He puesto como ejemplo los ingredientes antes dichos para que comprendamos que, en el toreo sucede lo mismo y, pese a todo, algunos hasta se atreven a profanar dichas normas. Yo lo explico.
En el toreo, por regla general siempre triunfan los mismos, justamente los del “caviar” que, para colmo de nuestros males hasta quieren comerse el bocadillo de los pobres, es el caso de Valdemorillo que, de toda la vida ha sido una feria de oportunidades y, para mayor dicha con su excelencia el toro auténtico y, como hemos sabido todo se ha trasfigurado de mala manera para que, reitero, los toreros que ansiaban comerse el “bocadillo” en las ferias toristas se han quedado con la ilusión que siempre les albergó.
Hay muchas plazas de toros que, en su feria o fiesta, lo que les interesa es el toro, es el caso de la plaza antes citada, amén de otras muchas de la comunidad de Madrid. Y es así donde se aferraban muchos diestros que acudían a las mencionadas ferias sabiendo que era el único bastión que tenían como matadores de toros. Allí tenían todos reservado el correspondiente “bocadillo”, el que degustaban con pasión mientras se jugaban la vida.
Lo dicho, ¿es bueno o es malo? Ni lo uno ni lo otro, pero sí lo más natural del mundo mientras se aceptaban las consabidas reglas del juego, que no eran otras que cada cual sabía el lugar que ocupaba en el toreo y, las figuras jamás antes mancillaron los sagrados derechos de aquellos hombres esperanzados que acudían a dichos pueblos buscando su tabla de salvación que, posiblemente no les llegará nunca, pero nadie les arrebataba sus ilusiones por conseguirlo.
En el toreo todo está manga por hombro como diríamos en terminología coloquial, al tiempo que se mancillan los derechos del que menos poder tiene, razón por la que existen esas aficiones dadivosas ante los toreros capaces de enfrentarse al toro auténtico. ¿Se imagina alguien en la feria de Ceret, -por poner un solo ejemplo- a Morante copando dicha feria? Claro que, lo grave de la cuestión no es que Morante y sus adláteres aprehendiendo la feria de Ceret, lo realmente gravísimo es que esos aficionados se quedarían sin ver el TORO que en definitiva es lo que les subyuga.
Insisto que, tanto en Francia como en España, a Dios gracias, todavía quedan bastantes ferias en las que, por regla natural lo que les conmueve es el toro que, de alguna manera, es el que les sirve para valorar en su justa medida a los lidiadores que tienen en valor de enfrentarse a esas corridas fantásticas en las que, Morante y sus huestes todos echarían a correr.
Dantesco sería que las figuras ocuparan todos los puestos en las ferias toristas pero, no deja de ser un hecho criminal que se apunten a los pueblos, que desaparezca el toro y se hagan los amos de un territorio que no les corresponde.
Si de grandes ferias hablamos en las que prevalece el toro, Pamplona sería el ejemplo más notorio al respecto porque en la capital navarra se lidia el toro, eso sí, con un matiz, que cuando llegan las figuras el toro solamente es grandote y siempre de las ganaderías de “prestigio”, razón por la que los navarros tragan con el truco. Eso sí, cuando allí se lidian los toros de Miura u otras ganaderías encastadas, ni hay figuras ni nada que se le parezca.
Pues lo que ocurre en Pamplona es lo que sucede en muchos pueblos y ferias con la salvedad de que no acuden las figuras y, lo que es mejor, nadie las reclama. Ahora bien, que esas figuras destronen a los toreros honrados que solo tenían donde aferrarse en los pueblos llamados toristas, que les quiten ese derecho no deja de ser un crimen en toda regla. Claro que, tras lo que ha ocurrido en Valdemorillo lo podemos esperar en cualquier plaza por muy torista que se haya considerado toda la vida y, mucho más aún en los tiempos actuales en los que, Morante ha anunciado que toreará hasta en los más humildes barbechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario