En el toreo y en la sociedad en que vivimos tenemos que ir a favor de los tiempos que corremos y, las escuelas, en el ramo que fuere, siempre serán bien recibidas. Es verdad que hace doscientos años había toreros sin necesidad de escuelas taurinas pero, todo ha cambiado, nuestra sociedad nada tiene que ver con aquella de los felices años veinte.
Escuelas taurinas
Pla Ventura
Toro de Lidia / 14 enero, 2022
De todos es sabido el pronunciamiento de Morante al respecto de las escuelas taurinas las que, el artista de La Puebla las repudia sin el menor atisbo de compasión. El hombre está en su derecho de opinar lo que le plazca al igual que, los demás, por supuesto, también tenemos derecho a expresar nuestro punto de vista al respecto. La libertad de expresión es el valor que nunca debemos perder para, de tal modo, nuestro sentir que se haga oír.
Nadie estamos en posesión de la verdad absoluta porque, lo que unos entendemos como verdad, otros lo ven como algo surrealista, es el caso de Morante con las escuelas taurinas que, como se ha pronunciado las detesta por completo. ¿Habrá algo más bello que una escuela para aprender, en el ramo que fuere, pero con la posibilidad de enseñar al que no sabe? Eso que opina el diestro sería equiparable al analfabeto que deteste las universidades porque hay que aprender en la calle. ¿Cabría semejante atrocidad ante la opinión de un individuo? Sería impensable que alguien hiciera semejante afirmación. Pues Morante lo ha hecho.
Es cierto que, todavía, para fortuna de unos pocos, existen diestros que no han pasado por ninguna escuela, caso de Morante y algunos más pero, ¿qué daño hacen las escuelas como para ser criticadas con esa saña que ha vomitado el maestro de La Puebla? Es algo inaudito, increíble, impensable.
En el toreo y en la sociedad en que vivimos tenemos que ir a favor de los tiempos que corremos y, las escuelas, en el ramo que fuere, siempre serán bien recibidas. Es verdad que hace doscientos años había toreros sin necesidad de escuelas taurinas pero, todo ha cambiado, nuestra sociedad nada tiene que ver con aquella de los felices años veinte.
Si dice que, las escuelas son el prototipo de enseñanza para que nazcan toreros sin personalidad alguna y, en el fondo no deja de ser una mentira cruel para desacreditar a todos aquellos que ponen su granito de arena para favorecer a los chavales que quieren ser toreros. Puede que, algunos toreros, en este caso chicos que intenten aprender, sin pretenderlo, se copien unos a otros pero, ese es otro problema que lo solucionará el torero y, por encima de todo, el toro, si es que llegan hasta donde sueñan los aprendices.
Muchos son los toreros de escuela que hemos conocido; mejores o peores, pero si echamos la vista atrás, entre otros muchos, conocimos a José Miguel Arroyo Joselito de la escuela taurina de Madrid que, como sabemos, marcó una época en el toreo. ¿Qué hubiera sido de este hombre sin la escuela en la que aprendió? Como él mismo confesara en su libro biográfico, hasta es posible que, dada su vida errante, hubiera acabado en el mundo de la delincuencia como les ha sucedido a miles de chavales que, por caminar por el sendero equivocado cayeron en las redes del delito. Al margen de que Joselito lograra el entorchado de figura del toreo, por encima de todo, la Escuela Taurina de Madrid le salvó como hombre y le engrandeció como torero. ¿Cabe logro mayor?
Pensar, como digo, que dichas escuelas taurinas sirvan para que los chicos que lo intenten, de momento, con mayores o menores logros; lo que está clarísimo es que dentro de dichas “aulas” no se les enseña nada malo; es más, tienen la oportunidad de ser hombres antes de tiempo un valor incuestionable que solo es posible cuando un chaval está en una escuela. Por donde se mire, aprender siempre es algo importantísimo; aquello de forjarnos en la escuela de la calle ha pasado a mejor vida porque como se ha demostrado, en la calle y a la buena de Dios es donde nos encontramos con el mundo de la delincuencia.
No todos los días sale una figura del toreo de las escuelas porque, en las mismas o fuera de ellas, eso siempre tiene tintes de milagro pero, insisto, a lo largo de toda España hemos conocido a decenas de toreros que, formados todos en las escuelas, unos han tenido mejor fortuna que otros pero, todos, sin distinción, ha salido de dichas aulas con la sabiduría suficiente como para desenvolverse en la vida, tanto en el mundo de los toros como en cualquier otra actividad que emprendieran.
Otro factor importante de las escuelas taurinas no es otro que albergar a muchos profesores, toreros retirados o diestros que han tenido poca fortuna en su profesión, puedan actuar como docentes para enseñar lo mucho que saben. Recuerdo ahora, entre tantos profesores en la Escuela de Madrid a Juan Antonio Alcoba Macareno, por citar a uno de los muchos pedagogos que ha tenido dicha escuela. Macareno no pasó de ser un artista en el torero pero, vaya pedazo de torero que tenían como profesor.
Y de tal modo, la lista podríamos hacerla extensiva a todos los puntos de España donde haya una escuela taurina, lugares de enseñanza que, además de impartir cada cual lo que mejor sepa, algunos hombres honrados hasta tienen la posibilidad de ganarse un sueldo que, como toreros, hasta se les negó cuando estaban en activo. ¿Qué de malo tiene una escuela taurina? Que alguien me lo explique porque yo no le veo ningún punto negativo a las escuelas taurinas. Insisto que, desde las mismas saldrán toreros con más o menos personalidad pero, ¿acaso los toreros que no han asistido a dichas aulas son todos como Morante? La personalidad o el “ángel” que cada torero pueda tener se llevan en el propio ADN del individuo sin necesidad de acudir a centro alguno de enseñanza.
Por cierto, me viene ahora a la mente que, al respecto de la negación de Morante sobre las escuelas taurinas, para que este artista se ilumine y comprenda el sentido de sus palabras, vacuas y sin sentido, debería saber que sus admiradísimos compañeros, Juan Ortega y Pablo Aguado, dos excelentes toreros que vienen, justamente, de la escuela taurina de Sevilla y, sin duda, de la mano de Pepe Luis Vázquez Silva, casi nada he dicho yo ¿verdad?
Es muy fácil criticar aquello que a uno no le gusta y, lo que es peor que intente impartir dogmas al respecto cuando se está en el olimpo del toreo, es el caso de todo lo que ha dicho Morante. ¿Si Morante tuviera la situación que tiene Rafael Serna, por citar a otro torero de Sevilla, hubiera hecho semejante afirmación ante la negación de las escuelas? Blanco y en botella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario