Para mí se trata de un pequeño tesoro escondido que ahora muestro y que comparto con la alegría de quien da lo mejor que tiene. Sólo deseo que alguno de los relatos llegue a emocionar de verdad, como lo hacen las buenas faenas. Como Umbral, yo he hablado aquí de mi libro. Espero que a partir de ahora sean los lectores quienes hablen de él.
Sueños de gloria
“Yo he venido aquí a hablar de mi libro”, le espetó contundente Francisco Umbral a Mercedes Milá en el programa “Queremos saber” de Antena 3. De aquello hace casi tres décadas, pero continua siendo uno de los momentos más recordados de la historia de la televisión.
Parafraseando al célebre Umbral, yo voy a hablar aquí de mi libro, “Sueños de gloria”, un compendio de doce relatos breves que se presentará el 27 de enero. Se trata de mi tercera obra y la segunda que me publica Avance Editorial dentro de su colección La Cuadrilla.
Es imposible cuantificar cuál de los tres trabajos ha provocado mayor ilusión en mí. Éste, sin duda, es especial por varios motivos. El primero porque significa difundir textos que, de otro modo, hubiesen quedado olvidados en una fría carpeta de mi ordenador. El segundo, y de gran importancia personal, porque ha servido para homenajear a mi padre, que me acompañó en todas mis aficiones y no se separó de mí en cuantas actividades taurinas llevé a cabo. La dedicatoria es uno de esos contenidos que nunca hubieran visto la luz de no ser por la iniciativa de Paco Delgado, editor, compañero y amigo a quien nunca podré agradecer lo suficiente su empeño y confianza.
“Sueños de gloria” contiene ficción y realidad, vivencias personales e inventiva pura, ilusiones y desencantos, alegrías y penas. Al fin y al cabo es un reflejo de la dureza de la tauromaquia y de la propia vida. Una docena de pasajes originales con los que he intentado captar la atención del lector y provocar su satisfacción o su contrariedad, pero nunca dejarle indiferente, doce historias en las que los sueños son un nexo común pero no siempre se cumplen.
El libro esconde la sorprendente relación de Antonio y Ernesto, el inesperado desenlace de la amistad entre Adrián y su compañero de viajes, mi descubrimiento de El Viti en la primera televisión en color en casa de mis abuelos, la angustia de Miguel ante el estado de su hija Verónica, la arrebatada decisión tomada por el marido de Lucía, el quimérico reencuentro de María con el Papa, el significativo abrazo entre Rafael y su padre Curro, y la inclemente vida actual de Pablo.
Narraciones a las que he querido añadir una serie de textos que, por el momento en el que fueron creados, significan un postrer reconocimiento a quienes van dedicados: el irrepetible artista Juan Reus, Enrique Ponce por ser el matador que más toros ha indultado en la historia, el carismático y pro-taurino Juan Pablo II y el desaparecido Víctor Barrio, a través de quien pretendo realizar un alegato dignificando la tauromaquia.
En definitiva, doce escritos breves y muy distintos entre sí que creé con la intención de que fuesen de fácil y agradable lectura y, sobre todo, conmovedores. Para mí se trata de un pequeño tesoro escondido que ahora muestro y que comparto con la alegría de quien da lo mejor que tiene. Sólo deseo que alguno de los relatos llegue a emocionar de verdad, como lo hacen las buenas faenas. Como Umbral, yo he hablado aquí de mi libro. Espero que a partir de ahora sean los lectores quienes hablen de él.
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