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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 27 de enero de 2022

De esto saldremos más fuertes y nadie se quedará atrás... / por Pepe Estévez

"...a pesar de ser el segundo espectáculo de masas detrás del fútbol, de estar dentro del Ministerio de Cultura, no dejamos de ser un “gueto” fuera del ambiente taurino. Hay que salir del ostracismo en el que nos encontramos, perder esos complejos, romper esas barreras que nos impiden avanzar..."
De esto saldremos más fuertes y nadie se quedará atrás...

¿Quién no recuerda estas manidas soflamas? Allá por la primavera y verano 2020 en pleno apogeo de la COVID19.

En el invierno de 2022 aún seguimos, a pesar de contar con un alto porcentaje de la población vacunada, con una elevada tasa de contagios, sigue habiendo fallecimientos, y nos obligan a ir con la mascarilla a todas partes, entre otras cosas.

Siempre se dijo que la tauromaquia es un espejo de la sociedad del momento. Pues bien, durante estos dos años ha habido un tiempo maravilloso para coger el bisturí y empezar a “sanear” al enfermo taurino, y no digo que no se hayan puesto manos a la obra los principales actores del negocio. Sin embargo vemos que en 2022 los principales males de la tauromaquia siguen en “erupción“ emulando al volcán de La Palma, olvidado por muchos, abandonados los nativos a la mano de Dios.

Seguimos siendo un gigante con pies de barro, para muestra un botón, recién acabada la feria taurina de Begoña en Gijón, la Alcaldesa de la ciudad dice hasta aquí, se acabaron los toros. Sirviendo como altavoz de las voluntades del lobby antitaurino local, da carpetazo al asunto y decide acabar de un plumazo con todo lo que representa una feria taurina para Gijón. Veremos en qué queda el asunto, pero mal se le pone el ojo a la yegua, y la decisión puede crear efecto llamada a otros regidores municipales “amantes de la libertad”.

Dicho esto, a pesar de ser el segundo espectáculo de masas detrás del fútbol, de estar dentro del Ministerio de Cultura, no dejamos de ser un “gueto” fuera del ambiente taurino. Hay que salir del ostracismo en el que nos encontramos, perder esos complejos, romper esas barreras que nos impiden avanzar.

Los taurinos, reman, pero no siempre en la misma dirección, la falta de unión, sin un ente con un objetivo claro a medio y largo plazo, con capacidad para sentarse a negociar con la administración para subsanar los graves problemas del sector, que lo hagan viable económicamente, sostenible por sí mismo sin necesidad de subvenciones. No dejando de reconocer el trabajo de la Fundación del Toro de Lidia en este sentido, dando respuesta a algunos de los problemas del sector.

Urge una estrategia de marketing ambiciosa, tenemos un gran espectáculo, habrá que hacerlo atractivo para los nuevos clientes y mantener los que ya tenemos. ¿Alguien ve anunciado en una agencia de viajes una visita a una ganadería de bravo o un viaje a una feria taurina que no esa ir a los Sanfermines?

De igual forma con los medios de comunicación generalistas, actualmente con espacios de información prácticamente residuales para la información taurina. Es de capital importancia la vuelta a la retransmisión de festejos taurinos por TVE, la televisión de todos.

La difusión de la tauromaquia entre los más pequeños, en los centros educativos, como cualquier otra materia cultural.

Los diferentes actores del sistema, empresarios, toreros, ganaderos, entretenidos con sus peleas internas, se lo ponen a huevo al lobby antitaurino, cada vez más numeroso y mejor financiado, la Fiesta no se defiende solamente con ir a los toros, el aficionado bastante tiene ya con pagar su entrada.

Claro que hay excelentes toreros y ganaderías, que nos dan grandes tardes de toros, pero salvo raras excepciones con los mismos protagonistas que hace veinte años. La “patata caliente” de las novilladas ¿A quién se la pasamos? Habrá que buscar la fórmula, ya no de que sean rentables, pero sí que no supongan una “tragedia” para los organizadores. Si no hay novilladas no hay futuro.

Panorama oscuro se nos presenta, los ganaderos al límite con el encarecimiento de los costes de producción, la incertidumbre de la evolución de la pandemia, la difícil situación económica del país.

El segundo aviso ya ha sonado, no es tiempo de preocuparse… es tiempo de ocuparse.

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