"... Entonces me acordé del espectáculo de veinticuatro horas antes. El contraste entre el asentamiento de hoy y las posturas de tablao de ayer, era tremendo. El contraste entre el toreo ceñido de hoy y el toreo circunvalar de ayer, era demoledor. Y eso que el toro de hoy era un legado de satanás y el de ayer un alma cándida de Dios…"
HEROICO ABELLÁN
- Tarde completa de un torero en sazón. Porque no sólo hubo heroísmo, también hubo buen toreo.
Domingo Delgado de la Cámara / Fotografías de Andrew Moore
La oreja que ayer cortó Miguel Abellán ha sido la oreja mejor cortada y de más peso de todo San Isidro. Estuvo heroico, hecho un tío. Pero no sólo fue importante la oreja cortada al cuarto, en el primero también estuvo muy bien el torero de Usera. Tarde completa de un torero en sazón. Porque no sólo hubo heroísmo, también hubo buen toreo. Saludó al primero de la tarde con unas cuantas largas cambiadas y buenas verónicas rodilla en tierra. Y el quite por chicuelinas fue expuesto por ceñido. Recién comenzada la faena de muleta, citó de lejos con la mano derecha y resultó arrollado por el toro. La paliza fue tremenda. Al parecer, le dio un puntazo en la axila, le pisó el riñón y le contundió las cervicales. Lo dicho, un palizón. La verdad es que el toro por el derecho cazaba moscas, como se demostró cuando volvió a ponerse por ese pitón y otra vez estuvo a punto de ser arrollado. Sin embargo, por el pitón izquierdo el toro no embestía mal y Abellán aprovechó cabalmente este pitón con naturales largos y bien ligados. Se tiró a matar muy derecho y logró una estocada trasera de buena ejecución. Pero ya se sabe que las estocadas traseras son poco efectivas. Tuvo que irse a por la espada de nuevo. Un pinchazo, otra estocada entera y un par de golpes de verduguillo hicieron que se esfumara una oreja bien ganada. Cuando se retiró maltrecho a la enfermería, la ovación fue de gala.
Pero más importante fue lo del cuarto toro (lidiado en quinto lugar). Si Abellán se hubiese quedado en la enfermería, todos lo hubiésemos entendido. Pero salió a jugarse la vida delante del cuarto. Un mastodonte manso, que no humilló jamás y que sabía muy bien lo que dejaba atrás. Los dos primeros pases los tomaba de mala gana, pero al tercero se ceñía y buscaba el cuerpo del torero. Abellán estuvo muy asentado, con las zapatillas clavadas en la arena, y pausadamente, echó la muleta al hocico de un toro que no se sabía nunca si iba a obedecer al engaño o iba a derrotar en el cuerpo del torero. No sólo se puso por el pitón derecho, también fue capaz de torear a este marrajo al natural. Más sorprendente todavía, los muletazos fluyeron limpios. Sólo hubo un desarme. Hay que tener un valor muy sereno y un oficio muy consolidado, para torear con limpieza y ligazón a un galafate como este. Abellán estaba llevando a cabo un milagro, torear con la quietud, ajuste y ligazón actual, al toro de hace un siglo. Las series eran forzosamente cortas, dar más de tres y el de pecho era imposible. Y aquí sí que hubo que cruzarse, al hilo el toro te comía. Cuando Abellán sacaba el pecho fuera y citaba al marrajo, la plaza rugía embargada por la emoción. Entonces me acordé del espectáculo de veinticuatro horas antes. El contraste entre el asentamiento de hoy y las posturas de tablao de ayer, era tremendo. El contraste entre el toreo ceñido de hoy y el toreo circunvalar de ayer, era demoledor. Y eso que el toro de hoy era un legado de satanás y el de ayer un alma cándida de Dios…
La plaza toda, con el Tendido Siete incluido, fue consciente de la trascendencia de la faena. No hubo ni un solo voto discrepante. Era evidente que Miguel Abellán estaba llevando a cabo una hazaña, se estaba jugando la vida y estaba pudiendo con un toro muy duro y peligroso. Otra consecuencia que podemos sacar de la faena es que cuando el torero está motivado y conoce bien el oficio, prácticamente no hay toros imposibles. Abellán montó la espada y logró un estoconazo en todo lo alto de gran mérito, tenido en cuenta de que el toro le esperó con la cara alta y no le ayudó en absoluto. Oreja pedida por aclamación. Abellán dio una vuelta al ruedo en olor de multitud. Esta oreja le debe servir para entrar en todas las ferias. Se lo merece, gestas como la de ayer, se ven muy de tarde en tarde.
