A los cincuenta años de su muerte, y en plena conmemoración gubernamental, un repaso a la evolución de su consideración política y a lo publicado sobre su figura.
Francisco Franco, campo historiográfico
y democracia morbosa
Por Pedro Carlos González Cuevas
En su obra Tótem y tabú, Sigmund Freud describió el nacimiento de la sociedad mediante la descripción imaginaria de un proceso en el que una horda primitiva, bajo la égida de un tiránico viejo macho que disfrutaba de las mujeres y de los bienes materiales, imponiendo su despótica voluntad sobre los machos jóvenes. Pero un día los adolescentes se conjuran y asesinan al odiado patriarca, devorando su cuerpo en un banquete caníbal. Es el día de la liberación. Viene esto a colación, a causa la iniciativa del actual presidente del gobierno Pedro Sánchez Pérez-Castejón de considerar el año 2025 como año de Francisco Franco, a la hora de conmemorar el medio siglo de su muerte. La muerte de Franco ha de ser celebrada, en multitud de actos políticos y académicos, como génesis del actual régimen político español. No existe la menor duda de que este programa tiene un innegable sesgo psicoanalítico.
Nuestra derecha más superficial, es decir, el Partido Popular, se ha apresurado, como de costumbre, a denunciar esa iniciativa del ejecutivo como una cortina de humo que intenta encubrir los casos de corrupción en que se hayan insertos algunos miembros del gobierno y de la propia familia del presidente del gobierno; y, de paso, hacer olvidar los problemas reales, es decir, materiales, del conjunto de la población. Naturalmente, discrepo de esa interpretación tópica. Como ya he adelantado, la iniciativa gubernamental tiene un claro fundamento psicoanalítico. Y, en ese sentido, posee toda una lógica. Como luego analizaré, lo criticable no es la iniciativa en sí, sino la forma de abordar el tema. Y es que, por lo menos a mi modo de ver, Francisco Franco ha sido la principal figura de nuestra historia contemporánea. Esto no pretende ser, en principio, un juicio de valor, sino la descripción de un hecho, que puede ser interpretado en sentido positivo o negativo.
En el caso de los convocantes de esa campaña mediática, política e historiográfica, la figura de Franco ocupa claramente el rol del viejo patriarca explotador, del “Padre Malo”, al que aquellos jóvenes más o menos rebeldes fueron incapaces de asesinar o derrocar. Un año después de la muerte del dictador español, se estrenó la película de Jaime Chávarri, El desencanto, en la que se describía esa profunda frustración, personificada en la familia de uno de los poetas afines al régimen, aunque no a la figura de Franco, Leopoldo Panero, prototipo del patriarca opresivo y castrador, en un universo simbólico en el que, de una manera u otra, la presencia del dictador era ubicua y permanente. En realidad, el síndrome venía de lejos. A la altura de 1965, el poeta Jaime Gil de Biedma afirma, en una página de su diario:
“No cabe decir, como dicen algunos frívolos, que Franco es simplemente un individuo grotesco que tiene buena suerte, porque eso no es más que la versión invertida de la imagen de Franco, hombre providencial difundida por la propaganda. ¿Puede, en efecto, imaginarse nada más providencial que veinticinco años de buena suerte? España y los españoles han cambiado, y aunque forzosamente hubieran cambiado también sin Franco, el hecho es que han cambiado con él. De la España que Franco deje han de partir quienes vengan, cuando él acabe, no de ninguna anterior”.
Otro escritor, Juan Goytisolo, denunciaba, poco después de la muerte de Franco, la impotencia de su generación a la hora de vivir al margen de su imagen en los espacios sociales:
“Sólo él no cambiaba. Dorian Grey en los sellos, diarios o enmarcados en los despachos oficiales en tanto que los niños se volvían jóvenes, los jóvenes alcanzaban la edad adulta , los adultos perdían cabellos y dientes”.
El historiador Santos Juliá Díaz se ha referido a Franco como “el gran padre”, en un sentido igualmente psicoanalítico.
Y el ensayista Fernando Savater, en su Panfleto contra el Todo, profundizaría elocuentemente en el problema:
“¿Les descubriré el gran secreto, el mysterium tremendum que configura el final de la democracia en España y determinará medularmente los acontecimientos del postfranquismo? Es un secreto a voces que nadie divulga, una alarmante novedad que nadie ignora y pocos comentan: Franco murió de viejo en la cama”.
Seguir leyendo en La Gaceta de la Iberosfera / Ideas22 de marzo de 2025
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