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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 6 de mayo de 2011

TROPIEZO CON EL ESPANTO / Por Aquilino Sánchez Nodal


Desplante Manolo Granero a un toro de Domecq en Sevilla
29 de Septiembre de 1921
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TROPIEZO CON EL ESPANTO

 Por Aquilino Sánchez Nodal

Madrid , 6 de Mayo de 2011
     Ahora hace ochenta y nueve años, … murió Manolo Granero en Madrid. Lo mató el toro “Pocapena” de Veragua en la cuarta de abono. Alternaba con Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda, ninguno de los dos matadores, en toda su vida, lograron reponerse de la visión de la mortal cogida en la tarde del 7 de Mayo de 1.922.

     El comienzo resultaba extraño, el primer reconocimiento solo se aprueban cuatro de Veragua y dos de Bueno. Un segundo informe veterinario descarta uno del duque y rechaza los dos de Bueno. Al fin se enchiqueran, tres del Duque y la corrida se remienda con otros tantos del Marqués de Albaserrada. Aquel día era especial para Marcial Lalanda ya que confirmaba alternativa y le correspondió el primer toro. El segundo en saltar al ruedo fue del Marqués. Manolo estuvo superior con el capote resultando ovacionando a cada lance. Con la muleta estaba dominador y la faena discurría entre aplausos y olés. Una en lo alto tira al toro con las cuatro patas a lo alto. El público obliga al matador a dar la vuelta al ruedo.

Cogida y muerte de Manolo Granero
7 de Mayo de 1922 Plaza de Toros de Madrid
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     El quinto ya está en el albero, entrepelao cárdeno, astifino a más no poder, querencioso y manso perdío, un imponente ejemplar del Duque de Veragua de nombre “Pocapena” que gazapea hacia tablas y se vence para el derecho achuchando a los adentros.

-         “¡Cuidao maestro, ese no es na claro!- Advierte Finezas, su mozo de espadas. Granero le hace una mueca indicando que lo ha observado y sabe del peligro.

     Manolo Granero había prometido llevar una oreja a una niña, hija de su amigo cortada aquella tarde. Pero la idea que ocupaba la mente del matador en aquellos momentos era encontrar la fórmula para dominar al Veragua y triunfar en Madrid. Y allá se encamina franela en mano. Lo primero sería corregir la querencia a fuerza de consentirle … Todo el arte, toda la grandeza del toreo,… la vida en un descuido y “Pocapena” le empitona en el muslo y queda suspendido unos segundos en el aire. Manolo Granero es arrojado al suelo violentamente junto al estribo del tendido 2 – frente a los números 28 – 29 de la barrera. El toro lanza varios derrotes al torero herido mientras llegan al quite su banderillero de confianza, el también valenciano Blanquet y sus compañeros de terna… No pudieron evitarlo, no les dio tiempo, la tragedia estaba consumada. Uno de aquellos “guadañazos” le había destrozado el cráneo penetrando por el ojo. Cuando entró en la enfermería en manos de las asistencias era casi cadáver. La herida era mortal y Granero agonizaba ante la ciencia impotente para salvar al hombre. Allí quedaba el cuerpo del elegido rodeado de sus íntimos y los de su cuadrilla, “Barona”, “Alpargaterito”, Blanquet, Finezas …y la tristeza humedecida por las lágrimas. No lo podían creer, unos minutos antes, aquel cuerpo inerte había llenado de alegría y arte los tendidos de la plaza. Ahora partía en un lecho de miles de flores de Mayo, en un vagón de tren, por el negro túnel de la muerte que lo llevaba a Valencia.

 Manuel Granero
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     Con la mirada perdida en la madera del compartimento ferroviario, Finezas recuerda la vez que arreglo una chaquetillas de segunda mano que le venía grande, usando unas “ballenas” de un corsé de señora. Desde los comienzos, Finezas había acompañado a Manolo como mozo de estoques. Los sacrificios, los viajes sin fin, las calamidades pasadas juntos, los fracasos y éxitos por las plazas de España hasta llegar a figura indiscutible del toreo. Todo había sido demasiado rápido aunque los aficionados lo querían, él no era “Joselito El Gallo”. Finezas prosigue hablando a su aire sin que los presente muestren interés por su relato:

     -“ El verdadero pase de “la firma” mi matador solo lo dio dos veces, al mismo toro, uno de Villamarta, en la plaza de Bilbao el día 15 de mayo de 1.921 ¡La gran temporada de Manuel Granero! Inició un derechazo y antes de rematarlo el toro se le vuelve rápido, entonces, con serenidad y aplomo gira la muñeca y liga un pase por bajo. Repitió el muletazo con la derecha y de nuevo hubo de vaciarse al toro con un pase por bajo. Lo intenta otra tercera vez y salió volteado por los aires, El fotógrafo bilbaino Amado captó con su cámara aquel primer muletazo y puso en el pie de fotografía: “El pase de la firma de Manolo Granero”, nombre con que se conoce desde aquel día. Ya no volvió a repetirlo más, igual que le aseguro que tampoco se lo he visto ejecutar a ningún otro torero con la pureza con que lo hizo mi matador aquella tarde”.

     Manolo Granero había cumplido los veinte años el día 4 de Abril de 1.922, era de la época de “Chicuelo”, Eladio Amorós, Juan Luis de la Rosa y “Varelito” …. Comenzó de becerrista en 1.917. Se presenta en Madrid el 20 de Junio de 1.920 junto a Valencia  II y “Carralafuente”- El 28 de Septiembre recibe la alternativa de Rafael “El Gallo” en la Maestranza de Sevilla. Confirma el 22 de Abril de 1.921 con diecinueve años recién cumplidos. Ningún matador antes había logrado interesar tanto en tan poco tiempo como Manolo Granero al público de toda España y en especial al de Madrid. Su temporada completa comenzó el 23 de Enero de 1.921 en la plaza de Málaga y terminó el 13 de Noviembre en Valencia, actuó en noventa y cuatro corridas y estoqueó ciento noventa y tres toros. También perdió veinte corridas por cogidas en Madrid, Bilbao y Valencia.

 Manuel Granero
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     La temporada de 1.922, hasta la del día 7 de Mayo, Manolo Granero había toreado doce, aquella era la número trece. La noche de ese día había prometido obsequiar a los Reyes de España con un concierto de violín en el Palacio Real con motivo de las Fiestas de San Isidro. En el sastre quedó el traje de etiqueta que usaría para esa solemnidad sin recoger. Tampoco volvería a tocar el violín para la hija de su amigo, la niña impedida que permanecía inmóvil en un sillón y era la más ferviente admiradora del joven músico que murió como matador de toros una primavera madrileña.

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