La corrida del Montecillo fue enorme, tuvo unas hechuras monstruosas y en cuanto a juego, fueron mansos los seis. Con un primero bueno por el izquierdo y asesino por el derecho. El segundo fue muy deslucido, se hartó de dar cabezazos. El tercero y el cuarto, tuvieron guasa y peligro por arrobas. El quinto (lidiado en cuarto lugar) y el sexto, no fueron gran cosa, pero al menos no tuvieron peligro. La corrida constituyó una dura prueba para los toreros. Abellán obtuvo una matrícula de honor por su gallardía y poderío. Sus alternantes no estuvieron a tan altísimo nivel, era muy difícil.
Paco Ureña, se estrechó con unas gaoneras estrujantes en su quite al primero de la tarde. Toreó bien a la verónica en el saludo al segundo de su lote, pero la faena fue muy deslavazada por la embestida informal del toro. Me gusta esto de las embestidas informales, hallazgo semántico de Manuel Caballero. El segundo del lote de Ureña (el quinto lidiado en cuarto lugar), fue el menos malo. Se dejó torear. Ureña nos entusiasmó el verano pasado con un toreo de mucha largura y mucho mando. Con este toro, no salió este toreo a relucir. Toreó de distinta manera al año pasado, con un toreo más compuesto, pero menos largo y mandón. En un momento en que se queda al hilo del pitón, el toro, muy astifino, le prende de manera angustiosa y le propina una cornada de 25 centímetros en el muslo. Ureña, sin que le cambiara la cara de color, propina una estocada delantera muy efectiva (al otro toro le mató de una estocada idéntica). Se retira a la enfermería por su propio pie, envuelto en una ovación. Es una pena que no pueda torear el próximo domingo, pues por la largura y buen trazo de sus muletazos es un torero muy interesante. Por su pundonor y su buen manejo del percal, Ureña dejó una gratísima impresión.
El tercero era feísimo, más basto que un chicharro, manso y muy listo. Una prenda. Había que verlo muy claro para quedarse quieto con esta joya. Joselito Adame se descompuso. La primera parte de la faena transcurrió entre ayes, sustos, saltos y carreras. El mejicano era un barco a la deriva entre las olas de un mar embravecido. Luego optó por el macheteo. Se quitó a este barrabás de delante con dos pinchazos y un bajonazo. El sexto no humilló nunca pero no tuvo maldad ninguna. Embestía bobamente con la cara alta, pero se dejaba dar pases. La faena de Adame fue bailona, basada en medios muletazos. La serie con la izquierda fue particularmente mala, por especialmente movida y desconfiada. Adame se benefició del ambiente de psicosis que habían dejado las cogidas y los toros lidiados con anterioridad, pero este toro no tuvo peligro y Adame estuvo mal. Un público clemente y generoso, lo despidió con una cariñosa ovación. Mala feria la de Adame, ni ha cuajado a los toros buenos que le han salido, ni se ha justificado delante de los malos. Un paso en falso, que le aleja del trono del toreo mejicano y da oxígeno a sus competidores más directos. Toreará mucho allende los mares, pero a un dinero modesto. Para ponerse en categoría era imprescindible un zambombazo en San Isidro, que no se ha producido por las evidentes limitaciones del torero. La afición mejicana tendrá que seguir esperando al Mesías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario