Logró poner a salvo, por ejemplo, la de Javier Sánchez Gamiz en la Biblioteca Nacional o las de Daniel Vela y Julio Téllez en la Filmoteca de la UNAM. No solo quedó huérfano su propio acervo, sino otros en los que sabíamos que trabajaba. El primero en manifestarlo públicamente fue el licenciado Julio Téllez, quien le esperaba en estos días para continuar ordenando, catalogando y poniendo en punto las próximas donaciones que hará a la Filmoteca, así como otros materiales con los que cuenta. Sin él, quién podrá ayudarnos pregunta el licenciado…

Pues bien, caigamos en cuenta de esta situación. El último aporte de la presencia física del doctor Coello entre nosotros, aunque sea en capilla ardiente (porque los póstumos abundarán), es la necesidad de reconocer la vulnerabilidad de las fuentes de la historia taurina de México y la necesidad imperiosa de atenderlas. Pongamos todos de nuestra parte, no permitamos que el legado de nuestra fiesta y de gente tan destacada como el querido Paco Coello queden en saco roto. No es fácil, demanda profesionalismo, espacio, recursos, pero hagamos el esfuerzo…

…Prometo poner de mi parte…


-En Opinionytoros gozamos de sus letras en muchas ocasiones. En su memoria dejamos el enlace a una de ellas: https://www.opinionytoros.com/tribuna.php?Id=446

1 comentario:

  1. Gracias Sr. Eduardo por su excelente reconocimiento y muy sincero tributo.

    Sentidas condolencias a los familiares y amistades --como Vd. mismo-- por esta lamentable pérdida personal, incluso aquí, en el intelecto del mundo taurómaco. Yo también seguía al maestro Coello en su AHTM que plasmó de historia y poesía taurina del pasado.

    Dice Vd. bien: "Hoy más que nunca, ante la estupidez de quien detenta el gobierno de la ciudad y que pretende eliminar todo rastro de la tauromaquia en ella, debemos reivindicar, salvaguardar y difundir la riqueza de nuestra fiesta brava."

    De nuevo, gracias. Y felicidades por este su artículo.

    ResponderEliminar