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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 9 de abril de 2019

¡Esto sigue sin tener remedio! / por Paco Mora



Con el sota caballo y rey esto se va al carajo. Sobre todo en lo que tiene de negocio. Porque, ¿quién va a respetar la Fiesta como patrimonio del pueblo, si quienes la administran y se enriquecen con ella se pasan ese pueblo por la entrepierna?

¡Esto sigue sin tener remedio!

Paco Mora
Me duele el dedo índice de cliquear con el ratón sobre la pantalla del ordenador, para enterarme de los carteles de las ferias de comienzo de temporada que ya están confeccionadas, y el nombre que uno esperaba que figurara en ellos por derecho de conquista, dado el resultado de su comparecencia en las Fallas y la Magdalena, brilla por su ausencia. Y claro, la ilusión renovada de un torero que, como el Fino de Córdoba, ha hecho derramar tanta tinta para describir el momento de sublime torería en que se encuentra, sufre una descorazonadora ducha de agua fría. Y está más que justificado que piense: ¿Qué tengo que hacer para que se enteren las empresas de que estoy aquí, y quizás en mi mejor momento de madurez artística?

Los que disfrutaron de su arte en ambas ferias, y los millones de espectadores que lo vimos por televisión, y nos congratulábamos del retorno a los ruedos del arte y la torería que hacen vibrar los corazones de los buenos aficionados, no podemos evitar encogernos de hombros desilusionados y caer en el triste y ya manido comentario: “Esto sigue sin tener remedio”. Y es que tal parece que basta que un torero de auténtica categoría artística se desperece y haga el esfuerzo necesario para recobrar el sitio que merece en el toreo, para que quienes mandan en el cotarro decidan dejarlo caer en el más absoluto ostracismo. Y no es esa la manera de hacer frente a la campaña de los acérrimos enemigos de la Fiesta de los Toros.

Con el sota caballo y rey esto se va al carajo. Sobre todo en lo que tiene de negocio. Porque, ¿quién va a respetar la Fiesta como patrimonio del pueblo, si quienes la administran y se enriquecen con ella se pasan ese pueblo por la entrepierna? Y así las cosas, uno comienza a tener la tentación de dejar de defender el toreo porque se percata de que con ello solo defiende los intereses de unos pocos, que cada día nos dan pruebas de que les importa un bledo la vulgarización de un arte que está degenerando en pantomima a pasos agigantados. Hay que hacer gala de mucha afición y aguante para no pensar: que les vayan dando, si por el camino que van solo consiguen que las plazas estén cada día más vacías. Si se les va de las manos, que se dediquen a la cría de gusanos de la seda. Quizás es lo que merecen...


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