
'..Nadie va a salir a la calle con una trompeta a anunciar que el Estado de Derecho ha sido clausurado y que a partir de ahora vivimos en una tiranía cleptocrática a calzón quitado. Pero si no queremos ser los primeros ahogados del Diluvio, convendría que nos fuéramos haciendo a la idea.."
La gran farsa
Carlos Esteban
El campesino de la Dacia a finales del siglo V murió sin saber que ya no era un ciudadano romano, sino un hombre medieval; los contemporáneos de Augusto en la Urbe veían que el Senado seguía reuniéndose y se sucedían los cónsules y podían pensar que aún vivían en la República Romana.
A toro pasado, muy pasado, todo se ve tan claro. En un libro de Historia, como en una fábula, nos asombran los aristócratas que se quedaron en Francia a la espera de pasar por la guillotina, la gente de orden que permaneció en la zona roja y acabó, como preveía el lector del cuento, ajusticiada en alguna checa.
Los personajes del cuento son los que no ven lo que vería cualquiera desde fuera. Notan, sí, la deriva, y la denuncian en el bar o en ese otro bar sin copas que son las redes. Pero el sesgo de normalidad adormece, y no nos tomamos en serio nuestras propias palabras. Cruzamos dedos invisibles confiando en que pase la tormenta y no se instale. El punto de no retorno siempre está un poco más allá.
Hoy mismo oyes a gente, a políticos incluso, calificar a Pedro Sánchez de tirano y a su régimen de cleptocracia y mafia institucionalizada, pero luego se aleja del micrófono, de las cámaras, del teclado, y sigue con sus cosas como si las instituciones funcionaran y España fuera una democracia liberal consolidada.
No lo es ya. Tampoco lo es Europa, esa Europa que no fue nunca nuestra solución, como tampoco fuimos nosotros un problema.
Bruselas bendice la anulación de unas elecciones, primero, y el veto al candidato más popular, después, y calla las matanzas de cristianos en una Siria de la que se regocijó cuando fue secuestrada por una banda de terroristas internacionales.
Hace esta semana cinco años el mundo cambió para siempre. No hay nada nuevo bajo el sol, dicen, y apenas hay expresión habitual más errada que «sin precedentes», pero en esta ocasión sí hubo algo nuevo, algo sin precedentes: la humanidad entera, con honrosísimas excepciones —olé Suecia—, fue condenada a arresto domiciliario por una peste universal. Vivimos dos años de absoluta locura que aún no nos atrevemos a recapitular a fondo y en los que todo lo que se nos dijo con vehemente ubicuidad, con machacona insistencia, se reveló mentira.
Aún no sabemos qué pasó realmente, pero sí que hubo engaño universal, farsa desde las élites, robos a mansalva desde el poder. Codicia desatada y obsesión por el control, eso parece ser todo. Eso es el cambio climático que Trump, Dios le bendiga, ha calificado tranquilamente de farsa y timo. Y eso es, me temo, el rearme multibillonario que nos anuncia la déspota inelecta Ursula von der Leyen, desde una unión comercial que se ha transformado, sin pedir permiso a nadie, en alianza militar.
Vamos de emergencia en emergencia, de peligro mortal y existencial en peligro mortal y existencial, y todo es mentira. Pero una cosa es decir que el emperador está desnudo y otra, muy distinta, actuar ante la desnudez imperial en coherencia.
Von der Leyen fue acusada ante una comisión del Bundestag por corrupción cuando era ministra de Defensa y ha vuelto a hacerse sospechosa de otro tanto con el asunto de las vacunas. En España estamos asistiendo a un Himalaya de coimas en torno a mascarillas y tests de diagnóstico, pero todo esto es peccata minuta comparado con las fortunas que se harán con el gasto militar, como bien sabe Zelenski, el mago que ha hecho desaparecer miles de millones dólares en ayudas.
Nadie va a salir a la calle con una trompeta a anunciar que el Estado de Derecho ha sido clausurado y que a partir de ahora vivimos en una tiranía cleptocrática a calzón quitado. Pero si no queremos ser los primeros ahogados del Diluvio, convendría que nos fuéramos haciendo a la idea.
*La dictadura cleptocrática no acaba de empezar Carlos*. Desgraciadamente es vieja, pues se inició con este régimen del 78 impuesto desde allende de nuestras fronteras. *Ahí comenzó la gran farsa*. Solo q ahora, efectivamente, ya lo hacen a calzón quitado, fruto del grado de degeneración alcanzado.
ResponderEliminarY el mal de fondo es q esta corrupta *UE* está a lo mismo: *destrozar las soberanías nacionales, el estado de bienestar y nuestro modo de vida y cultura cristiana*.
Eso sí, su traición lacayuna muy bien pagada. Trincarán para ellos y tres generaciones de descendientes. Viendo lo que hicieron con el material sanitario asusta imaginar las comisiones que se devengarán en el mercado persa del armamento. A contrario sensu, la fiesta la pagarán nuestros nietos y bisnietos.
¡¡Dios salve a Europa!! 🇪🇸
Luis Ibáñez