La paradoja comienza cuando una misma persona es empresario y apoderado al mismo tiempo. ¿Qué intereses defiende con mayor vehemencia el empresario-apoderado en caso de conflicto económico? ¿Los de su propio bolsillo o los de su poderdante aún cuando tuviera que asumir pérdidas? Mal asunto, porque el único objetivo que debería perseguir un empresario es el de contentar a la clientela, y el del apoderado conseguir las mejores condiciones para su torero.
Sin embargo, ahora todo se solapa persiguiendo el beneficio a largo plazo. Se echan cuentas al final de la campaña y se compensan las pérdidas y ganancias del año completo. Todo vale si el resultado final es rentable y se ha sumado un buen número de festejos. Mejor eso que estar parado en casa o teniendo que gastar en matar toros a puerta cerrada para prepararse.
Así las cosas, los empresarios-apoderados anuncian en sus plazas a sus toreros y a los de otros colegas empresarios-apoderados que pueden devolverles la contratación en sus plazas. Y las figuras lo copan todo. Es viable porque el caché es bajo en cosos de menor categoría. Repito, mejor llevarse un pellizquito que tener que pagar para prepararse en el campo. Y un puñado de jóvenes y de casi figuras, sin opciones de torear aún cobrando poco.
Valencia es plaza de primera categoría. En ella siempre tuvieron cabida los mejores, también los que apuntaban y hasta se tuvo deferencia con los de la tierra. Este año las circunstancias sanitarias han permitido confeccionar un cartel josefino con sólo cuatro corridas de toros. Y claro, así los puestos están más que cotizados. No han cabido ni todas las figuras ni otros matadores con merecimientos sobresalientes. ¿Cómo iban a entrar los que apuntan o los de la tierra?
Por el contrario, Valdemorillo es coso de tercera categoría donde tradicionalmente se han anunciado toreros del circuito de corridas duras o con pocas oportunidades que salían a darlo todo para abrirse paso. En esta ocasión sólo figuras. Sí, es lícito, pero alarmante. ¿Cómo se renovará el escalafón si los mismos nombres torean en todas partes? ¿Cómo se va a producir así el lógico relevo generacional?
Es evidente que el empresario-apoderado mira por su interés y el de su representado, que no es otro que atraer gente y ganar dinero. Hoy la gente compra las entradas al reclamo de los nombres que conoce, y se conoce a las figuras. Antes había que hacer méritos en provincias para torear en Madrid. Ahora hay que torear en Madrid para que te conozcan y te contraten en provincias. El mundo al revés. Lícito pero ilógico.
La única solución sería legislar la contratación de toreros de diversos grupos según la categoría de la plaza y el número de festejos que se programan, con bonificaciones impositivas que implicaran una rebaja en el precio de las entradas y ayudaran a rentabilizar los espectáculos. Pero claro, sin voluntad política de ayudar al toreo y bajo las riendas de los empresarios-apoderados que sólo miran los intereses actuales sin velar por el mañana, cualquier cambio es pura quimera. Y entretanto sólo torean las figuras y el futuro se complica.
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