Foto: Eduardo Porcuna
Ahora, Morante de La Puebla, se apunta a seis. Seis tardes en Sevilla. Cuatro corridas en el próximo abril y dos en septiembre por San Miguel. Porque sospecha que algo será posible. Porque su arte seguirá convirtiéndose en lo efímero de muchos momentos mágicos.
Seis en Sevilla
Manuel Viera
Burladero, 26 de enero de 2022
La ilusión se aprecia. Sigue siendo el sueño de cada tarde. Porque fascina su manera de torear. De hecho, cada comparecencia es una nueva esperanza. Una prolongación de deseos en ese universo de lances y pases que el artista forja con la bravura como materia prima válida para su monumento al toreo. La memoria, poderosa diosa que todo lo recuerda y enemiga del olvido, mantiene grabada el excepcional, apasionante y desbordante hacer de quien ofreció una tauromaquia desgarradora, de estremecedora belleza, a un toro de Juan Pedro Domecq en la pasada Feria de San Miguel en la Maestranza. Una auténtica joya.
Pareció como si las telas de su capote y muleta contuviesen entre sus hilos historias de leyendas del toreo de todos los tiempos. Fragmentos de antiguos maestros que él captura sumergiéndose en sus entrañas, y expresa en efímeras secuencias de una lidia que enloquece, mientras mantiene el tono de las pasiones extremas. Este torero, figura clave de la tauromaquia actual, hace intuir cada tarde la adopción de un concepto en el que reúne el pasado y el presente con los principios básicos del valor y la verdad, evidenciando una expresión artística sin límites en la creatividad. De la misma manera que sus emotivas y apasionadas formas logran el poderoso efecto de hacer sentirse a quien lo ve en otra galaxia.
Todo un prodigio. Una forma de hacer y decir el toreo detallista, pura, generosa, embaucadora, con una altísima capacidad de ingenio capaz de inventar lo sublime aun no siéndolo. Le volaron los dedos con los que meció el capote de la misma manera que ralentizó la naturalidad de una muleta henchida de gracia y encanto.
Ahora, Morante de La Puebla, se apunta a seis. Seis tardes en Sevilla. Cuatro corridas en el próximo abril y dos en septiembre por San Miguel. Porque sospecha que algo será posible. Porque su arte seguirá convirtiéndose en lo efímero de muchos momentos mágicos. Porque se darán otras circunstancias similares a la de encontrar al diestro cigarrero en estado de gracia, y al toro conjuntado en la idea común e inmutable. La Maestranza, de nuevo, el lugar de otro asalto a la gloria. Que así sea.
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