Maculada Colau (apocoparla Ada suena a limpio, en la misma medida que Azaña suena a épica. Son las putadas de la ortografía con sus haches más mudas que un falangista en VOX) o Manchada Colau, si es que ustedes huyen del latín como yo de las urnas, echa a los apestosos militares fascistas españoles del protocolo y de las ferias docentes de Barcelona mientras cobija con su dialéctica de catequista de charcutería a lo “mejor de cada casa”. Manchada Colau es tan buena y tan piadosa que algún monje heterosexual y casto ( que haberlos, haylos) de Montserrat la quiere entronizar en una hornacina junto a la Moreneta, porque gracias a ella en Barcelona te dispensan sin pestañear, y aunque no quieras, el ruego que el Quijote le suplica al Caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcino: “Quitadme la vida, puesto que me habéis quitado la honra”.
Barcelona es hoy el colegio mayor de los erasmus del crimen, tal y como lo fue el Patio de Monipodio en la Sevilla del Siglo de Oro. En la capital del separatismo catalán imponen su fuero pícaros y ladrones, asesinos a sueldo y sicarios en paro. Proxenetas de lujo y chulos de ladillas en la bragueta. Manteros que no pagan diezmo y que exigen derechos, chaperos de arrabal y violadores de esquinazo y madrugada. Hampones baratos, matasiete de mercadillo, bandoleros suburbiales y ganters poligoneros. Caseros de narcopisos y negreros de madrigueras patera. Putas baratas, de mediopelo y de venérea a pelo. En Barcelona hoy, si llaman a la puerta a las cinco de la madrugada no es el lechero de Churchill; probablemente sea un acogido a la piedad de Manchada Colau con un ataque de priapismo en la entrepierna y una katana en la mano que viene a quitarte la honra, la hacienda y la vida porque la policía de opereta separatista está muy ocupada cazando catalanes españolistas, mientras Maculada Colau reparte a manos llenas un dinero que no es suyo entre la chusma polisexual, multicultural, multisarracena y homoseparatista que le echa el voto en las urnas para que la alcaldesa de Barcelona se siga orinando en España y en las togas de los jueces que la han imputado.
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