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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 18 de marzo de 2025

Valencia.- Respeto al respetable / por Carlos Bueno


"..Sucedió en la cuarta del abono de la feria de Fallas. Llevaba lloviendo prácticamente durante un día entero y el ruedo estaba impracticable. El coso no se había tapado porque el agua había comenzado caer durante la función del día anterior convirtiéndolo en un barrizal..'

Respeto al respetable

Carlos Bueno
El respeto siempre fue uno de los valores intrínsecos a la tauromaquia. Respeto a las tres patas que la sustentan: toros, toreros y público. Si se menosprecia a alguna de las tres partes, se mancilla el toreo y pierde dignidad y fundamento. No es serio, no es respetuoso tener a los espectadores en los tendidos de una plaza esperando durante una hora a que se anuncie la suspensión de una corrida, máxime si todo indica bien a las claras que el festejo no puede celebrarse.

Sucedió en la cuarta del abono de la feria de Fallas. Llevaba lloviendo prácticamente durante un día entero y el ruedo estaba impracticable. El coso no se había tapado porque el agua había comenzado caer durante la función del día anterior convirtiéndolo en un barrizal. Cubrirlo era contraproducente. Sólo cabía esperar que durante la noche escampara y la arena se secara. Pero eso no ocurrió, y la llovizna sólo decayó minutos antes del momento de hacer el paseíllo. Sin haberse llevado a cabo ninguna acción para arreglar la marisma en que se había transformado el recinto, todo señalaba que torear en esas condiciones era una insensatez.

Echar para adelante hubiese sido un riesgo añadido para los toreros, una peligrosa incógnita para las reacciones de los toros y una falta de deferencia con los asistentes, sentados sobre fríos y húmedos bancos y, además, expuestos a la fehaciente posibilidad de una nueva lluvia. Pero tenerles 60 largos minutos empantanados sin esperanzas reales de solución, es un menosprecio mayor, máxime cuando no se hizo nada por restaurar el resbaladizo estado del piso. Porque sacar media docena de capazos de arena para tapar un par de charcos fue un simple paripé.

Ningún aficionado apostaba por que aquello pudiese solucionarse. Es más, estoy convencido de que ni empresarios ni matadores lo creían posible. Y tras 45 minutos para esparcir un puñadito de albero sobre una minúscula parte del anillo, los gestores informaron que no tenían más arena. Valencia, plaza de primera categoría; una semana anunciándose la llegada de un frente tormentoso, y nadie había previsto tener material para subsanar los posibles desperfectos que pudieran producirse. Momentos después, por megafonía se anunció que “a pesar de los esfuerzos de la empresa, se suspendía la función”. ¿A pesar de los esfuerzos? ¿Casi una hora para que seis operarios distribuyeran seis montoncitos de albero es un esfuerzo titánico?Entradas corrida toros

Pitos, gente cabreada y, a través de redes sociales, llegaban imágenes de una plaza francesa en la misma situación con un camión dentro del ruedo y un grupo de trabajadores repartiendo arena a mansalva. En fin, que las comparaciones son odiosas.

Cuentan que en Valencia los toreros tenían la intención de actuar, pero, como dio El Gallo, “lo que no pué ser no pué ser, y además es imposible”. Ante casos como este, debería existir una norma que dictaminase un plazo para decidir qué hacer y trasmitirlo al respetable, ese que religiosamente pasa por taquilla, que soporta estoicamente las inclemencias meteorológicas y que merece la mayor de las consideraciones.

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