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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 26 de mayo de 2014

El regalo de un milagro en Da Luz / Por Juan Manuel Rodríguez


"...Pero a buen seguro que al antimadridismo galopante, que es tan exigente con el Real, La Décima se le antojará poco y empezará a exigir desde mañana mismo que se consiga La Undécima: habrá que darle satisfacción. De momento me quedo con el regalo de un milagro en Da Luz. ¡Y van...! ..."

El regalo de un milagro en Da Luz

25 de Mayo de 2014.-
Otro milagro. Había ido a desfallecer el Real Madrid precisamente en la orilla de la Champions (su competición fetiche, la que el club blanco contribuyó a crear) del peor, más doloroso y humillante modo posible, desangrado tras un inexplicable error de su capitán Casillas, un fallo que a todos se nos antojaba que acabaría siendo definitivo, y andaba Lisboa y, por extensión, Portugal, la Unión Europea que hoy acude a las urnas y, en fin, el mundo entero esperando de un momento a otro la llegada al lugar del deceso del forense que dictaminara la dolorosa defunción del equipo blanco cuando de repente, ante la vista de todos los presentes, resucitó en Da Luz el mito gracias a un testarazo de Ramos en el minuto 93 de partido. El muerto que entre todos mataron volvía a gozar de una inexplicable y cuasi mitológica salud.

Volvió a la vida de repente el Madrid con otro de esos cabezazos limpios como una mañana de primavera (copyright de Jaime Ugarte) a los que ya nos tiene tan mal acostumbrados Ramos, ese defensa central con alma de delantero, y exhaló al fin su último aliento el Atlético de Madrid, tan groggy y sorprendido como probablemente debieron quedarse las tropas de Ben Yusuf aquella mañana de 1099 cuando vieron al Cid embalsamado cabalgando a lomos de su caballo Babieca. No era en absoluto justo el 0-1 y habría sido demasiado cruel para Iker, que tantas veces había salvado a su equipo a lo largo de la historia de una derrota segura con paradas imposibles, haber quedado marcado por ese fallo. Tras unos primeros cuarenta y cinco minutos que deberían haber acabado sin goles volvieron a intentarlo una y otra vez en vano los blancos en la segunda mitad pero el gol salvador no llegaba, el tiempo se acababa y el equipo de Simeone, fiel a su estilo de equipo correoso, cerraba todos los espacios aunque metiéndose cada vez más atrás. Entonces, tras el agónico 1-1 que recordó a Schwarzenbeck, todos supimos que al Madrid no se le podría escapar nunca jamás La Décima.

La prórroga fue un mero trámite. El Atleti, que lo había jugado todo a la carta del 0-1, ya no tenía más aire en los pulmones y se veía abocado a afrontar la última media hora desfondado y con los ojos vidriosos, incapaz de no pensar en que el mayor éxito deportivo de toda su historia acababa de escapársele de entre los dedos de las manos. Para entonces el Real Madrid era un cohete imparable: 2-1 de Bale, 3-1 de Marcelo, 4-1 de Cristiano... Desde 1998, año en el que se logró La Séptima, el Real Madrid Club de Fútbol ha conseguido las Copas de Europa de 2000, 2002 y, ahora, 2014; cuatro Copas de Europa en dieciséis años, a una media de una cada cuatro años. A mí me parece espectacular y irmaría ahora mismo que la historia se repitiera igual de aquí a 2030, ojalá. Pero a buen seguro que al antimadridismo galopante, que es tan exigente con el Real, La Décima se le antojará poco y empezará a exigir desde mañana mismo que se consiga La Undécima: habrá que darle satisfacción. De momento me quedo con el regalo de un milagro en Da Luz. ¡Y van...!

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