'..La verdad del toreo, no se puede degradar maquillando el rito en la plaza para hacerlo políticamente correcto. Es obvio que existen, y se viven en el ruedo, momentos difíciles y problemáticos para la sensibilidad, pero en esa dificultad radica precisamente su interés..'
México, otra vez
Manolo Viera
No creo que haga falta añadir más a lo mucho dicho. México prohíbe lo toros. Otra vez. La ingenuidad con la que se ha pronunciado su presidenta Claudia Sheinbaum ha provocado la polémica y los más variopintos comentarios no solo en el país azteca, sino en todo el planeta taurino. La falsa humanización de la fiesta de los toros eliminando la sangre innecesaria es la incómoda realidad que define el presente de los toros en México. Un planteamiento absurdo con el que quieren maquillar la palabra prohibir. Este es el objetivo.
La ambigüedad de la decisión, unida a la inquietud y la manera de dictaminar lo que se ha de hacer para evitar el maltrato al animal, incita a la controversia y espolea a los chusmas sin escrúpulos, que no tienen otros objetivos que no sean los de conseguir la aniquilación inmediata de las corridas de toros. Absoluta y vacua reflexión para un mundo tan complejo en el que la desorientación en posibles y extremas decisiones corre el riego de hacer lo que se dice, y apunta a lo mismo: a la eliminación. Planteamientos rigurosos que son consecuencias de un juego de unos pocos con ganas de liarla. Un chocante equívoco que da pie a una nueva invasión de cutres progresistas antitaurinos dispuestos a apuntillar la decadencia de los toros en la Plaza México.
La verdad del toreo, no se puede degradar maquillando el rito en la plaza para hacerlo políticamente correcto. Es obvio que existen, y se viven en el ruedo, momentos difíciles y problemáticos para la sensibilidad, pero en esa dificultad radica precisamente su interés.
Porque si el toreo se distancia de los componentes conceptuales que lo sustenta se encontrará con que, tal vez, no haya mucho que decir de él.
Esto no es más que una forma de provocar la confusión además de entregar el futuro de las corridas de toros. Disparatadas teorías evolutivas con las que lamentablemente pretenden derribar las paredes del toreo. Es el camino que va trazando el andar del andariego. Y a la vez que dice su decir, va historiando su vocacional historia, que no es otra que esa continua obsesión por abolir. Fiel a la falsa moralidad de ideologías intolerantes compartida por la modernidad interesada que apabulla por su ignorancia.
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