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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 15 de marzo de 2025

México.- Sinsentido /por Heriberto Murrieta


'...La prohibición encierra una enorme contradicción porque a la larga puede acarrear el exterminio de una especie supuestamente defendida por los antitaurinos que, salvo honrosas excepciones, se caracterizan por ser insultantes, violentos e intolerantes frente a quienes no piensan como ellos..'

Sinsentido

Heriberto Murrieta
La aberrante politización del tema taurino ha alcanzado su punto más álgido con la iniciativa de Clara Brugada para que las corridas de toros se vuelvan incruentas en la Ciudad de México. Justo un día después de que la Presidenta Claudia Sheinbaum calificara a la tauromaquia como una actividad cultural, la Jefa de Gobierno propuso modificar el formato de la lidia.

Eufemismos aparte, el proyecto equivale tácitamente a la prohibición de una manifestación lícita y llena de tradición, arte, belleza, valores, fuentes de empleo, derrama económica y sentido ecológico.

Suprimir banderillas, puyas y espadas, así como proteger los cuernos del toro y evitar su muerte, significaría arrancarle su esencia al toreo. La minimización del peligro le restaría razón de ser. La tauromaquia se convertiría en una pantomima desprovista de ritualidad, riesgo, emoción y drama.

La fuerza del toro es atemperada durante la suerte de varas. Si el toro no fuese picado, en muchas ocasiones llegaría entero al último tercio, sin poder ser toreado con la muleta, transformándose drásticamente la manera de ejecutarse los trasteos.

La prohibición encierra una enorme contradicción porque a la larga puede acarrear el exterminio de una especie supuestamente defendida por los antitaurinos que, salvo honrosas excepciones, se caracterizan por ser insultantes, violentos e intolerantes frente a quienes no piensan como ellos. En el colmo de lo paradójico, muchos enemigos del toreo se oponen a la muerte del toro pero son carnívoros y pugnan por el aborto.

La corrida no consiste en maltratar a un animal destinado exclusivamente a ser lidiado ni los aficionados somos unos sádicos que vamos al coso a ver correr la sangre, sino a disfrutar de una obra de arte ejecutada en pocos minutos frente a una fiera criada ex profeso para la lidia, que en cualquier momento puede herir o matar.

Los ganaderos son los verdaderos animalistas de esta historia. Se encargan de criar, alimentar y brindar extraordinarias condiciones de vida a sus camadas. Las dehesas son vastos ecosistemas donde se preservan otras especies. Por cada toro que muere en la plaza, otros siete se mantienen vivos en las ganaderías.

El festejo no es un espectáculo cruel puesto que el torero no disfruta con el supuesto sufrimiento del animal. Y digo supuesto porque está científicamente comprobado que el toro genera betaendorfinas que inhiben el dolor.

De ser aprobada, lo único que esta medida conseguiría es intercambiar la muerte digna del toro en la plaza por su sacrificio indigno, ventajoso y cruel en la penumbra del rastro.

Sería un rasgo antidemocrático, una imposición del gobierno actual desde la demagogia y la desinformación./De Sol y Sombra/
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Manuel Sescosse, ganadero y presidente de Tauromaquia Mexicana A.C

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