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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 7 de abril de 2015

Al San Juanito le dio un aire / por Antonio Burgos



"...Al San Juanito lo dejaron los rojos de Úbeda en 1936 hecho añicos, a conciencia, en el asalto a la iglesia del Salvador, convertida en garaje para el Cuerpo Tren del Ejército Popular..."

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 Al San Juanito le dio un aire

  • Pero por el pánico al uso por recordar la verdadera Historia, la gozosa restauración ha sido presentada poco menos como si al San Juanito le hubiera dado un aire o roto una criada torpona cuando estaba quitándole el polvo con un plumero: «Se destruyó durante la guerra civil». ¡Toma ya! Solo
Muchas cofradías andaluzas con siglos de historia celebran ahora los 75 años de la bendición de su Cristo o de su Virgen. ¿Cómo hermandades tricentenarias dan culto a imágenes tan recientes? Muy sencillo: porque sufrieron en 1936 las llamas iconoclastas. No a manos de las milicias improvisadas para plantar cara valientemente a los militares alzados en armas contra el Gobierno, sino de las hordas que creían que quemando iglesias y asesinando curas y votantes de la CEDA defendían mejor al Frente Popular. Esto fue así, aunque haya tanta cobardía para recordarlo, como hago ahora contra la Dictadura de la Memoria Histórica. En España puedes decir que a Lorca y a Blas Infante los fusilaron los fascistas en 1936, pero no que al San Juanito de Miguel Ángel lo machacaron los rojos en Úbeda, como quemaron San Román o San Marcos en Sevilla. En muchos programas cofradieros estoy harto de leer que tal Cristo o Virgen, sustituidos luego por réplicas de Illanes o Castillo Lastrucci, «se perdieron en los sucesos de 1936». Vamos, que hablan de una Virgen «perdida en 1936» como el que se deja olvidado el paraguas en un taxi...

Quisiera contar lo que ocurrió en Guadalcanal. Allí nació el dramaturgo y político Adelardo López de Ayala. El «Ayala» con calle en el barrio de Salamanca. Su villa natal le dedicó en 1926 un monumento, con su busto y una escultura de Talía, la musa del Teatro. Producida la sublevación, los frentepopulistas del pueblo, tras cometer muchos asesinatos, quemaron a la Patrona, la Virgen de Guaditoca, y a toda la imaginería procesional: no dejaron Cristo vivo. Y creyendo que la Talía del monumento a Ayala era la Virgen María, la decapitaron, tras hacer rodar el busto de su paisano ilustre, desconocedores que fue el redactor de algo tan «facha» como el manifiesto de la Revolución de 1868. Y decapitada sigue Talía en la plaza de Guadalcanal...

Corrió la Talía de Guadalcanal la misma suerte que el San Juanito de Úbeda: el San Juan Bautista Niño de la iglesia del Salvador, erigida por Francisco de los Cobos, la única escultura de Miguel Ángel en España y una de las dos que hay fuera de Italia, reconstruida por el Centro de Restauración de Florencia en una iniciativa ante la que siempre me quedaré corto en elogios a su impulsor, el duque de Segorbe, esforzado mantenedor y acrecentador del patrimonio histórico de la Casa de Medinaceli: no sé qué espera Cultura para darle la Medalla de Bellas Artes. Al San Juanito lo dejaron los rojos de Úbeda en 1936 hecho añicos, a conciencia, en el asalto a la iglesia del Salvador, convertida en garaje para el Cuerpo Tren del Ejército Popular. Garaje que conozco bien porque un sargento de la 40 Compañía Divisionaria de Automovilismo que se llamaba Antonio Burgos Carmona me contó cómo lo ocuparon cuando las tropas nacionales del coronel Saturnino González Badía, las que resistieron en la Cabeza de Puente de Serós, tomaron Úbeda el 29 de marzo de 1939, al día siguiente de la caída de Madrid.

Pero por el pánico al uso por recordar la verdadera Historia, la gozosa restauración ha sido presentada poco menos como si al San Juanito le hubiera dado un aire o roto una criada torpona cuando estaba quitándole el polvo con un plumero: «Se destruyó durante la guerra civil». ¡Toma ya! Solo. Vamos, que se cayó al suelo y, ¡zas! se rompió: qué mala suerte. Como San Marcos de Sevilla, que ardió porque hubo un cortocircuito. El director del Museo del Prado ha dicho al presentar la recuperación: «Esta escultura ilustra la barbarie de la que fue víctima la España de los años 30». No, mire: de los años 30, no, que en esos años se publicó lo mejor de la Generación del 27. De barbarie de los 30, nada. Diga usted la barbarie de los rojos de Úbeda, donde no hubo frente, sino odio y sangre: esa es la verdad histórica. Porque va a resultar que el San Juanito fue destruido por un bombardeo. Bombardeo de los nacionales, por supuesto. Guernica con Miguel Ángel, vamos.

5 comentarios:

  1. Ya se sabe: los rojos siempre tan preocupados con la cultura.

    Johnny.

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  2. En mis madrugadas buceando por Internet he recalado en Glorieta Digital y me ha llamado la “curiosidad” ver un comentario en donde se dice textualmente “Si secuestramos la libertad de expresión nos estamos remontando a una época lejana donde la democracia no existía, es lo que parece ocurrir con este comentario”.
    Deduzco lo que no me gustaría deducir.

    Diego Barceló

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  3. La izquierda ha sido la mayor destructora y saqueadora del patrimonio histórico-artístico español.

    ENVÍO REPRODUCCIÓN DE UN ESCRITO DE PÍO MOA:

    El "Vita" como paradigma

    Me han pedido algunos lectores un comentario sobre el caso del Vita, que debiera ser muy ampliamente conocido. Y tienen razón: es uno de esos hechos que, como el asesinato de Calvo Sotelo, condensa toda una situación histórica. Procuraré resumirlo.

