Apostamos por las cámaras de televisión en la puerta durante la feria
'..La televisión es imprescindible si se quiere llegar a todos, nada existe si la tele no lo muestra. Es responsabilidad de todos los profesionales que viven de esta actividad cuidar para que la Fiesta llegue a cuantos más lugares mejor, no quedarse en cotos cerrados para quienes estén o puedan desplazarse a Sevilla..'
Sevilla tuvo que ser, con...
Con su lunita plateada, testigo de nuestro amor, bajo la noche callada. Así comienza una conocida canción.
Y sigue de esta manera: Si nos quisimos tú y yo, con un amor sin pecado, pero el destino ha querido, que vivamos separados. Están clavadas dos cruces, en el monte del olvido. (…) por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío.
Así parece y así es la relación de los aficionados con Sevilla, con su plaza de La Maestranza, con su Feria de Abril.
Siempre juntos, siempre enamorados, pero ahora separados por culpa de la no televisión de los festejos que allí han de celebrarse en abril y mayo, en su famosa Feria de Abril.
Ahora separados quedamos, huérfanos de su encanto, de su embrujo, por mor de que a Don Ramón no le hace gracia lo que le ofrecen por televisar la feria, como venía sucediendo desde tantos años atrás.
La televisión es imprescindible si se quiere llegar a todos, nada existe si la tele no lo muestra. Es responsabilidad de todos los profesionales que viven de esta actividad cuidar para que la Fiesta llegue a cuantos más lugares mejor, no quedarse en cotos cerrados para quienes estén o puedan desplazarse a Sevilla.
San Isidro ya ha encontrado solución con las cámaras de Telemadrid, Valencia ha buscado un resquicio para que, al menos, media feria pueda ser vista por Onetoro, se supone que con la nueva fórmula económica que lo haga viable, y Sevilla no puede ignorar que el futuro pasa por ampliar la difusión de la Fiesta Brava.
El proyecto sevillano puede ser rico en acontecimientos, recordemos la faena del rabo de Morante, o el indulto de Cobradiezmos, por poner algunos ejemplos de la grandeza y repercusión que ambos momentos vivieron en todo el orbe taurino gracias a la televisión. Sin la pequeña pantalla, ahora ya muy grande debido a las muchas pulgadas de los televisores, nada de eso hubiera alcanzado el eco que tuvo.
Reconsideren las posturas inflexibles y encuentren un camino para que los aficionados de todo el mundo tengan acceso a esa gran cita. A pesar de no contar con Emilio de Justo, hay suficientes alicientes para despertar el interés de la afición en todo el planeta de los toros.
Les invito a una seria reflexión alejada de tensionar en exceso por los extremos. Por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío (profesionales y aficionados). No es momento de romper, es momento de encontrar soluciones. Para otro año será tarde.
Antolín Castro