    Como hoy es bien sabido, los dirigentes del Frente Popular se pusieron a salvo, al terminar la guerra, sin atender a los miles de izquierdistas, muchos de ellos complicados en crímenes brutales, que quedaban a merced de sus enemigos. A salvo se pusieron, digo, con inmensos tesoros robados al patrimonio artístico e histórico nacional y a los particulares, incluyendo a la gente sin recursos que empeñaba sus escasos bienes en los montes de piedad. Estos fondos debían servir también para controlar políticamente el exilio, a cuyo fin se formó el SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles).

    Continuará.

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  4. Sigue el de Pío Moa

    Negrín, "previsoramente", como él decía, organizó desde los primeros meses de la contienda –esto es importante– el gigantesco expolio. Y en marzo de 1939, poco antes del fin de la guerra, parte de lo expoliado fue embarcada en Francia con rumbo a Méjico, en el yate Vita. El barco había pertenecido a Alfonso XIII con el nombre de Giralda, y lo mandaba un capitán relacionado con los separatistas vascos. Su carga debía recibirla el doctor Puche, ex rector de la universidad de Valencia y agente de Negrín en Méjico. Pero tanto el PNV como Prieto intentaron apoderarse de él. El botín valía la pena: depósitos del banco de España, cajas de oro amonedado, objetos históricos de la catedral de Tortosa, el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Sta. Cinta, ropas y objetos procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 50.000 perlas, colecciones de monedas de alto valor numismático, con ejemplares únicos de valor histórico, objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo, pinturas, alhajas de los montes de piedad, etc, etc. La mayor parte de la carga, de contenido ignorado, iba en más de cien grandes maletas, que, nos informa el dirigente de la UGT Amaro del Rosal, habían adquirido en París con gran sigilo unos empleados del Banco de España, socialistas de confianza.

    Continuará

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  5. Final del escrito de Pío Moa:

    Prieto demostró más habilidad que sus competidores: de acuerdo con el presidente mejicano Lázaro Cárdenas, conocido por su extrema corrupción, burló a Negrín y al PNV y se apropió del barco. Luego se respaldó en la supuesta autoridad de las Cortes en el exilio, grupo de personas sin representatividad real, a quienes había sobornado con espléndidos giros, según explica Del Rosal. La maniobra produjo un duro cruce de correspondencia entre Prieto y Negrín, gracias al cual conocemos las claves del asunto. Con los fondos así obtenidos, Prieto montó la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), que disputaría al SERE el control sobre los políticos exiliados, mediante pensiones más elevadas. Ambas organizaciones serían acusadas de corrupción y favoritismo. Amaro sospecha que los objetos de valor histórico o artístico fueron desguazados o fundidos para borrar la huella de su origen.

    Los racistas jefes del PNV habían mostrado aversión a recibir ayuda de entidades españolas, pero, chasqueados en su plan de adueñarse del Vita, cambiaron de idea y trataron de "comer a dos carrillos", en expresión suya, beneficiándose tanto del SERE como de la JARE, pese a que cada organismo negaba su ayuda a quienes la recibieran del otro. Tendrían éxito sólo a medias. Los líderes nacionalistas catalanes habían defraudado sumas considerables al Frente Popular, aparte de lo que se quedaran de los saqueos anarquistas, y no parecen haber sufrido grandes penurias

    Pocos dirigentes rehusaron las atenciones del SERE o de la JARE. Uno de esos pocos fue el ex presidente Alcalá-Zamora, víctima a su vez del robo de las cajas de seguridad de los bancos por el gobierno de Largo Caballero. Pese a soportar una dura necesidad, rechazó un dinero que consideraba manchado. Otro fue el insobornable Cipriano Mera, para quien "aceptar algo del SERE era reconocer tácitamente al nefasto doctor Negrín como representante oficial de los españoles exiliados". Mera, sufriendo pésimas condiciones en un campo de presos en Argelia, replicó a las ofertas de un bien trajeado agente del SERE: "Mi caso no es diferente del de varios miles de refugiados. Ni más ni menos. Rechazo por adelantado cualquier privilegio personal, pues no me lo admite mi dignidad. Y ahora quiero decirte una cosa: estáis manejando un tesoro que no os pertenece y del que tendréis que rendir cuentas el día de mañana. ¡No lo olvidéis!". Nunca hubo rendición de cuentas, ni antes ni después de la Transición.

    El caso trae inevitablemente a la memoria un juicio de Azaña sobre sus correligionarios: "una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta".

    Al margen de otras consideraciones, el asunto se presta como pocos a un buen documental o una buena película: el mero relato fidedigno de los hechos contiene una extraordinaria novela, por decirlo así.

    Casi todo el cine sobre la guerra civil lo han hecho las izquierdas, lo cual, lamentablemente, significa de entrada una alta dosis de falsedad histórica. Creo que había en marcha últimamente algo sobre el Valle de los Caídos, en la línea de Preston: "La creencia de Franco de que los crímenes de los republicanos podían ser redimidos por el trabajo subyacía a la creación, en los años cuarenta, de "brigadas penales" y "batallones de castigo" de republicanos cautivos, empleados en trabajos forzados para la construcción de diques, puentes y canales. En la construcción del Valle de los Caídos se emplearon veinte mil de estos penados, murieron catorce y otros muchos quedaron tullidos en accidentes o padecieron silicosis. A España le costó tanto como le había costado El Escorial a Felipe II en una época más próspera".

    Ni una sola de esas frases corresponde a la realidad.

    Enviado por F. Vilches
    Saludos domingueros.

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